25 de julio de 2013

Paradoja de la vida

21 de junio de 2013

Un hombre excepcional


¿Mi padre? 
¿No lo conocen? 
se los presento: ¡¡¡Es un hombre excepcional!!!

Nunca fue un hombre cariñoso como muchos desean que fuera su papá,
pero en su mirada veía todo el amor del mundo,
aunque nunca me lo dijera a través de sus palabras.
Gracias a su trabajo nunca faltó nada en casa,
siempre tuve algo que llevar a mi boca,
un techo donde vivir,
una prenda que aun agujerada cubría mi desnudes,
nunca me falto el medicamento que sanara mi enfermedad
ni el estudio que hoy me diera tantas satisfacciones, profesionalmente hablando,
aunque todo esto costara en ocasiones no verlo en todo el día.

Me educó de una manera recia y estricta,
pero hizo de mí un hombre respetuoso de los demás, de las situaciones y de todas las cosas que hay a mi alrededor para mi beneficio y de todos los demás.
Me exigió mucho al hacer las cosas,
pero con eso hizo de mi un hombre responsable.
Me enseñó que estas dos manos que tengo no son de adorno,
que son para trabajar.

Inculcó en mí el respeto a lo que los demás hacen, piensan o dicen...
aunque en ocasiones eso no me agrade.
Hizo de mi un hombre que sabe y entiende
que todos pisamos el mismo suelo y que nadie está por encima de los demás.
Trabajador incansable, respetuoso y correcto en sus acciones,
¿como no lo he de querer y de respetar?

Se que no es el padre que muchos quisieran:
cariñoso, detallista, que te hable cosas bonitas, que te haga caricias,
que te de regalos cuando logras algo, que te aliente a seguir adelante,
que te de palmadas o te felicite por un logro obtenido...

¿Pero saben que?
Ese señor de cabeza cana y silueta encorvada junto con mi madre me dio la vida,
Ese señor que tiene grabada cada batalla vivida en sus manos,
en sus callos, en sus heridas,
Ese hombre que cuidó siempre de mi cuando niño...y lo sigue haciendo.
Ese señor que en cada arruga tiene marcada una experiencia de vida
y daría su vida por sus hijos.
Ese hombre que cada mancha en su piel,
le representa un mal momento vivido en beneficio de su hijos.
Ese hombre que con su ejemplo muestra lo que ha llegado a ser,
lo que hoy en día es y lo que ha logrado con su familia,
Ese hombre que en cada palabra que dios le permite emitir de sus labios,
nos hace ver la gran sabiduría y experiencia que tiene,
Ese hombre que a pesar de haber sufrido tanto durante toda su vida
siempre ha visto por el bienestar de sus padres, de sus hermanos y de su familia,
sin importarle dolores, cansancios o enfermedades,
por todo eso ese hombre ha logrado que yo lo respete y adore,
tanto que le digo:

Papá, gracias por todo lo que me has dado y lo que has logrado hacer de mi.
Gracias por mostrarme el camino a seguir,
espero nunca haberte defraudado,
así como espero nunca llegar a defraudarte ya que has dejado en mi muy buenos cimientos
por lo que seguramente he de seguir tus pasos...

DOY GRACIAS A DIOS POR HABERME DADO UN PADRE COMO TU Y POR HABERTE PUESTO EN MI CAMINO.

PAPA, TE QUIERO MUCHO,


2 de junio de 2013

Con todo cariño y respeto para todas las madrecitas.

Encuesta realizada a niños de segundo y tercer grado de primaria..

Estas fueron algunas de las respuestas más graciosas.

¿Quién es el jefe en tu casa?
1. Mi mamá no quiere ser jefe pero tiene que serlo porque mi papá es chistoso.
2. Mi mamá. Lo sabes por la inspección de mi cuarto. Ella ve hasta lo que hay debajo de mi cama.
3. Creo que mi mamá, pero solo porque ella tiene más cosas que hacer que mi papá.

¿Por qué hizo Dios a las Madres?
1. Porque son las únicas que saben dónde están las cosas en la casa.
2. Principalmente para limpiar la casa.
3. Para ayudarnos cuando estábamos naciendo.
4. Para que nos quisieran.

