22 de julio de 2012

Padres, hijos, afecto



A veces, no sé ni qué pensar.  Durante estos días ha habido problemas en diferentes colegios. Peleas entre jóvenes y más grave, entre niñas y en muchos casos, por problemas sencillos, simples, solucionables. Estudiantes con armas en sus mochilas.

En estos días, tuve charla con un padre de familia quien me dijo que quería a su hija, pero que ella, a su edad, debía hacer lo que él le indicaba. Que soñaba que su hija trabajara y no que pensara en viajar al exterior.

Dos niñas de 13 años cada una, huyeron de su hogar porque una de las madres había amenazado con pegarle a una de ellas, si llegaba tarde a casa.

Por miedo, se fueron. Un amigo me llamó a pedirme que colaborara en este caso. Fuimos a casa de una de las familias, hablé con la madre y me dijo que nada había pasado. Que se le hacía extraño que su hija hubiera huido de la casa. No se explicaba. Le pregunté que si ella abrazaba a su hija, me dijo que no. Que casi nunca lo hacía. Que si le daba mucho afecto y me dijo que muy poco. Que le era muy difícil. Allí estaba la abuela de la niña y le pregunté que si ella la había abrazado alguna vez. La señora empezó a llorar y me dijo que su madre nunca le había dado un abrazo.

Ahí, comprendí muchas cosas.

Le dije que, por favor, no castigara a su hija. La íbamos a encontrar, pero que el compromiso debería ser de abrazos y mucho afecto. Que mirara por el panorámico y no por el retrovisor. Me dijo que quería internar a su hija y le pedí que no hiciera eso, porque era peor. Que como era hija única, debería tenerla cerca, hablar con ella, sentirla.

Luego, hablé con la Policía de infancia y adolescencia, quienes estuvieron dispuestos a colaborar. Periodistas amigos,  también se dispusieron a informar. Decidí acompañar a mi amigo, porque me pidió que fuésemos a buscarlas. Con base en algunos datos, localizamos lugares en los cuales podrían estar.

Al finalizar la tarde, logramos ubicarlas. La lluvia no impidió que las siguiéramos por el barrio al cual llegamos, incluyendo una patrulla de la policía de infancia y adolescencia.

Cuando nos acercamos, una de ellas empezó a llorar intensamente. “No quiero ir a mi casa”, “no quiero que mi mamá me vuelva a pegar”. Yo la abracé y me comprometí con ella.

Nada le iba a pasar.

Como a las nueve de la noche, nos reunimos con las dos familias. Conversamos. Les hablé acerca del afecto. Que esa palabra debía convertirse en realidad. Que entre padres e hijos, el afecto era muy importante.

Cada madre le habló a su hija. Cada hija respondió. Hubo lágrimas y abrazos. Hubo perdón y se mostró el amor entre ellas.

Regresé a casa, convencido de que había hecho algo por dos familias.

Seguiré insistiendo en los abrazos, caricias y afecto entre padres e hijos.

Mientras haya mucho afecto, habrá una relación más cercana, más diálogo y más alegría entre padres e hijos.

Manuel Gómez S

La historia del niño Herbert

En una cena de beneficencia para una escuela de niños con capacidades especiales, el padre de un ex-alumno tomo la palabra y después de felicitar y exaltar a la escuela y a todos los que trabajan en ella, el hombre, continùo diciendo:
'Cuando no hay agentes externos que interfieran con la naturaleza, el orden natural de las cosas alcanza la perfección'.

Pero mi pequeño... mi hijo Beto, no puede aprender como otros niños lo hacen....... No puede entender las cosas como otros niños........... 
¿Donde está el orden natural de las cosas en mi hijo?

La audiencia quedó impactada por la pregunta.

El padre del niño Continuó diciendo:
'He visto que cuando un niño como èl, física y mentalmente discapacitado viene al mundo......
Una oportunidad de ver la naturaleza humana se presenta, y se manifiesta en la forma en la que otras personas tratan a ese niño'.

Entonces contó que un día caminaba con su hijo Beto cerca de un parque donde algunos niños jugaban baseball. El pequeño le preguntó a su padre: 

'¿Crees que me dejen jugar?'

Su padre sabia que a la mayoría de los niños no les gustaría que alguien como Beto jugara en su equipo....
Pero el padre también entendió que si le permitían jugar a su hijo, le darían un sentido de pertenencia muy necesario y la confianza de ser aceptado por otros a pesar de sus habilidades especiales.

