5 de julio de 2016

LA PREOCUPACIÓN





La marcha iba llegando a Bellas Artes cuando un contingente de policías la “encapsuló”. De inmediato los granaderos levantaron los escudos y cerraron las filas. Los maestros se detuvieron y empezaron a corear consignas.

Aprovechando que la marcha se detenía una reportera se acercó a un maestro asoleado que tomaba un poco de agua de una botella.

—¿Le puedo hacer una pregunta? —le dijo.

—Claro que sí —respondió el maestro quitándose el sombrero y secándose el sudor de la frente con un paliacate rojo.

— ¿Acaso no le preocupa que los niños se queden sin clases? Ellos no tienen la culpa de nada.

El maestro tomó otro traguito de agua de la botella y le respondió.

—Sí, señorita. Me preocupa mucho que se queden sin clases.

—Pero es que con tantas marchas y paros los niños se quedan sin clases.

—Claro que me preocupa que se queden sin clases. Pero también me preocupa que se queden sin escuelas, sin educación, sin cupo en las universidades, sin empleo y sin futuro.

Me preocupa ver a mis alumnos, jóvenes y fuertes, vendiendo discos piratas en las calles sin que nadie les pregunte si ya comieron. Me preocupa verlos en el desempleo como millones de mexicanos, me preocupo mucho cuando atraviesan el desierto de Arizona a 50 grados con una triste botellita de agua para buscar el trabajo que aquí se les niega. Me preocupa que mis alumnas se embaracen a los 16 años porque no tienen más perspectivas en la vida que emplearse de cajeras en el Wallmart por el salario mínimo.

Me preocupa mucho ver a mis alumnos asaltando los micros o poniendo una narcotiendita o en las garras de los vicios porque el gobierno invierte más en operativos contra los maestros que en educación. Me preocupa ver a mis alumnas vendiendo sopes y productos de belleza mientras el presidente vive en una casa de 7 millones de dólares y viaja en un avión de 7200 millones de pesos.

Me preocupa que cuando mis alumnos se enferman tienen que formarse para sacar ficha en la madrugada, que no hay medicinas, que les dan cita tres meses después, que seis meses después pueden ver a un especialista y que les cambian cinco veces la fecha de la operación, hasta que se mueren porque solo tienen para una consulta con el doctor Simi. Me preocupa que cuando quieren formar pareja vivan de arrimados con sus padres, y que solo puedan aspirar a tener un pantalón pirata, un vestido pirata, una vida pirata.

Me preocupa y mucho, que López Dóriga, Adela Micha, Ciro Gómez Leyva les digan a quien deben odiar y a quien deben querer y que, en lugar de leer “Cien años de Soledad” crean a pie juntillas lo que dice la Rosa de Guadalupe o lo que Callamos las mujeres. Me preocupa que en tiempos de elecciones vendan su voto por una miserable despensa o por unos pesos que les quitan el hambre un día pero que los condenan a ser pobres toda la vida. Me preocupa que cuando lleguen a funcionarios o diputados, en lugar de defender a su pueblo, vendan su conciencia y voten a favor de entregar las riquezas nacionales a los extranjeros o que voten la Reforma Educativa o la reforma laboral que acabó con la jornada de 8 horas, el aguinaldo, el reparto de utilidades y convirtió en esclavos de los patrones a los trabajadores.

Me preocupa que me quieran evaluar con un examen de opción múltiple vigilado por el ejército y no sepan que trabajo en una escuela sin agua en los baños, sin pupitres, con alumnos que van sin desayunar o con las mochilas atiborradas de productos chatarra. Me preocupa que nunca uno de mis alumnos haya llegado a secretario de educación porque ese puesto está reservado para los amigos del presidente y para tecnócratas que en su vida han pisado la escuela Nicolás Bravo del Valle de Toluca donde las calles son de tierra y cuando llueve son de lodo. Me preocupa que con las modificaciones a la ley que aprobaron priístas, panrredistas, verdes, ecologistas cuando tengan 70 años solo puedan aspirar a una pensión de 1500 pesos mensuales. Me preocupa que lloren cuando la selección de futbol pierde 7-0 pero que les valga madre cuando el gobierno asesina a los estudiantes, a los maestros, a los luchadores sociales. Me preocupa cuando los veo dormidos en los camiones o en el metro porque tardan dos horas en llegar al trabajo o a su casa. Me preocupa que día a día coman peor porque día a día la comida sube de precio y el kilo de tortillas cueste 12 pesos y los políticos, que gana cien mil pesos mensuales, digan que el país crece y que tenemos la mejor infraestructura y que los inversionistas extranjeros están contentísimos.