¿Cómo hizo Dios a las Madres?
1. Usó tierra, como lo hizo para todos los demás..
2. Con magia además de súper poderes y mezclar todo muy bien.
3.. Dios hizo a mi mamá así como me hizo a mí, solo que usó partes más grandes.
4. Yo creo que tardó mucho en hacerlas, pues mi papá dice que a veces las mujeres son muy complicadas.

¿Qué ingredientes usó?
1. Dios hizo a las madres de nubes y pelo de ángel y todo lo bueno en este mundo y una pizca de malo.
2. Tuvo que empezar con huesos de hombres y después creo que usó cuerda, principalmente.
3. Yo creo que con muchas flores ...

¿Por qué Dios te dio a tu mamá en vez de otra mamá?
1. Porque somos parientes.
2. Porque Dios sabía que ella me quería más a mí que otras mamás que me quisieran.
3. Porque nos parecemos mucho.

¿Qué clase de niña era tu mamá?
1. Mi mamá siempre ha sido mi mamá y nada de esas cosas.
2. No se porque no estaba yo allí, pero creo que ha de haber sido muy mandona.
3. Dicen que antes era muy linda.

¿Qué necesitaba saber tu mamá de tu papá antes de casarse con él?
1. Su apellido.
2. Si quería casarse con ella.
3. Pues... si tiene trabajo y si le gusta ir de compras.

¿Por qué se casó tu mamá con tu papá?
1... Porque mi papá hace el mejor spaghetti en el mundo y mi mamá come mucho.
2. Porque ya se estaba haciendo vieja.
3. Mi abuela dice que porque no se puso su gorra para pensar.
4. Para poder ser la mamá de la casa.

¿Cuál es la diferencia entre las mamás y los papás?
1. Las mamás trabajan en el trabajo y en la casa y los papás solo van al trabajo.
2. Las mamás saben hablar con las maestras sin asustarlas.
3. Los papás son más altos y fuertes, pero las mamás tienen el verdadero poder porque a ellas les tienes que pedir permiso cuando quieres quedarte a dormir en casa de un amigo.
4. Las mamás tienen magia porque ellas te hacen sentir bien sin medicina.

¿Qué hace tu mamá en su tiempo libre?
1. Las mamás no tienen tiempo libre.
2. Si lo oyes de ella, paga cuentas TODO el día...
3. Creo que... trabajar.

¿Qué haría a tu mamá perfecta?
1. Por adentro ya es perfecta, pero afuera creo que un poco de cirugía plástica.
2. Que no me regañara tanto y que me dejara ver más tele.
3. Si supiera jugar fútbol...

¿Si pudieras cambiar algo de tu mamá, que sería?
1. Tiene esa cosa rara de pedirme que siempre limpie mi cuarto. Eso le quitaría.
2. Haría a mi mamá más inteligente, así sabría que mi hermano me pegó primero y no yo.
3. Me gustaría que desaparecieran esos ojos invisibles que tiene atrás de su cabeza..

13 de mayo de 2013

¿Qué es lo que hacen los buenos profesores?




1. No se trata de nosotros, sino de ellos
  Los verdaderos profesores deben considerarse a sí mismos como guías que llevan a los estudiantes en una excursión en donde el punto focal no es el profesor, sino los estudiantes.
  No es bueno llegar a la clase pensando “¿Qué voy a hacer hoy?” sino “¿Qué van a hacer mis estudiantes hoy?”

2. Estudiemos a nuestros estudiantes
  No basta con conocer nuestros materiales. Debemos conocer a las personas a las que vamos a enseñar, sus talentos, su experiencia previa y sus necesidades. De otra manera, ¿cómo podemos estar seguros de lo que ellos ya conocen y de lo que necesitan saber?
  Una analogía muy simple es imaginarse que alguien nos pregunta “¿Cómo llego a…?”  Lo primero que debemos preguntar es “¿En dónde está usted?” Debemos saber el punto de partida de un alumno para ayudarlo a llegar a su destino. Puede sonar obvio, pero como profesores, a veces empezamos el viaje y nos olvidamos de preguntar de dónde vienen nuestros estudiantes.

