18 de julio de 2009

El niño del corazón de oro


Entre a la tienda departamental de mi ciudad para hacer unas compras navideñas de ultimo minuto. Mire toda la gente y renegué entre dientes. Estaria alli para siempre... Y tenia muchisimo que hacer. La navidad estaba comenzando a ser un enfado. Yo preferiria dormir, hasta que pasara la navidad. Me fuí lo más pronto posible entre toda la gente, Y me dirigí al departamento de juguetes.

Estando alli, renegué de nuevo sobre los precios de todos estos juguetes, y me puse a pensar que si mis nietos los apreciarían o si iban a jugar con ellos. Me encontré en la sección de las muñecas. De reojo, miré un niño de más o menos cinco años abrazando una linda muñeca. Le tocaba su cabello y la abrazaba tan tiernamente, que sin querer, seguía yo volteando hacia el niño y pensando que para quien sería esa muñeca.

Lo mire que volteo hacia una mujer y llamó a su tía por su nombre, y le dijo "Estás segura que no tenemos suficiente dinero?"

La mujer le respondio con impaciencia, "tu sabes q no tenemos suficiente dinero para ella."

Su tía le dijo al niño que no se moviera de alli, que ella tenia que agarrar otras cosas y regresaría en pocos minutos. Y luego se retiró de alli.

El niño continuó abrazando la muñeca.

Despues de un ratito, le pregunté que para quien era la muñeca. Me contestó, "es la muñeca que tanto ansió mi hermanita para Navidad. Ella estaba segurísima que Santa Claus se la regalaría."

Le dije que quizás Santa Claus se la llevaría y el me contestó, "No, Santa no puede ir a donde esta mi hermana...tengo que darle la muñeca a mi Mama para que se la lleve."

Le pregunté que en donde estaba su hermanita. Me miro con sus ojos llenos de tristeza y me dijo, "ella se ha ido a estar con Jesús." Mi papá dice que Mamá tendra que irse para estar con ella.

Mi corazón casi paró de latir. Luego me volvio a mirar el niño y me dijo "le dije a mi papá que le dijiera a mi mamá que no se fuera todavia. Que esperara hasta que volviera yo de la tienda."

Luego me preguntó que si queria yo ver su fotografía. Le dije que me encantaría. Saco unas fotos que se había tomado frente de la tienda.

Me dijo "Quiero que mi Mamá se lleve estas fotos para que nunca me olvide." Yo quiero tanto a mi Mamá, y quisiera que no tuviera que dejarme, pero Papá dice que necesita estar con mi hermanita."

Miré que el niño agachó su cabeza y se puso muy callado.

Mientras el no miraba, metí mi mano a mi bolso y tomé un puño de billetes. Le pregunté al niño, "contamos de nuevo el dinero?" Se puso muy contento y me respondio que sí. Que el sabía que tenía que ser suficiente.

Meti mi dinero entre el de el y lo comenzamos a contar. Era lo suficiente para la muñeca. Suavemente dijo "Gracias Jesús, por darme suficiente dinero." Entonces el niño me dijo, "Le pedi a Jesús que me diera suficiente dinero para comprar esta muñeca, para que Mamá se la pueda llevar a mi hermanita." Y El escuchó mi oración. Quería pedirle para comprarle una rosa blanca a mi Mamá, pero no se lo pedí. Pero el me dió lo suficiente para comprar la muñeca y la rosa para mi Mamá. A ella le encantan las rosas blancas, muchísimo."

En unos momentos regreso la tía y yo me fuí con mi carreta. No podía dejar de pensar en el niño mientras terminaba de hacer mis compras. Ya tenía yo una actitud y sentimiento totalmente diferente que cuando comencé.

Estaba recordando algo que habia leído en el periódico unos días antes sobre un conductor ebrio que habia chocado contra un carro, matando a una niña y la mamá estaba en condición muy crítica. La familia estaba tratando de decidir si quitarle la vida artificial. Pero seguramente, este niño no podria ser parte de ese relato. Dos días después, leí la noticia que la familia había decidido desconectar la vida artificial.