Y tanto me preocupa que no tengan clases mis alumnos que lucho porque tengan otra clase de vida, otra clase de servicio médico, otra clase de justicia, otra clase de política, otra clase de salario, otra clase de país… Y otra clase de futuro…

Como verá, señorita. Me preocupan mucho, muchísimo mis alumnos. Por eso lucho.

15 de junio de 2016

ESCRIBIÓ CARLOS FUENTES


“Hay una ruptura en la historia de la familia, donde las edades se acumulan y se superponen y el orden natural no tiene sentido: es cuando el hijo se convierte en el padre de su padre”. Es cuando el padre se hace mayor y comienza a trotar como si estuviera dentro de la niebla. Lento, lento, impreciso. Es cuando uno de los padres que te tomó con fuerza de la mano cuando eras pequeño ya no quiere estar solo. Es cuando el padre, una vez firme e insuperable, se debilita y toma aliento dos veces antes de levantarse de su lugar. Es cuando el padre, que en otro tiempo había mandado y ordenado, hoy solo suspira, solo gime, y busca dónde está la puerta y la ventana - todo corredor ahora está lejos. Es cuando uno de los padres antes dispuesto y trabajador fracasa en ponerse su propia ropa y no recuerda tomar sus medicamentos. Y nosotros, como hijos, no haremos otra cosa sino aceptar que somos responsables de esa vida. Aquella vida que nos engendró depende de nuestra vida para morir en paz. Todo hijo es el padre de la muerte de su padre. Tal vez la vejez del padre y de la madre es curiosamente el último embarazo. Nuestra última enseñanza. Una oportunidad para devolver los cuidados y el amor que nos han dado por décadas. Y así como adaptamos nuestra casa para cuidar de nuestros bebés, bloqueando tomas de luz y poniendo corralitos, ahora vamos a cambiar la distribución de los muebles para nuestros padres. La primera transformación ocurre en el cuarto de baño. Seremos los padres de nuestros padres los que ahora pondremos una barra en la regadera. La barra es emblemática. La barra es simbólica. La barra es inaugurar el “destemplamiento de las aguas”. Porque la ducha, simple y refrescante, ahora es una tempestad para los viejos pies de nuestros protectores. No podemos dejarlos ningún momento. La casa de quien cuida de sus padres tendrá abrazaderas por las paredes. Y nuestros brazos se extenderán en forma de barandillas. Envejecer es caminar sosteniéndose de los objetos, envejecer es incluso subir escaleras sin escalones. Seremos extraños en nuestra propia casa. Observaremos cada detalle con miedo y desconocimiento, con duda y preocupación. Seremos arquitectos, diseñadores, ingenieros frustrados. ¿Cómo no previmos que nuestros padres se enfermarían y necesitarían de nosotros? Nos lamentaremos de los sofás, las estatuas y la escalera de caracol. Lamentaremos todos los obstáculos y la alfombra. Feliz el hijo que es el padre de su padre antes de su muerte, y pobre del hijo que aparece sólo en el funeral y no se despide un poco cada día. Mi amigo Joseph Klein acompañó a su padre hasta sus últimos minutos. En el hospital, la enfermera hacía la maniobra para moverlo de la cama a la camilla, tratando de cambiar las sábanas cuando Joe gritó desde su asiento: Deja que te ayude. Reunió fuerzas y tomó por primera vez a su padre en su regazo. Colocó la cara de su padre contra su pecho. Acomodó en sus hombros a su padre consumido por el cáncer: pequeño, arrugado, frágil, tembloroso. Se quedó abrazándolo por un buen tiempo, el tiempo equivalente a su infancia, el tiempo equivalente a su adolescencia, un buen tiempo, un tiempo interminable. Meciendo a su padre de un lado al otro. Acariciando a su padre. Calmando él a su padre. Y decía en voz baja:

- ¡Estoy aquí, estoy aquí, papá! “Lo que un padre quiere oír al final de su vida es que su hijo está ahí”.