El padre se acercó a uno de los niños que estaban jugando y le preguntó (sin esperar mucho) si Beto podría jugar.

El niño miró alrededor por alguien que lo aconsejara y le dijo: Estamos perdiendo por seis carreras y el juego esta en la octava entrada. Supongo que puede unirse a nuestro equipo y trataremos de ponerlo al bate en la novena entrada'.

Beto se desplazó con dificultad hasta la banca y con una amplia  sonrisa, se puso la camisa del equipo mientras su padre lo contemplaba con lágrimas en los ojos por la emoción.
Los otros niños vieron la felicidad del padre cuando su hijo era aceptado.

Al final de la octava entrada 'su equipo' logró anotar algunas carreras pero aún estaban detrás en el marcador por tres. 

Al inicio de la novena entrada, Beto se puso un guante y jugó en el jardín derecho.

Aunque ninguna pelota llegó a el, estaba extasiado solo por estar en el juego y en el campo, sonriendo de oreja a oreja mientras su padre lo animaba desde las graderías.
 
Al final de la novena entrada, 'su equipo' anotò de nuevo. Ahora con dos 'outs' y las bases llenas la carrera para obtener el triunfo era una  posibilidad y Beto era el siguiente en batear.

Con esta oportunidad, ¿Lo dejarían batear y renunciar a la posibilidad de ganar el juego? ¡Sorprendentemente, Beto estaba al bate!

Todos sabían que aunque fuera solo un solo 'hit' era imposible, no sabia ni como agarrar el bate correctamente, mucho menos pegarle a la bola. 

Sin embargo, mientras Beto se paraba sobre la base, el 'pitcher', reconoció que el otro equipo estaba dispuesto a sacrificarse perdiendo para permitirle a Beto un gran momento en su vida.......
Se movió unos pasos al frente y tiro la bola muy suavemente..........!   El primer tiro llegó, Beto abanicó torpemente y falló....!

El 'pitcher' de nuevo se adelantó unos pasos para tirar la bola suavemente hacia el bateador. 

Cuando el tiro se realizó Beto abanicó y golpeó la bola suavemente justo enfrente del 'pitcher'..........!

El juego podría haber terminado...... El 'pitcher' podría haber recogido la bola y tocarlo......
Beto hubiera quedado fuera y habría sido el final del juego....... 

Pero, ¡El 'pitcher' tiró la bola sobre la cabeza del niño en primera base.....!
¡Fuera del alcance del resto de sus compañeros de equipo!
¡Todos desde las graderías y los jugadores de ambos equipos empezaron a gritar...! 
Beto corre a primera base, como nunca en su vida había corrido esa distancia y lo logra!....... Corrió justo sobre la línea, con los ojos muy abiertos y sobresaltado.

Todos gritaban, '¡Corre a segunda!' recobrando el aliento, Beto con dificultad corrió hacia la segunda base. 

Para el momento en que Beto llegó a segunda base el niño del jardín derecho tenia la bola...
el niño mas pequeño en el equipo y que sabia que tenia la  oportunidad de ser el héroe del día.
El podía haber tirado la bola a segunda base, pero entendió las intenciones del 'pitcher' y tiro la bola alto, sobre la cabeza del niño en tercera base. 
Beto corrió a tercera base mientras que los corredores delante de él hicieron un círculo alrededor de la base.

Cuando Beto llegó a tercera, los niños de ambos equipos, y los espectadores, estaban de pie gritando '¡corre a 'home'! corre'.

Beto corrió al 'home'..... Agotado, llegò y se paró en la base....Todos lo aplaudieron y fue vitoreado como el héroe que bateó el 'grand slam' y ganó el juego para su equipo.......!
 'Ese día', dijo el padre con lágrimas bajando por su rostro, 'los niños de ambos equipos ayudaron dándole a este mundo un trozo de verdadero amor y humanismo'.

El pequeño Beto, el heroe de aquel dìa, no sobrevivió otro verano. Murió ese invierno.....
¡Nunca olvidarè su esfuerzo...! ¡Verlo tan feliz......! ¡Haber llegado casa y ver a su  madre llorando de felicidad y abrazando a su hijo, el idolo de aquel juego!

Don Luis Castellanos