Mas tarde ese dia, no me pude resistir y fuí y compré unas rosas blancas y los lleve a la funeraria en donde estaba la joven mujer. Y alli estaba ella deteniendo una linda rosa blanca, la hermosa muñeca y la foto de el niño de la tienda. Me fuí de allí llorando, mi vida cambió para siempre.

El amor que ese niño tenia para su hermanita y su madre era sobresaliente.

Y en un instante, un conductor ebrio trozo la vida de ese niño en pedazos.

El hijo preferido

Cierta vez le preguntaron a una madre cual era su hijo preferido, aquel que ella más amaba.

Y ella, dejando entrever una sonrisa, respondió:
"Nada es más voluble que un corazón de madre"

Y, como madre, le respondió:

El hijo predilecto, aquél a quién me dedico de cuerpo y alma:
Es mi hijo enfermo, hasta que sane.
El que partió, hasta que vuelva.
El que está cansado, hasta que descanse.
El que está con hambre, hasta que se alimente.
El que está con sed, hasta que beba.
El que está estudiando, hasta que aprenda.
El que está desnudo, hasta que se vista.
EL que no trabaja, hasta que se emplee.
El que está de novio, hasta que se case.
El que se casa, hasta que conviva.
El que es padre, hasta que los críe.
EL que prometió, hasta que cumpla.
El que debe, hasta que pague.
El que llora, hasta que calle."

Y con un semblante bien diferente a aquella sonrisa, finalizó:

"El que ya me dejó, hasta que lo reencuentre"

LA NUEVA GENERACION DE PADRES DE FAMILIA Somos de las primeras generaciones de padres decididos a no repetir con los hijos los mismos errores que pudieron haber cometido nuestros progenitores. Y en el esfuerzo de abolir los abusos del pasado, ahora somos los más dedicados y comprensivos, pero a la vez los más débiles e inseguros que ha dado la historia. Lo grave es que estamos lidiando con unos niños más "igualados", conflictivos y poderosos que nunca existieron. Parece que en nuestro intento por ser los padres que quisimos tener, pasamos de un extremo al otro.

Así que, somos los últimos hijos regañados por los padres y los primeros padres regañados por nuestros hijos.

Los últimos que le tuvimos miedo a nuestros padres y los primeros que tememos a nuestros hijos.

Los últimos que crecimos bajo el mando de los padres y los primeros que vivimos bajo el yugo de los hijos.

Lo que es peor, los últimos que respetamos a nuestros padres, y los primeros que aceptamos que nuestros hijos no nos respetan como debiera ser.

En la medida que el ser sumiso reemplazó al ser autoritario, los términos de las relaciones familiares han cambiado en forma radical, para bien y para mal. En efecto, antes se consideraban buenos padres a aquellos cuyos hijos se comportaban bien, obedecían sus órdenes y los trataban con el debido respeto. Y buenos hijos a los niños que eran formales y veneraban a sus padres. Pero en la medida en que las fronteras jerárquicas entre nosotros y nuestros hijos se han ido desvaneciendo, hoy los buenos padres son aquellos que logran que sus hijos los amen, aunque poco los respeten.

Y son los hijos quienes ahora esperan el respeto de sus padres, entendiendo por tal que les respeten sus ideas, sus gustos, sus apetencias, sus formas de actuar y de vivir. Y que además les patrocinen lo que necesitan para tal fin. Como quien dice, los roles se invirtieron, y ahora son los papás quienes tienen que complacer a sus hijos para ganárselos, y no a la inversa, como en el pasado.

Esto explica el esfuerzo que hoy hacen tantos papás y mamás por ser los mejores amigos de sus hijos y parecerles "muy cool" a sus hijos.

Se ha dicho que los extremos se tocan, y si el ser autoritario en el pasado llenó a los hijos de temor hacia sus padres, la debilidad del presente los llena de miedo y menosprecio al vernos tan débiles y perdidos como ellos. Los hijos necesitan percibir que durante la niñez y la adolescencia estamos a la cabeza de sus vidas como líderes capaces de sujetarlos cuando no se pueden contener y de guiarlos mientras no saben para dónde van.

