19 de mayo de 2011

Bisquets quemados


Cuando yo era niño, a mi mamá le gustaba hacer la comida del desayuno para la cena de vez en cuando.


Recuerdo una noche en particular, cuando ella había hecho el desayuno, después de un largo y duro día en el trabajo.

Esa noche hace mucho tiempo, mi mamá puso un plato de huevos, salchichas y bísquets muy quemados frente a mi padre.

Recuerdo estar esperando ver si alguien lo notaba!

Sin embargo, aunque mi padre lo notó, alcanzó un bísquet, sonrió a mi madre y me preguntó cómo me había ido en la escuela.


No recuerdo lo que le conteste, pero si recuerdo verlo untándole mantequilla y mermelada al bísquet y comérselo todo.


Cuando me levanté de la mesa esa noche, recuerdo haber oído a mi madre pedir disculpas a mi padre por los bísquets quemados.

Nunca voy a olvidar lo que dijo: "Cariño, me encantan los bísquets quemados."


Más tarde esa noche, fui a dar el beso de las buenas noches a mi padre y le pregunté si a él le gustaban los bísquets quemados. Él me abrazo y dijo: "Tu mamá tuvo un día muy duro en el trabajo, está muy cansada y además - un bísquet un poco quemado no le hace daño a nadie”

La vida está llena de cosas imperfectas y gente imperfecta. Yo no soy el mejor en casi nada, me olvido de los cumpleaños y aniversarios como todo el mundo.

Pero lo que he aprendido con los años, es que aprender a aceptar los defectos de cada uno de nosotros - y decidir celebrar cada una de las diferencias de los demás - es una de las cosas más importantes para crear una relación sana y duradera... donde un bísquet quemado no va a romper un corazón.

Podríamos extender esto a cualquier tipo de relación. De hecho, la comprensión es la base de cualquier relación o cualquier tipo de amistad.


"Así que por favor me pasas un bísquet? y sí, el quemado está bien"

Sé más amable de lo necesario, porque toda la gente que conocemos, en este momento están librando algún tipo de batalla.


...Todo lo que el hombre sembrare eso también cosechará....Sembremos cosas buenas, para recibir cosechas buenas...

Dos hombres en la ventana


Dos hombres, ambos muy enfermos, ocupaban la misma habitación de un hospital.

A uno se le permitía sentarse en su cama cada tarde, durante una hora, para ayudarle a drenar el líquido de sus pulmones.

Su cama daba a la única ventana de la habitación.

El otro hombre tenia que estar todo el tiempo boca arriba.

Los dos charlaban durante horas.

Hablaban de sus mujeres y sus familias, sus hogares, sus trabajos, su estancia en el servicio militar, donde habían estado de vacaciones.

Y cada tarde, cuando el hombre de la cama junto a la ventana podía sentarse, pasaba el tiempo describiendo a su vecino todas las cosas que podía ver desde la ventana.

El hombre de la otra cama empezó a desear que llegaran esas horas, en que su mundo se ensanchaba y cobraba vida con todas las actividades, colores del mundo exterior.

La ventana daba a un parque con un precioso lago.

Patos y cisnes jugaban en el agua, mientras los niños lo hacían con sus cometas.

Los jóvenes enamorados paseaban de la mano, entre flores de todos los colores del arco iris.

Grandes árboles adornaban el paisaje, y se podía ver en la distancia una bella vista de la línea de la ciudad.

El hombre de la ventana describía todo esto con un detalle exquisito, el del otro lado de la habitación cerraba los ojos e imaginaba la idílica escena.

Una tarde calurosa, el hombre de la ventana describió un desfile que estaba pasando.

Aunque el otro hombre no podía oír a la banda, podía verlo, con los ojos de su mente, exactamente como lo describía el hombre de la ventana con sus mágicas palabras.

Pasaron días y semanas.

Una mañana, la enfermera de día entró con el agua para bañarles, encontrándose el cuerpo sin vida del hombre de la ventana, que había

muerto plácidamente mientras dormía.

Se llenó de pesar y llamó a los ayudantes del hospital, para llevarse el cuerpo.

Tan pronto como lo consideró apropiado, el otro hombre pidió ser trasladado a la cama al lado de la ventana.

La enfermera le cambió encantada y, tras asegurarse de que estaba cómodo, salió de la habitación.

Lentamente, y con dificultad, el hombre se irguió sobre el codo, para lanzar su primera mirada al mundo exterior; por fin tendría la alegría de verlo el mismo.

Se esforzó para girarse despacio y mirar por la ventana al lado de la cama... y se encontró con una pared blanca.

El hombre preguntó a la enfermera que podría haber motivado a su compañero muerto para describir cosas tan maravillosas a través de la ventana.

La enfermera le dijo que el hombre era ciego y que no habría podido ver ni la pared, y le indico:

"Quizás sólo quería animarle a usted"

E p i l o g o :

Es una tremenda felicidad el hacer feliz a los demás, sea cual sea la

propia situación.

El dolor compartido es la mitad de pena, pero la felicidad, cuando se comparte, es doble.

Si quiere sentirse rico, solo cuente todas las cosas que tiene y que el dinero no puede comprar.

"Hoy es un regalo, por eso se le llama el presente"

El origen de esta carta es desconocida