3. Creemos un ambiente seguro para tomar riesgos.
  Recuerdo cuando estaba enseñando a una de mis hijas a cruzar la calle cuando tenía cinco años. Siempre le decía: “Tú me dices cuándo podemos cruzar”. Le daba la mano y esperaba a que ella tomara la decisión y me llevara. Si su decisión era equivocada, le preguntaba: “¿Estás segura? Mira otra vez”.
  Aprender es un acto de vulnerabilidad. Los estudiantes tienen que reconocer que ellos no saben, tomar riesgos y repensar lo que creían que sabían. Eso puede ser incómodo e incluso aterrador para algunos y nuestro trabajo como profesores debe ser el de crear un entorno favorable para que puedan lanzarse al vacío con la certeza de que la red que pusimos estará allí esperándolos.
  Las maestras de preescolar muchas veces colocan cojines en el suelo y se sientan a la misma “altura” de sus estudiantes, o llenan las paredes del salón con sus trabajos para hacer que el espacio sea de ellos. El resultado es un ambiente de aprendizaje seguro para ellos emocional, intelectual y psicológicamente.
  Los estudiantes tienen que saber que pueden confiar en su profesor.  Por eso es importante que sepan que en nuestra aula de clase no existe el sarcasmo y que nosotros no los vamos a hacer quedar mal ante los demás.

4. Los grandes maestros emanan pasión
  La diferencia entre un buen profesor y un gran profesor no es su experiencia o sus conocimientos. Tiene que ver con su pasión. Pasión por el tema, pasión por enseñar, pasión por lo que hace. El deseo es contagioso, si el profesor lo tiene, lo más seguro es que los estudiantes también lo obtendrán.
  Lo más importante es tener pasión por lo que se hace y esta debe ser genuina. Es algo que no se puede simular. Los estudiantes descubren inmediatamente cuando ponemos un interés sincero y cuando no.

5. Volvámoslo claro, así no podamos volverlo simple
  Uno de los principales atributos de un gran maestro es su habilidad para desmenuzar ideas complejas y hacerlas entendibles.  La esencia de enseñar y de aprender está en la comunicación.  Como profesores debemos estar permanentemente mejorando nuestras habilidades de comunicación tanto escrita como oral.
  Nuestra labor consiste en ser constantes traductores de conceptos difíciles a un idioma simple. Somos clarificadores, iluminadores, desempacadores. Buscamos ejemplos, creamos metáforas, hacemos diagramas: todo lo que sea necesario para que nuestros estudiantes reciban en forma clara el mensaje. Pero no debemos sobrepasarnos y querer trivializar todo. Muchas veces el estudiante necesita bocadillos de conocimiento que le exijan un esfuerzo adicional.

6. Somos líderes y tutores
  Los buenos maestros son guías que acompañan y orientan , son firmes, pero no son rígidos ni autoritarios

7. No temamos ser vulnerables
  Para algunos, ser un profesor significa presentarse como la persona que tiene todas las respuestas. Cualquier signo de vulnerabilidad o de ignorancia puede significar debilidad. Ese tipo de persona es un pésimo profesor
  A veces la mejor respuesta que un profesor puede dar es, “No lo sé”. En vez de perder credibilidad, se gana la confianza de los estudiantes y esa confianza es la base de una relación productiva. Todos sabemos que la perfección es una máscara. Por eso desconfiamos de las personas que se ocultan detrás de la máscara del sabelotodo. No son honestos con nosotros. Las personas con las que desarrollamos las más profundas conexiones son aquellas que reconocen sus limitaciones frente a nosotros.
  Reconocer lo que usted no sabe muestra que todavía está aprendiendo, que el profesor es, en realidad, todavía un estudiante.

8. Enseñemos con el corazón
  La mejor enseñanza no sale de fórmulas; es personal. Diferentes personas enseñan literatura de múltiples maneras porque lo hacen de acuerdo a cómo ellos son y cómo ven el mundo. Enseñamos lo que somos. El acto de enseñar requiere el coraje de explorar nuestro propio sentido de identidad.
  Si no sabemos quiénes somos, no podemos conocer completamente a nuestros estudiantes y no podremos conectarnos con ellos. La gente recurre a técnicas para lograrlo hasta que descubren su propia forma de ser profesor. El músico de Jazz Charlie Parker lo expresaba muy fácil: “Si no lo vives, no va a salir de tu trompeta”.