Si bien el ser autoritario aplasta, el ser sumiso o débil ahoga.

Sólo una actitud firme y respetuosa les permitirá confiar en nuestra idoneidad para gobernar sus vidas mientras sean menores, porque vamos adelante lidereándolos y no atrás cargándolos y rendidos a su voluntad.

¿Como ves?

11 de julio de 2009

Sonrie (Bellísima canción)

La vida es como un espejo


Se dice que hace tiempo, en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada.

Cierto día, un perrito buscando refugio del sol, logró meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa. El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera. Al terminar de subir se topó con una puerta semi-abierta; lentamente se adentró en el cuarto. Para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto habían 1000 perritos mas observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos.

El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco. Los 1000 perritos hicieron lo mismo. Posteriormente sonrió y les ladró alegremente a uno de ellos. El perrito se quedó sorprendido al ver que los 1000 perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él. Cuando salió del cuarto se quedo pensando para sí mismo: ¡Que lugar tan agradable! ¡Voy a venir más seguido a visitarlo!

Tiempo después, otro perrito callejero entró al mismo sitio y se encontró entrando al mismo cuarto. Pero a diferencia del primero, este perrito al ver a los otros 1000 del cuarto se sintió amenazado, ya que lo estaban viendo de una manera agresiva.

Posteriormente empezó a gruñir; obviamente vio como los 1000 perritos le ladraron también a él. Cuando este perrito salió del cuarto pensó: ¡Que lugar tan horrible es este! ¡Nunca más volvería a entrar allí! En el frente de dicha casa se encontraba un viejo letrero que decía: "La casa de los 1000 espejos"

No eres responsable de la cara que tienes, eres responsable de la cara que pones. "Todos los rostros del mundo son espejos"... Decide cual rostro llevarás por dentro y ese será el que mostrarás.

Las cosas más bellas del mundo no se ven ni se tocan, sólo se sienten con el corazón.

7 de julio de 2009

Michael Jackson

Muere Michael Jackson, el único rey de la música Pop, muere dejando un legado de música inigualable y de tal impacto social como la que podemos percibir en canciones como "They Don't Care About Us" (No les importamos), Earth song (canción de la tierra), Man in the mirror (el hombre en el espejo), Heal the world (curar el mundo), we are the world (somos el mundo), etc. Grandes canciones en las que Michael nos muestra, nos pide, nos exige, nos implora la libertad, la igualdad de razas, el respeto a la vida y a la tierra misma, nos hace recapacitar en el daño que todos los habitantes de este planeta estamos haciendo a nuestro hogar: La tierra.

Es inconcebible que con tantas canciones que escribió este gran astro de la música mundial con respecto a una mejor forma de vivir, no ha habido gobierno que ponga remedio al respecto, ya que día a día, más que un mundo mejor, los poderosos y aún los débiles gobiernos han buscado la supremacía, el poder y la riqueza sobreponiendose a la humildad, la unidad, la sencillez, la necesidad, la paz.

No oigas, ¡ESCUCHA! estas canciones que te lleven a la reflexión de nuestro accionar en este mundo, de el efecto que provocan nuestros errores, nuestras envidias, nuestra inconciencia, busca la escencia misma de lo que Michael Jackson buscaba a través de su música, busca la intención de sus palabras, el objetivo de sus ideas, sus sueños, sus ideales.

Con toda seguridad podemos todos juntos sanar este mundo, salvar al planeta tierra, lograr de el un mejor lugar para vivir, tal vez tú ya no logres gozarlo pero hay que hacerlo por nuestros hijos y por nuestros nietos. Debemos de otorgarles la oportunidad de gozar la belleza de este gran planeta, sus ríos, sus mares, sus lagos, sus llanuras, sus montañas, sus valles y lo más importante convivir con todo y cada uno de los maravillosos seres vivos que habitan este grandios esfera azul llamada tierra.

Por ti, por mi, por ellos, por todos nosotros, hagamos conciencia y pongamos fin al exterminio de la humanidad, que la música de Michael Jackson retumbe en nuestra cabeza eternamente recordándonos lo que señaló el Jefe Indio Seattle de la tribu Suwamish: "La tierra no nos pertenece, nosotros pertenecemos a la tierra".