Largo... hondo... reflexivo.

Ojala puedan compartirlo a sus familias. Una necesaria reflexión.!

26 de marzo de 2016

Carta a un zapatero que compuso mal unos zapatos



Estimable señor:

Como he pagado a usted tranquilamente el dinero que me cobró por reparar mis zapatos, le va a extrañar sin duda la carta que me veo precisado a dirigirle.

En un principio no me di cuenta del desastre ocurrido. Recibí mis zapatos muy contento, augurándoles una larga vida, satisfecho por la economía que acababa de realizar: por unos cuantos pesos, un nuevo par de calzado. (Éstas fueron precisamente sus palabras y puedo repetirlas.)

Pero mi entusiasmo se acabó muy pronto. Llegado a casa examiné detenidamente mis zapatos. Los encontré un poco deformes, un tanto duros y resecos. No quise conceder mayor importancia a esta metamorfosis. Soy razonable. Unos zapatos remontados tienen algo de extraño, ofrecen una nueva fisonomía, casi siempre deprimente.

Aquí es preciso recordar que mis zapatos no se hallaban completamente arruinados. Usted mismo les dedicó frases elogiosas por la calidad de sus materiales y por su perfecta hechura. Hasta puso muy alto su marca de fábrica. Me prometió, en suma, un calzado flamante.

Pues bien: no pude esperar hasta el día siguiente y me descalcé para comprobar sus promesas. Y aquí estoy, con los pies doloridos, dirigiendo a usted una carta, en lugar de transferirle las palabras violentas que suscitaron mis esfuerzos infructuosos.

Mis pies no pudieron entrar en los zapatos. Como los de todas las personas, mis pies están hechos de una materia blanda y sensible. Me encontré ante unos zapatos de hierro. No sé cómo ni con qué artes se las arregló usted para dejar mis zapatos inservibles. Allí están, en un rincón, guiñándome burlonamente con sus puntas torcidas.

Cuando todos mis esfuerzos fallaron, me puse a considerar cuidadosamente el trabajo que usted había realizado. Debo advertir a usted que carezco de toda instrucción en materia de calzado. Lo único que sé es que hay zapatos que me han hecho sufrir, y otros, en cambio, que recuerdo con ternura: así de suaves y flexibles eran.

Los que le di a componer eran unos zapatos admirables que me habían servido fielmente durante muchos meses. Mis pies se hallaban en ellos como pez en el agua. Más que zapatos, parecían ser parte de mi propio cuerpo, una especie de envoltura protectora que daba a mi paso firmeza y seguridad. Su piel era en realidad una piel mía, saludable y resistente. Sólo que daban ya muestras de fatiga. Las suelas sobre todo: unos amplios y profundos adelgazamientos me hicieron ver que los zapatos se iban haciendo extraños a mi persona, que se acababan. Cuando se los llevé a usted, iban ya a dejar ver los calcetines.

También habría que decir algo acerca de los tacones: piso defectuosamente, y los tacones mostraban huellas demasiado claras de este antiguo vicio que no he podido corregir.

Quise, con espíritu ambicioso, prolongar la vida de mis zapatos. Esta ambición no me parece censurable: al contrario, es señal de modestia y entraña una cierta humildad. En vez de tirar mis zapatos, estuve dispuesto a usarlos durante una segunda época, menos brillante y lujosa que la primera. Además, esta costumbre que tenemos las personas modestas de renovar el calzado es, si no me equivoco, el modus vivendi de las personas como usted.