9. Repitamos los puntos importantes
  Si usted quiere que sus estudiantes recuerden algo importante, es necesario que se los diga más de una vez. La primera vez que algo se dice, se escucha. La segunda vez, se reconoce. Y la tercera vez, se aprende.
  El reto está entonces en ser consistente sin volverse predecible o aburrido. Los mejores maestros mantienen su mensaje fresco utilizando nuevas formas de expresar los mismos puntos. Hay que ser ingenioso y disfrazar un poco los temas de manera que la gente piense, “esto no lo había escuchado antes”.

10. Los buenos maestros hacen buenas preguntas
  Un profesor efectivo entiende que aprender es explorar lo desconocido y que tal exploración empieza con formularse las preguntas adecuadas. No se trata de preguntas disfrazadas de conferencias. No se trata de preguntas de falso o verdadero que no encienden discusiones acaloradas. Se trata de preguntas que abren las puertas a más profundos cuestionamientos. “¿Cómo funciona esto?”, “¿Qué significa esto?” y la pregunta favorita: “¿Por qué?”
  Si queremos llegar a lo más profundo de un tema, preguntemos ¿por qué?, cinco veces, como acostumbran los orientales.

11. No se trata simplemente de transferir información
  Se trata de enseñar a la gente a pensar. Lo último que desearíamos hacer es pararnos a decirles lo que tienen que hacer, o darles las respuestas que queremos oír. Los mejores profesores están menos interesados en las respuestas que en las reflexiones que llevan a ellas.
  Lo que los maestros deben ofrecer es un punto de vista enseñable. Lo importante es cómo ellos miran al mundo, cómo interpretan la información y cómo resuelven los problemas. Los mejores ayudan a la gente a aprender cómo pensar por su propia cuenta en vez de indicarles lo que tienen que pensar.
  Queremos trabajar un grupo de alumnos que sepan lo que queremos que sepan, pero al mismo tiempo que se sientan libres de hacer por sí mismos los juicios y decisiones que la vida les exige. También tenemos que saber cuándo ser libres, todos, riendas para que la gente no se vuelva dependiente de nosotros.

12. Dejemos de hablar... y empecemos a escuchar
  Cuando se trata de enseñar, lo que hacemos es casi tan importante como lo que decimos. Después de todo, nuestros estudiantes están todo el tiempo mirándonos. La mejor forma de mostrar que nos interesamos y nos preocupamos por ellos es escuchándolos. El aprendizaje efectivo es una calle de doble vía: es un diálogo, no un monólogo.
  Después de lanzar una pregunta, los malos profesores llenan el silencio con su propia voz en vez de esperar una respuesta. En vez de eso, esperemos diez segundos. Si queremos ser buenos profesores, tenemos que aprender a no sentirnos incómodos con el silencio. Es en esos momentos de quietud, casi eternos, en los que tienen lugar las mejores reflexiones. No los interrumpamos.

13. Dejemos que se enseñen mutuamente
  Los estudiantes no solamente aprenden de su profesor. También aprenden de sí mismos y de sus compañeros. Así es como funciona el triángulo del aprendizaje. Es posible que un estudiante tenga una idea que ninguno había pensado. Tal vez es algo sobre lo que pueden ampliar la discusión. Es muy excitante ver a los estudiantes interactuar.

14.  Evitemos usar la misma técnica para todos
  Los buenos maestros creen que todos los estudiantes pueden aprender, pero entienden que cada uno lo hace en forma diferente. Algunos son visuales, otros captan rápidamente lo abstracto, algunos prefieren leer. Así que tenemos que adoptar una técnica multidimensional durante las clases.

15.  Nunca paremos de enseñar
  La enseñanza efectiva se deriva de la calidad de la relación entre el maestro y el estudiante. No termina cuando suena la campana o cuando se acaba el día de clase.  

…con todo mi cariño y aprecio a todos mis compañeros profesores.