6 de julio de 2009

El ladrillazo


Un joven y exitoso ejecutivo paseaba a toda velocidad en su auto Jaguar último modelo, con precaución de no toparse con un chico cruzando la calle sin mirar, y al bajar la velocidad; sintió un estruendoso golpe en la puerta, y al bajarse vio que un ladrillo le había estropeado la pintura, carrocería y vidrio de la puerta de su lujoso auto.

Pisó los frenos, dio un brusco giro de 180 grados; y regresó a toda velocidad a donde vio salir el ladrillo que acababa de desgraciar lo hermoso que lucía su auto.
Salió del auto de un brinco y agarró por los brazos a un chiquillo, y empujándolo hacia un auto estacionado; le gritó a toda voz: ¿Qué rayos fue eso? ¿Quién eres tu? ¿Qué crees que haces con mi auto? Y enfurecido casi botando humo, continuó gritándole al chiquillo: !Es un auto nuevo, y ese ladrillo que lanzaste va a costarte caro! ¿Por qué hiciste eso?
"Por favor, Señor, por favor. Lo siento mucho! no sé que hacer", suplicó el chiquillo." Le lancé el ladrillo porque nadie se detenía..lágrimas bajaban por sus mejillas hasta el suelo, mientras señalaba hacia alrededor del auto
estacionado.

"Es mi hermano", le dijo. Se descarriló su silla de ruedas y se cayó al suelo y no puedo levantarlo". Sollozando, el chiquillo le preguntó al ejecutivo: "Puede usted, por favor; ayudarme a sentarlo en su silla? Está golpeado, y pesa mucho para mí solito". Soy pequeño.

Visiblemente impactado por las palabras del chiquillo, el ejecutivo tragó saliva que se le formó en su boca.

Indescriptiblemente emocionado por lo que acababa de pasarle, levantó al joven del suelo y lo sentó en su silla nuevamente sacando su pañuelo de seda para limpiar un poco las cortaduras y el sucio de sobre las heridas del hermano de aquel chiquillo especial. Luego de verificar que se encontraba bien, miró; y el chiquillo le dio las gracias con una sonrisa que no tiene posibilidad de describir nadie... "DIOS lo bendiga, señor...y muchas gracias" le dijo.

El hombre vio como se alejaba el chiquillo empujando trabajosamente la pesada silla de ruedas de su hermano, hasta llegar a su humilde casita. El ejecutivo no ha reparado aún la puerta del auto, manteniendo la hendedura que le hizo el ladrillazo; para recordarle el no ir por la vida tan de prisa que alguien tenga que lanzarle un ladrillo para que preste atención.

En esta vida hay veces que tienen que lanzarnos un ladrillo a ver si le prestamos atención a los demás.

Escoge: Escucha el susurro... o el ladrillazo.

El elefante encadenado


Cuando yo era pequeño me encantaban los circos,y lo que más me gustaba de ellos eran los animales.Me llamaba especialmente la atención el elefante que,como más tarde supe era también el animal preferido de otros niños.Durente la función,la enorme bestía hacía gala de un tamaño,un peso y una fuerza descomunales...Pero despuésde la actuación y hasta poco antes de volver al escenario,el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba sus patas.

Sin embargo,la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo.Y aunque la madera era gruesa y poderosa,me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza,podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.

El misterio sigue pareciéndome evidente.
¿Qué lo sujetaentonces?.
¿Por qué no huye?.
Cuando era niño,yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores.Pregunté entonces por el misterio del elefante...Alguno de ellos me explicó que el elefante no huía porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia:"Si está amaestrado,¿por qué lo encadenan?".
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Con el tiempo,me olvidé del misterio del elefante y la estaca...
Hace algunos años,descubrí que,por suerte para mí,alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:

"El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy,muy pequeño".

Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca.Estoy seguro de que,en aquel momento el elefantito empujó,tiró y sudó tratando de soltarse.Y,a pesar de sus esfuerzos,no lo consiguió,porque aquella estaca era demasiado dura para él.
Imaginé que se dormía agotado y al día siguiente lo volvía a intentar,y al otro día y al otro...Hasta que,un día,un día terrible para su historia,el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa,porque,pobre,cree que no puede.

Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo.
Jamás,jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.

Todos somos un poco como el elefante del circo:vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad.

Vivimos pensando que "no podemos" hacer montones de cosas,simplemente porque una vez,hace tiempo lo intentamos y no lo conseguimos.
Hicimos entonces lo mismo que el elefante,y grabamos en nuestra memoria este mensaje:No puedo,no puedo y nunca podré.

Hemos crecido llevando este mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca.

Cuando,a veces,sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas,miramos de reojo la estaca y pensamos:"No puedo y nunca podré".

Ésto es lo que te pasa,vives condicionado por el recuerdo de una persona que ya no existe en tí,que no pudo.

Tu única manera de saber si puedes es intentarlo de nuevo poniendo en ello todo tu corazón...¡¡¡Todo tu corazón!!!.

5 de julio de 2009

El cuaderno rojo


El cartero extendió el telegrama.
José Roberto, le agradeció, y mientras lo abría, una profunda arruga surco su frente. Una expresión de sorpresa más que de dolor. Palabras breves y precisas: - Tu padre falleció. Entierro 18 horas. Mamá.
José Roberto continúo parado, mirando al vacío. Ninguna lágrima, ningún dolor.
¡Nada! Era como si hubiera muerto un extraño. ¿Por que no sentía nada por la muerte del viejo?

Como un torbellino de pensamientos confusos, avisó a la esposa, tomó el micro y se fue, venciendo los silenciosos kilómetros de ruta mientras la cabeza giraba a mil. En su interior, no quería ir al funeral y, si estaba en camino era sólo para que la madre no estuviera más triste.

Ella sabía que padre e hijo no se llevaban bien.

La cuestión había llegado al final el día que, después de una lluvia de acusaciones, José Roberto había hecho las valijas y partido; prometiendo nunca más poner los pies en aquella casa.
Un empleo razonable, casamiento, llamadas a la madre para Navidad, Año Nuevo o Pascua… Se había desligado de la familia no pensaba en el padre y la última cosa en la vida que deseaba era ser parecido a él.

En el velorio: Pocas personas.

La madre pálida, helada, llorona.
Cuando vio al hijo, las lágrimas corrieron silenciosas, fue un abrazo de desesperado silencio. Después, vio el cuerpo sereno envuelto por una manta de rosas rojas, como las que al padre le gustaba cultivar. José Roberto no vertió una sola lágrima, el corazón no podía. Era como estar delante de un desconocido un extraño, un…

Se quedó en casa con la madre hasta la noche, la beso y le prometió que volvería trayendo los nietos y la esposa para conocerla. Ahora, podría volver a casa, porque aquel que no lo amaba, no estaba mas para darle consejos ácidos ni para criticarlo.
En el momento de la despedida la madre le colocó algo pequeño y rectangular en la mano.
-Hace mucho tiempo podrías haberlo recibido - dijo.- Pero, infelizmente sólo después que él se fue lo encontré entre las cosas más importantes…
Fue un gesto mecánico, minutos después de comenzar el viaje, metió la mano en el bolsillo y sintió el regalo.

La luz mortecina del micro, le mostró un pequeño cuaderno de tapa roja. Lo abrió curioso. Páginas amarillentas. En la primera, arriba, reconoció la caligrafía firme del padre:
- “Nació hoy José Roberto. ¡Casi cuatro kilos! Es mi primer hijo, ¡un muchachote! Estoy orgulloso de ser el padre de aquel que será mi ¡continuación en la Tierra!”.

A medida que hojeaba, devorando cada anotación, sentía un dolor en la boca del estómago, mezcla de dolor e perplejidad, pues las imágenes del pasado resurgieron firmes y atrevidas ¡como si terminaran de pasar!.
- “Hoy, mi hijo fue a la escuela. ¡Es un hombrecito! Cuando lo vi de uniforme, me emocioné Y le desee un futuro lleno de sabiduría. La vida de el será diferente de la mía, que no pude estudiar por haber sido obligado a ayudar a mi padre.

