21 de abril de 2009

¡Ya cállate Luis!


La mamá de Luisito se presentó un tranquilo mediodía a recoger a su hijo a la escuela; Luisito estudiaba apenas el Tercer grado de Primaria, era un niño que siempre se había distinguido por su mirada vivaz y pícara amén de que siempre sacaba muy buenas calificaciones producto de su capacidad memorística sorprendente y su reflexividad innata, así como por sus preguntas (y a veces respuestas) que llenaban de sorpresa a más de un adulto.

Ese día, era como un día cualquier otro en la escuela de Luisito, pero no así para él, ese día que su madre pasó a recogerlo; a la hora de salida la esperaba el maestro con una fuerte queja del niño, así que dirigiéndose a la madre de Luis le dijo:

—Señora, necesito que hable muy seriamente con su hijo Luis, el día de hoy en la clase le ordené en más de una ocasión que guardara silencio y él desobedeciendo mis órdenes hablaba y a veces hasta gritaba.

El maestro sin mediar explicación sólo le dijo que Luis lo había sacado de sus casillas a tal grado de que llegó a gritarle —¡¡Luis...cállate!!, y Luis como si el maestro no existiera en el aula continuaba hablando. Le recomendó a la señora que junto con su esposo hablaran muy seriamente con Luisito para que corrigiera sus modales.

La madre de Luisito le dijo al profesor que hablaría con el niño a fin de que corrigiera su comportamiento, acto seguido abandonó el salón ofuscada y avergonzada por la llamada de atención del maestro, no abandonaba todavía las instalaciones de la escuela cuando recriminó al niño con gritos: —¡¡Por que haces eso!!, —¡¡Es eso lo que nosotros te enseñamos!!

Mientras Luisito débilmente reclamaba: —Pero mamá es que... —¡¡Cállate!! gritó la mamá mientras le daba sonora bofetada al indefenso niño que con lágrimas en los ojos y sorprendido seguía reclamando débilmente: —Pero mamá es que el maestro... —¡¡Cállate, así es como pagan a uno!! y se retiró jalando fuertemente el débil bracito del indefenso niño.

Al salir por la puerta principal de la escuela la madre se encuentra a Katia, una compañerita de Luisito y con el propósito de quizá justificar su violenta reacción y disminuir un poco su sentimiento de culpa por el trato dado a Luisito, le preguntó a la niña sobre la actitud del niño dentro del salón y los detalles del ofuscamiento del profesor a lo que la niña respondió:

—Si señora, es cierto; lo que pasó en el salón fue que el maestro estaba preguntándonos a los niños del grupo sobre lo que habíamos visto en la clase pasada y Luis le contestaba todas las preguntas, pero el maestro quería que otros niños participaran y callaba a Luisito, le gritaba muy fuerte ¡¡Luis...cállate!!. Pero él quería seguir participando.

Al escuchar lo anterior un gran nudo se atravesó en la garganta de la madre de Luisito y dos lágrimas corrieron por su rostro al tiempo que miraba al cielo y lanzando una plegaria decía: —¡¡Que he hecho Dios Mío!! y fuertemente estrechaba entre sus brazos al frágil cuerpo del inocente niño el cual su único pecado fue tratar de compartir sus conocimientos y experiencias con sus compañeritos de aula.

Cabe una pregunta: ¿A quién debemos callar?, ¿al profesor partidario de una educación tradicional, verticalista y libresca? ¿O a la madre preocupada por que se ponía en “tela de duda” su actuación recta y autoritaria? O bien a Luisito, niño inquieto e inteligente que aún sin saberlo en su interior sueña con una escuela donde no solo se reciba “enseñanza”, sino que por el contrario se permita que se compartan conocimientos entre sus iguales.

Profr. Jorge Alberto Cano Luna
Cd. Victoria, Tamps. México

1 comentario:

Jorge Cano dijo...

Estimado Profr. Raúl:
Mi mas sincero agradecimiento por haber tomado en cuenta mi observación.
Estoy a sus órdenes para cualquier comentario o aclaración en la siguiente dirección electrónica: jacanoluna@yahoo.com.mx
Felicidades nuevamente por su Blog.
Enhorabuena!!