“Un maestro no es el que muestra el camino a seguir a sus alumnos, sino el que lo recorre día a día con ellos”
Profr. Raúl Hurtado Pérez

3 de mayo de 2013

Mal de amores




Si sientes que se te ha “partido el corazón”, no estás solo. Casi todo el mundo experimenta el tipo de aflicción que denominamos “mal de amores” en algún momento de su vida -y algunas personas parecen pasar por este tipo de experiencias muchas veces en la vida. ¡A veces parece como si todas esas canciones sobre corazones rotos se hubieran escrito precisamente para ti y la situación que estás viviendo!

Hay muchas cosas que te pueden provocar “mal de amores” o que pueden partirte el corazón. Algunas personas experimentan una profunda tristeza cuando una relación romántica llega a su fin antes de que ellas estén preparadas. Otras se enamoran de alguien que no siente lo mismo por ellas. O una persona puede sentir que se le “parte el corazón” cuando un buen amigo desaparece de su vida.

Aunque las causas pueden ser diferentes, la sensación de pérdida es la misma -independientemente de que se trate de la pérdida de algo real o de algo con lo que sólo se había soñado. La gente describe este tipo de experiencias como un sentimiento de profunda amargura, vacío, y tristeza.

A Cristina, de 17 años, se le partió el corazón cuando ella y su novio decidieron poner fin a su relación antes de iniciar sus estudios universitarios en dos universidades que estaban alejadas geográficamente. Ambos consideraron que una relación a distancia probablemente no funcionaría con ellos y sabían en lo más hondo de sus corazones que, si estaban hechos el uno para el otro, encontrarían la forma de volver a estar juntos cuando completaran sus estudios.

Pero seguía siendo muy duro y sumamente triste tener que poner fin a una relación de dos años y medio.Aunque los poetas llevan miles de años escribiendo sobre el mal de amores, cuando te ocurre a ti, lo sientes como si ninguna otra persona en el mundo se hubiera sentido jamás del mismo modo. Si te estás recuperando de una experiencia de este tipo, hay cosas que puedes hacer para aliviar el sufrimiento.

Aquí tienes algunos consejos que te pueden ayudar: Comparte tus sentimientos. Algunas personas encuentran que el hecho de compartir sus sentimientos con alguien de confianza -alguien que se haga eco de lo que están pasando- les ayuda a sentirse mejor. Esto puede implicar expresar todo lo que sientes, e incluso llorar en el hombro de un buen amigo o familiar y dejar que éste te consuele.

A otros les ayuda más salir de casa y hacer aquellas cosas que normalmente disfrutan haciendo, como ir al cine o a un concierto, para desconectar del sufrimiento. Es posible que la gente, con sus mejores intenciones, no entienda la profundidad de tus sentimientos e intente animarte con afirmaciones como “lo superarás” o “ya conocerás a otra persona”.

Probablemente esas personas están intentando ayudarte de la única forma que saben. Pero, si tienes la sensación de que determinada persona es incapaz de entender por lo que estás pasando o intenta minimizar tus sentimientos, habla con alguien que te entienda mejor. Cuídate. Tener partido el corazón puede ser muy estresante, de modo que no permitas que interfiera con tu ritmo de sueño: tu cuerpo necesita descansar para reponerse. Duerme mucho, come alimentos saludables y haz ejercicio regularmente para reducir el estrés y los sentimientos depresivos, e intente elevar tu autoestima.

Recuerda todas las cosas buenas que tienes. A veces las personas que tienen partido el corazón se echan las culpas por lo ocurrido. Pueden ser muy duras consigo mismas, exagerando sus faltas como si hubieran hecho algo para merecer el sufrimiento que están experimentando. Si te das cuenta de que te está ocurriendo esto, ¡corta de raíz!

Recuérdate las cualidades que tienes y, si no se te ocurre ninguna porque el dolor te ofusca la mente, pide a tus amigos que te ayuden a recordar todas las buenas cualidades que tienes.
Manténte ocupado.

Puede costarte bastante cuando estés sumido en la tristeza y dominado por el sentimiento de pérdida, pero ayuda mucho. Es un buen momento para redecorar tu habitación o probar una nueva afición (hobby). Esto no significa que no debas pensar en lo ocurrido -reflexionar sobre lo que nos ha sucedido forma parte del proceso de curación – sino que también debes centrar tu atención en otras cosas.