- Para mi hijo deseo lo mejor. “No permitiré que la vida lo castigue”.
Otra página. -”Roberto me pidió una bicicleta, mi salario no da, pero él la merece porque es estudioso y dedicado. -

- Pedí un préstamo que espero pagar con horas extras”. José Roberto se mordió los labios.
Recordaba su intolerancia, De las peleas para tener la soñada bicicleta. Si todos los amigos ricos tenían una, ¿por que no podía tener la suya?.
- “Es duro para un padre castigar a un hijo y se que el me podrá odiar por eso; pero, debo educarlo para su propio bien.” “Fue así como aprendí a ser un hombre honrado y esa es la única forma que sé acerca de educarlo”.

José Roberto cerró los ojos y vio la escena cuando por causa de una borrachera, hubiera ido a la cárcel, aquella noche; si el padre no hubiera aparecido para impedirle ir al baile con los amigos… Recordaba también el auto retorcido y manchado de sangre que había chocado contra un árbol… Por otro lado parecía oír sirenas, el llanto de toda la ciudad mientras cuatro cajones seguían lúgubremente para el cementerio.

Las páginas se sucedían con cortas, y largas anotaciones, llenas de respuestas que revelaban, en silencio y tristeza, que el padre lo había amado.

El “viejo” escribía de madrugada… reflexionó. Momento de soledad, en un grito de silencio, porque era de esa manera como era él, nadie le había enseñado a llorar y a dividir sus dolores, el mundo esperaba que fuera duro para que no lo juzgaran ni débil ni cobarde. Y, ahora José Roberto estaba teniendo la prueba que, debajo de aquella fachada de fortaleza había un corazón tan tierno y lleno de amor.
La última página.
Aquella del día en que había partido: -”Dios, ¿que hice mal para mi hijo me odie tanto?
¿Por qué soy considerado culpable? “Si no hice mas que intentar transformarlo en un hombre de bien”.

“Mi Dios, no permitas que esta injusticia me atormente para siempre. Que un día él pueda comprenderme y perdonar por no haber sabido ser el padre que el merecía tener.”

Después no había más anotaciones y las hojas en blanco daban la idea de que el padre había muerto en ese momento, José Roberto cerró deprisa el cuaderno, el pecho le dolía… 
El corazón parecía haber crecido tanto, que luchaba para escapar por la boca.
No vio el micro entrar en la Terminal, se levantó desesperado y salió casi corriendo porque necesitaba aire puro para respirar.

La aurora rompía el cielo y un día comenzaba.

”¡Honre a su padre para que los días de su vejez sean tranquilos!” – alguna vez había oído esa frase y jamás había reflexionado la profundidad que ella contenía. En su egocéntrica ceguera de adolescente, jamás había parado para pensar en verdades mas profundas. Para él los padres eran descartables y sin valor, como los papeles que son tirados a la basura.

Aquellos días de poca reflexión todo era placer, salud, belleza, música, color, alegría, despreocupación, vanidad. ¿No era él un semidiós?
Ahora, el tiempo lo había envejecido, fatigado y también vuelto padre, aquel falso héroe… De repente. En el juego de la vida, el era el padre y sus actuales contestaciones, no satisfacían a sus hijos. ¿Cómo no había pensado en eso antes? Seguramente por no tener tiempo, pues estaba muy ocupado con los problemas, la lucha por la supervivencia, la sed de pasar fines de semana lejos de la ciudad, con ganas de profundizar en el silencio sin necesitar dialogar con sus hijos.

Jamás tuvo la idea de comprar un cuaderno de tapa roja para anotar una frase sobre sus herederos, jamás le había pasado por la cabeza escribir que sentía orgullo de aquellos que continúan su nombre.

Justamente él, que se consideraba el más completo padre de la Tierra. La vergüenza casi lo tiro con una lección de humildad. Quiso gritar, procurando agarrar al viejo para sacudirlo y abrazarlo, encontró solo el vacío.