Debo decir que del examen que practiqué a su trabajo de reparación he sacado muy feas conclusiones. Por ejemplo, la de que usted no ama su oficio. Si usted, dejando aparte todo resentimiento, viene a mi casa y se pone a contemplar mis zapatos, ha de darme toda la razón. Mire usted qué costuras: ni un ciego podía haberlas hecho tan mal. La piel está cortada con inexplicable descuido: los bordes de las suelas son irregulares y ofrecen peligrosas aristas. Con toda seguridad, usted carece de hormas en su taller, pues mis zapatos ofrecen un aspecto indefinible. Recuerde usted, gastados y todo, conservaban ciertas líneas estéticas. Y ahora...

Pero introduzca usted su mano dentro de ellos. Palpará usted una caverna siniestra. El pie tendrá que transformarse en reptil para entrar. Y de pronto un tope; algo así como un quicio de cemento poco antes de llegar a la punta. ¿Es posible? Mis pies, señor zapatero, tienen forma de pies, son como los suyos, si es que acaso usted tiene extremidades humanas.

Pero basta ya. Le decía que usted no le tiene amor a su oficio y es cierto. Es también muy triste para usted y peligroso para sus clientes, que por cierto no tienen dinero para derrochar.

A propósito: no hablo movido por el interés. Soy pobre pero no soy mezquino. Esta carta no intenta abonarse la cantidad que yo le pagué por su obra de destrucción. Nada de eso. Le escribo sencillamente para exhortarle a amar su propio trabajo. Le cuento la tragedia de mis zapatos para infundirle respeto por ese oficio que la vida ha puesto en sus manos; por ese oficio que usted aprendió con alegría en un día de juventud... Perdón; usted es todavía joven. Cuando menos, tiene tiempo para volver a comenzar, si es que ya olvidó cómo se repara un par de calzado.

Nos hacen falta buenos artesanos, que vuelvan a ser los de antes, que no trabajen solamente para obtener el dinero de los clientes, sino para poner en práctica las sagradas leyes del trabajo. Esas leyes que han quedado irremisiblemente burladas en mis zapatos.

Quisiera hablarle del artesano de mi pueblo, que remendó con dedicación y esmero mis zapatos infantiles. Pero esta carta no debe catequizar a usted con ejemplos.

Sólo quiero decirle una cosa: si usted, en vez de irritarse, siente que algo nace en su corazón y llega como un reproche hasta sus manos, venga a mi casa y recoja mis zapatos, intente en ellos una segunda operación, y todas las cosas quedarán en su sitio.

Yo le prometo que si mis pies logran entrar en los zapatos, le escribiré una hermosa carta de gratitud, presentándolo en ella como hombre cumplido y modelo de artesanos.

Soy sinceramente su servidor.


[Cuento. Texto completo.]

Juan José Arreola

8 de febrero de 2016

Ahora que ya morí.



Que sucede? no entiendo, solo sentí un dolor fuerte en la cabeza, mareos y ahora estoy tan confundido. Que pasa? por que mi esposa corre y llora.

Dicen que morí, pero no, estoy aquí pero ellos no me ven y no puedo abrazarlos. Oh ya veo, están trasladando a alguien en una carroza fúnebre, soy yo mismo, que extraño.

Veo a mi familia con gran dolor, todos lloran, pero yo solo veo, ya no siento dolor ni tristeza, es como ser un espectador. Pasan los días, mi familia regresa a casa sin mí, les dejo un gran vacío.

Ya alguien ocupa mi puesto de trabajo, todo vuelve a ser como antes, corren, atienden llamadas, hacen pagos, envían documentos, firman planillas, en fin es como si nunca hubiese faltado yo, que bien, algunos compañeros se acuerdan de mi a ratos y lamentan que ya no este.