Date tiempo. Para superar la tristeza hace falta tiempo. Casi todo el mundo cree que nunca se repondrá completamente, pero el espíritu humano es sorprendente -y los males de amores casi siempre se curan al cabo de un tiempo. Pero, ¿cuánto tardarás en superarlo? Eso dependerá de qué fue lo que te partió el corazón, cómo afrontaste la pérdida y con qué rapidez tiendes a recuperarte de las experiencias. Recomponer un corazón roto puede costar sólo unos días o muchas semanas – y a veces incluso meses.

Algunas personas sienten que nunca volverán a ser felices y se refugian en el alcohol o las drogas. Otros se enfadan muchísimo e intentan hacerse daño o hacer daño a otras personas. Las personas que empiezan a beber, a consumir drogas, o a autolesionarse para evadirse de la realidad de la pérdida pueden creer que están mitigando el dolor, pero se tratará de un alivio meramente temporal. Esas personas no están afrontando realmente su dolor, sino tan sólo enmascarándolo, lo que hará que sus sentimientos crezcan en su interior y, a la larga, prolongará su sufrimiento.

A veces la tristeza es tan profunda -o dura tanto tiempo- que la persona necesita ayuda profesional para reponerse. Para aquellas personas que al cabo de unas semanas no se empiezan a encontrar mejor o siguen estando deprimidas, puede ser de gran ayuda hablar con un profesional de la salud mental o psicoterapeuta. O sea que ten paciencia contigo mismo y deja que empiece el proceso de curación.

30 de abril de 2013

Renuncio a ser adulto.



Con la presente, presento mi renuncia a ser adulto.

He decidido aceptar la responsabilidad de tener seis años nuevamente.
·         Quiero navegar barquitos de papel en un estanque y hacer anillos tirando piedras al agua.
·         Quiero pensar que los dulces son mejor que el dinero, pues se pueden comer.
·         Quiero tener un receso y pintar con acuarelas.
·         Quiero salir cómodamente de mi casa sin preocuparme cómo luce mi cabello.
·         Quiero regresar a mi casa, a una comida casera y que alguien corte mi carne.
·         Quiero recostarme a la sombra de un viejo roble, y vender limonada con mis amigos en un día caluroso de verano.
·         Quiero abrazar a mis padres todos los días y enjugar mis lágrimas en sus hombros.
·         Quiero regresar a los tiempos donde la vida era simple...

Cuando todo lo que sabía eran colores, tablas de sumar y cuentos de hadas; y eso no me molestaba, porque no sabía que no sabía y no me preocupaba por no saber.

Cuando todo lo que sabía era ser feliz porque no sabía las cosas que preocupan y molestan.

Quiero pensar que el mundo es justo. Que todo el mundo es honesto y bueno.

Quiero pensar que todo es posible.

En algún lugar de mi juventud maduré y aprendí demasiado.
·         Aprendí de armas nucleares, guerras, prejuicio, hambre y de niños abusados.
·         Aprendí sobre las mentiras, matrimonios infelices, del sufrimiento, la enfermedad, el dolor y la muerte.
·         Aprendí de un mundo donde saben cómo matar y lo hacen.

¿Qué pasó con el tiempo en que pensaba que todo el mundo viviría para siempre, porque no entendía el concepto de la muerte, excepto cuando perdí a mi mascota?

Cuando pensaba que lo peor que pasaba era que alguien me quitara mi pelota de jugar o me escogiera de último para ser su compañero de equipo.

Cuando no necesitaba lentes para leer.

Quiero alejarme de las complejidades de la vida y excitarme nuevamente con las pequeñas cosas una vez más.

Recuerdo cuando era inocente y pensaba que todo el mundo era feliz porque yo lo era.

·         Caminaría de nuevo en la playa pensando solo en la arena entre los dedos de mis pies y la caracola más bonita que pudiera encontrar sin preocuparme por la erosión y la contaminación.
·         Pasaría mis tardes subiendo árboles y montando mi bicicleta hasta llegar al parque, sin la preocupación de que me secuestren.
·         No me preocupaba el tiempo, las deudas, o de dónde iba a sacar el dinero para arreglar el carro.
·         Sólo pensaría en qué iba a ser cuando grande, sin la preocupación de lograrlo o no.