Había una raquítica rosa roja en el jardín de su casa, el sol terminaba de nacer.
Entonces, José Roberto acaricio los pétalos y recordó la mano del padre podando, y cuidando con amor. ¿Por qué nunca percibió todo esto antes? Una lágrima brotó como el rocío, e irguiendo los ojos para el cielo dorado, de repente, sonrió y se desahogó en una confesión:

“Si Dios me mandara a elegir, ¡Juro que no querría haber tenido otro padre que no fueras vos, viejo! -Gracias por tanto amor, y perdóname por haber sido tan ciego

3 de julio de 2009

El perro y el conejo


Eran dos vecinos. El primer vecino le compró un conejo a sus hijos.
Los hijos del otro vecino, le pidieron una mascota al padre. El hombre compró un cachorro de pastor alemán.

Diálogo entre los dos vecinos:
- Pero él comerá a mi conejo!
- De ninguna manera. Piensa, mi pastor es cachorro. Crecerán juntos, serán amigos.
Entiendo de animales. No habrá problemas.

Y, parece que el dueño del perro tenía razón. Juntos crecieron y amigos se tornaron. Era normal ver el conejo en el patio del perro y al revés. Los niños estaban felices con la armonía entre los dos animales.

Un día, el dueño del conejo fue a pasar un fin de semana en la playa con su familia y el conejo se quedó solo. Era un viernes.

El domingo a la tardecita, el dueño del perro y su familia tomaban la merienda, cuando entra el pastor alemán a la cocina. Traía el conejo entre los dientes, todo inmundo, reventado, sucio de sangre y tierra, muerto.

Casi mataron al perro de tanto agredirlo. Decía el hombre: El vecino tenía razón, ¿y ahora?

La primera reacción fue agredir al perro, echar el animal, para ver si el aprendía un mínimo de civilidad. - ¡Sólo podía dar en eso!

Algunas horas más y los vecinos iban a llegar. - ¿Y ahora? Todos se miraban.

El perro, pobre, llorando allá afuera, lamiendo sus heridas.

- ¿Ya pensaron como quedarán los niños?

- ¡No se sabe exactamente de quien fue la idea, pero parecía infalible!

- Vamos a bañar al conejo, dejarlo bien limpio, después lo secamos con el secador y lo
ponemos en la casita en su patio.

Como el conejo no estaba muy roto, así lo hicieron. Hasta perfume le pusieron al animalito. Quedó lindo, parecía vivo, decían las niños. Y allá lo pusieron, con las piernitas cruzadas, como conviene a un conejo durmiendo.

Luego después oyen a los vecinos llegar. Notan los gritos de los niños.
¡Lo descubrieron!

No pasaron cinco minutos y el dueño del conejo vino a tocar a la puerta. Blanco, asustado.
Parecía que había visto un fantasma.

- ¿Qué pasó? ¿Qué cara es esa vecino?
- El conejo... el conejo...
- ¿El conejo qué? ¿Qué tiene el conejo?
- ¡Murió!
- ¿Murió? ¡Aún hoy por la tarde parecía tan bien!
- ¡Murió el viernes!
- ¿El viernes?
- ¡Fue antes de que viajáramos, los niños lo enterraron en el fondo del patio!

La historia termina aquí. Lo que ocurrió después no importa. Ni nadie sabe.

Pero el gran personaje de esta historia es el perro. Imagine al pobrecito, desde el viernes, buscando en vano por su amigo de infancia. Después de mucho olfatear, descubre el cuerpo muerto y enterrado.

¿Qué hace él? Probablemente con el corazón partido, desentierra el amigo y va a mostrarle a sus dueños, imaginando poder resucitarlo.

El ser humano, continúa juzgando a los otros por la apariencia, aunque tenga que dejar esta apariencia como mejor le convenga.

Otra lección que podemos sacar de esa historia, es que el ser humano tiene la tendencia de juzgar anticipadamente los acontecimientos sin antes verificar lo que ocurrió realmente.

Cuantas veces sacamos conclusiones equivocadas de las situaciones y nos creemos dueños de la verdad?

Esto es para pensar bien en las actitudes que tomamos...y pensar antes, pues puede ser demasiado tarde.