Sin embargo en mi familia, el vacío persiste, mi esposa llora, esta confundida, no sabe como hacer sin mi, mi hijo pequeño pregunta: - Donde esta papá? y mi esposa le dice que en el Cielo, mi hija mayor acaba de comprender dolorosamente lo que es la muerte, no deja de llorar, no quiere ir a clases, no se puede concentrar, tampoco come. Mi perro se paro en la puerta y de ahí no hay quien lo saque, come, bebe agua y regresa a su puesto de espera.

Pasa el tiempo, mi hijo cumple cuatro años y yo no estoy, el se aferra a su mamá, se ha vuelto tímido y retraído, no hay una figura paterna para él, ya papá no esta...

Mi hija ya de 11 años casi no habla, a veces su mama la encuentra llorando, bajo mucho las notas y no muestra interés por nada.

Mi querida esposa, con toda la carga sobre sus hombros, la responsabilidad de dos hijos pequeños, tiene que sonreír a los niños para darles fortaleza.

Ya pasaron siete años y todo sigue igual, en casa el vacío, la tristeza, en la empresa donde trabajaba ya nadie me nombra y todo sigue igual sobre la marcha.

Sabes que dijo el forense? Que morí por stress, en mi cerebro se reventó una vena por una subida de tensión que me dio, cuando me llamaron de mi trabajo y me dijeron que de los 10 camiones que solicite solo llegaron 7. Y todo acabo...

Ahora me doy cuenta que para la empresa que trabajaba siempre era uno mas, completamente reemplazable en cualquier momento, pero que para mi familia era único e irreemplazable.

Por favor dedícate a lo que verdad es importante, todos necesitamos un trabajo que nos permita cubrir nuestras necesidades básicas, pero no te entregues a una empresa, entrégate a tus seres queridos... abraza a tus hijos, besa a tu esposa, llama a tus amigos, es a estos seres a quienes de verdad les harás falta cuando ya no estés y demuéstrales tu amor no con dinero sino con detalles de amor.

RECUERDA QUE ERES MUY IMPORTANTE....CUIDA A TUS HIJOS SI LOS TIENES Y RECUERDA EN CASA SIEMPRE HAY ALGUIEN ESPERÁNDOTE.

4 de febrero de 2016

Gandhi y su sabiduría


Cuando Mahama Gandhi estudiaba Derecho en Londres, un profesor de apellido Peters le tenía mala voluntad....pero, el alumno Gandhi nunca le bajó la cabeza y eran muy comunes sus encuentros:

Un día Peters estaba almorzando en el comedor de la Universidad y el venia con su bandeja y se sentó a su lado...El profesor muy altanero, le dice: "Estudiante Gandhi, Ud. no entiende!!!!!! Un puerco y un pájaro, no se sientan a comer juntos".... Y Gandhi le contesta : Esté Ud. tranquilo profesor, yo me voy volando" y, se cambió de mesa...

El profesor Peters verde de rabia, porque entendió q el estudiante le había llamado Puerco, decidió vengarse con el próximo examen...

Pero el alumno respondió con brillantez a todas las preguntas del examen ...Entonces el profesor le hace la siguiente interpelación:

"Gandhi, si Ud. va caminando por la calle y se encuentra con una bolsa y dentro de ella está la sabiduría y mucho dinero, ¿cuál de los dos se lleva? "...

Gandhi responde sin titubear: "¡Claro que el dinero, profesor!" El profesor sonriendo le dice " Yo, en su lugar, hubiera agarrado la sabiduría, ¿no le parece?"...

Gandhi responde: " Cada uno toma lo que no tiene profesor"...

El profesor Peters, histérico ya, escribe en la hoja del examen: "IDIOTA" y se la devuelve al joven Gandhi... Gandhi toma la hoja y se sienta... Al cabo de unos minutos se dirige al profesor y le dice: "

Profesor Peters, Ud. me ha firmado la hoja, pero no me puso la nota......

A veces la gente intenta dañarnos con ofensas que ni siquiera nos hemos ganado ... Pero solo nos daña el que puede y no el que quiere..

Si permites que una ofensa te dañe... Te dañara ... Pero si no lo permites , la ofensa volverá al lugar de donde salió... Seamos fuertes y astutos.