Quiero vivir simple, nuevamente.

·         No quiero que mis días sean de computadoras que se inhiben, de la montaña de papeles en mi escritorio, de noticias deprimentes, ni de cómo sobrevivir unos días más al mes cuando ya no queda dinero en la chequera.
·         No quiero que mis días sean de facturas de médicos o medicinas.
·         No quiero que mis días sean de chismes, enfermedades y la pérdida de seres queridos.

Quiero creer en el poder de la sonrisa, del abrazo, del apretón de manos, de la palabra dulce, de la verdad, de la justicia, de la paz, los sueños, de la imaginación.

Quiero creer en la raza humana y quiero volver a dibujar muñecos en la arena...

¡Oh, siii! Quiero volver a mis seis años nuevamente... y ya está decidido.

Autor Desconocido

13 de enero de 2013

Envejecer es obligatorio, crecer es opcional



Cualquiera consigue quedar más viejo. Eso no exige talento ni habilidad.

Una historia real que sucedió en la Universidad de Antioquia – Medellín, Colombia

El primer día de clases en la Universidad, nuestro profesor se presentó a los alumnos y nos animó a que nos presentásemos a alguien que no conociésemos todavía. Me quedé de pie para mirar alrededor cuando una mano suave tocó mi hombro. Miré para atrás y vi una pequeña señora, viejita y arrugada, sonriéndome radiante, con una sonrisa que iluminaba todo su ser.

Dijo: - "Eh, muchacho... Mi nombre es Rosa. Tengo ochenta y siete años de edad. ¿Puedo darte un abrazo?"... Me reí y respondí: - ¡Claro que puede!". Y ella me dio un gigantesco apretón.

"¿Por qué está Ud. en la facultad a su edad?", pregunté.
Respondió juguetona: - "Estoy aquí para encontrar un marido rico, casarme, tener un montón de hijos y entonces jubilarme y viajar".

"Está bromeando", le dije. Yo estaba curioso por saber qué la había motivado a entrar en este desafío con su edad; y ella dijo: "Siempre soñé con tener estudios universitarios, y ahora estoy teniendo uno!".

Después de clase caminamos hasta el edificio de la cafetería y compartimos una limonada. Nos hicimos amigos instantáneamente. Todos los días en los siguientes tres meses teníamos clase juntos y hablábamos sin parar. Yo quedaba siempre extasiado oyendo a aquella "máquina del tiempo" compartir su experiencia y sabiduría conmigo. En el curso de un año, Rosa se volvió un icono en el campus universitario y hacía amigos fácilmente dondequiera que iba. Adoraba vestirse bien, y se reflejaba en la atención que le daban los otros estudiantes. Estaba disfrutando la vida...

Al fin del semestre invitamos a Rosa a hablar en nuestro banquete del equipo de fútbol. Fue presentada y se aproximó al pódium. Cuando comenzó a leer su charla preparada, dejó caer tres de las cinco hojas al suelo. Frustrada, tomó el micrófono y dijo simplemente: “Discúlpenme, ¡estoy tan nerviosa! ...Nunca conseguiré colocar mis papeles en orden de nuevo, así que déjenme hablarles sobre aquello que sé". “

Mientras reíamos, ella despejó su garganta y comenzó: "No dejamos de jugar porque envejecemos; envejecemos porque dejamos de jugar".

Existen solamente tres secretos para que continuemos jóvenes, felices y obteniendo éxito:

  • Se necesita reír y encontrar humor en cada día.
  • Se necesita tener un sueño, pues cuando éstos se pierden, uno muere... ¡Hay tantas personas caminando por ahí que están muertas y ni siquiera lo sospechan!
  • Se necesita conocer la diferencia entre envejecer y crecer...


Si usted tiene diecinueve años de edad y se queda tirado en la cama por un año entero sin hacer nada productivo, terminará con veinte años... Si yo tengo ochenta y siete años y me quedo en la cama por un año y no hago cosa alguna, quedaré con ochenta y ocho años...