5 cátedras de Gestión Estratégica.


No sé si ya las conocen, pero me parecieron interesantes...

1 ª cátedra
Un cuervo está sentado en un árbol el día entero sin hacer nada. Un pequeño conejo ve el cuervo y pregunta:

- ¿Puedo sentarme como tu y no hacer nada todo el día?

El cuervo responde:

- Claro, ¿por qué no?

El conejo se sienta en el suelo debajo del árbol y se relaja. De repente una zorra aparece y come al conejo.

Conclusión: para estar sentado sin hacer nada, Usted debe estar en la cima.
2 ª cátedra
En África todas las mañanas el venado despierta sabiendo que debe llegar a correr más rápido que el león si quiere seguir vivo.

Todas las mañanas el león despierta sabiendo que debe correr más que el venado si no quiere morir de hambre.

Conclusión: no hace diferencia si Usted es venado o león; cuando el sol salga usted tiene que empezar a correr para sobrevivir.
3 ª cátedra
Dos funcionarios y el gerente de una empresa salen a almorzar y, en la calle, encuentran una antigua lámpara mágica.

Ellos frotan la lámpara y dentro de ella sale un genio.

El genio le dice:

- Yo sólo puedo conceder tres deseos, así que daré uno a cada uno de ustedes..

- Yo primero, yo primero, grita uno de los funcionarios! Yo quiero estar en las Bahamas dirigiendo un barco, sin tener ninguna preocupación en la vida... Puff y se fue...

El otro funcionario se apresura a hacer su solicitud:

- ¡Yo quiero estar en Hawai, con el amor de mi vida y tomar interminables piñas coladas! Puff, y él se fue...

Ahora Usted, dice el genio al gerente.

- Yo quiero a esos dos tontos de vuelta a la oficina después del almuerzo para una reunión.

Conclusión: Deja siempre que su jefe hable primero.
4 ª cátedra
Un cura va conduciendo por una carretera cuando ve a una monja en pie en el arcén. Él para y ofrece un aventón que la monja acepta. Ella entra en el coche, cruza las piernas mostrando su belleza... El sacerdote se

descontrola y casi choca con el auto. Después de lograr controlar el coche y evitar un accidente, no se resiste y pone la mano en la pierna de la monja. La monja lo mira y dice:

- Padre, recuerde el salmo 129..

El Padre muy apenado dice:

- Disculpe, hermana, la carne es débil... y saca la mano de la pierna de la monja.

Llegando a su destino la monja agradece y, con una sonrisa enigmática baja del auto y entra en el convento. Así que llega a la iglesia el padre y corre hacia las Escrituras para leer el Salmo 129, que dice:

"adelante, persista, más arriba encontrará la gloria del paraíso".

Conclusión: si Usted no está bien informado sobre su trabajo, puede perder excelentes oportunidades.
5 ª cátedra
Un granjero resuelve juntar algunas frutas en su propiedad. Toma una cubeta vacía y sigue rumbo a los árboles frutales. En el camino, al pasar por

una laguna, escucha voces femeninas y cree que probablemente algunas mujeres invadieron sus tierras. Al acercarse lentamente, encuentra bellas chicas desnudas bañándose en la laguna. Cuando se dan cuenta de su presencia, nadan hasta la parte más profunda de la laguna y gritan:

- ¡Nosotras no vamos a salir de aquí mientras Usted no deja de espiarnos y se vaya!.

El granjero responde:

- Yo no vine aquí para espiarlas a ustedes. Yo sólo vine a alimentar a los cocodrilos!

Conclusión: la creatividad es lo que hace la diferencia en la hora de alcanzar nuestros objetivos más rápidamente.
Por lo tanto,

Antes de hablar, escucha...

Antes de escribir, piensa...

Antes de gastar, gana...

Antes de juzgar, espera...

Antes de renunciar, intenta...

"En el mundo siempre habrá personas que te van a amar por lo que eres, y otras, que te van a odiar por la misma razón."