  • Cualquiera consigue quedar más viejo. Eso no exige talento ni habilidad. La idea es crecer a través de la vida y encontrar siempre oportunidad en la novedad.
  • Los viejos generalmente no se arrepienten por aquello que hicieron, sino por aquellas cosas que dejaron de hacer.
  • Las únicas personas que tienen miedo de la muerte son aquellas que tienen remordimientos.


Al fin de ese año, Rosa terminó el último año de la facultad que comenzó tantos años atrás. Una semana después de recibirse, Rosa murió tranquilamente durante el sueño. Más de dos mil alumnos de la facultad fuimos a su funeral en tributo a la maravillosa mujer que enseñó, a través del ejemplo, que "nunca es demasiado tarde para ser todo aquello que uno puede probablemente ser".

"ENVEJECER ES OBLIGATORIO, CRECER ES OPCIONAL"

Si alguna vez no te dan la sonrisa esperada, sé generoso y da la tuya, porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa como aquel que no sabe sonreír a los demás.

Autor: Fuente: Universidad de Antioquia Medellín. Col. 

12 de enero de 2013

Nosotros y nuestros hijos.


Era miércoles, 8:00 a.m., llegué puntual a la escuela de mi hijo.
- No olviden venir a la reunión, es obligatoria - fue lo que la maestra escribió en el cuaderno del niño.
- ¡Pues qué cree la maestra! ¿Cree que podemos disponer del tiempo a la hora que ella diga? Si supiera qué importante era la reunión que tenía a las 8:30 a.m., de aquí dependía un buen negocio y... ¡tuve que cancelarla!...
Ahí estábamos todos, papás y mamás, la maestra empezó puntual, agradeció nuestra presencia y empezó a hablar.
No recuerdo qué dijo, mi mente estaba pensando cómo resolver lo de ése negocio, probablemente podríamos comprar una nueva televisión con el dinero que recibiría.
- Juan Rodríguez!... escuché a lo lejos. ¿No está el papá de Juan Rodríguez? dijo la maestra.
- ¡¡Sí, sí, aquí estoy!! Contesté pasando a recibir la boleta de mi hijo. Regresé a mi silla y me dispuse a verla.
- ¿Para esto vine? ¿Qué es esto?...
La boleta estaba llena de seis y sietes. Guardé las calificaciones inmediatamente, escondiéndola para que ninguna persona viera las porquerías de calificaciones de mi hijo.
De regreso a la casa aumentó más mi coraje a la vez que pensaba...., ¡si le doy todo! ¡Nada le falta ¡Ahora sí le va a ir muy mal!...
Me estacioné y salí del carro, entré a la casa, tiré la puerta y grité: ¡¡¡Ven acá Juan!!!
Juan estaba en su recámara y corrió a abrazarme. - ¡Papi!...
- ¡Qué papi, ni que nada!- Lo retiré de mí, me quité el cinturón y lo castigué dos veces, al mismo tiempo que decía lo que pensaba de él. ¡¡¡¡ Y te me vas a tu cuarto!!! - terminé.
Juan se fue llorando, su cara estaba roja y su boca temblaba.
Mi esposa no dijo nada, solo movió la cabeza negativamente y se fue...
Cuando me fui a acostar, ya más tranquilo, mi esposa me entregó otra vez la libreta de calificaciones de Juan, que estaba dentro de mi saco y me dijo: Léela despacio y después toma tu decisión...
Ésta decía así:
Boleta de calificaciones para el papá:



¡¡¡Él me había puesto seis y sietes, a mí!!! Yo me hubiese calificado con menos de cinco...
Me levanté y corrí a la habitación de mi hijo, lo abracé y lloré...Quería regresar el tiempo, pero era imposible...
Juanito abrió sus ojos, aún estaban hinchados por sus lágrimas, me sonrió, me abrazó y me dijo: ¡te quiero papi! Cerró sus ojos y se durmió.
¡Qué duro es ver nuestros errores como padres desde esta perspectiva!....
Démosle el VALOR a lo que realmente es de valor para nosotros: ¡¡¡Nuestra familia!!!
Hay muchas personas que desean un hijo y no lo tienen. Dios te dio una familia, apréciala, amala, compréndela.
El día de mañana el Señor te pedirá cuentas por tu familia y ¿qué le vas a contestar?