14 de enero de 2012

Un Supervisor visitó una escuela primaria. En su recorrido, algo le llamó la atención: una maestra estaba escondida en su escritorio, los alumnos tenían un desorden; el cuadro era caótico.


Decidió presentarse: “Con permiso, soy el Supervisor... ¿Algún problema?"


"Estoy abrumada señor, no sé qué hacer con estos chicos...No tengo láminas, no tengo libros, la secretaría no me manda material didáctico, no tengo recursos electrónicos, no tengo nada nuevo que mostrarles ni qué decirles..."
El inspector, vio un corcho en el escritorio, lo tomó y con aplomo se dirigió a los chicos:
¿Qué es esto? “Un corcho señor "....gritaron los alumnos sorprendidos.
"Bien, ¿De dónde sale el corcho?".
"De la botella señor. Se lo pone una máquina...".
"Del alcornoque... de un árbol"...
"De la madera...", respondían animosos los niños.
"¿Y qué se puede hacer con madera?", continuaba el docente. "Sillas...", "una mesa...", "un barco! ".
Bien, tenemos un barco. ¿Quién lo dibuja?... Yo!
¿Quién hace un mapa en el pizarrón y coloca el puerto más cercano para nuestro barquito?... Yo!
Escriban a qué Estado del país pertenece. ¿Y cuál es el otro puerto más cercano?¿A qué país corresponde?¿Qué poeta conocen que allí nació?¿Qué produce esta región? ¿Alguien recuerda una canción de este lugar?
Y comenzó una tarea de geografía, de historia, de música, economía, literatura, religión, etc.
La maestra quedó impresionada. Al terminar la clase le dijo conmovida:
"Señor nunca olvidaré lo que me enseñó hoy. Muchas Gracias."
Pasó el tiempo. El inspector volvió a la escuela y buscó a la maestra... Estaba acurrucada atrás de su escritorio, los alumnos otra vez en total desorden...
"Señorita... ¿Qué pasó? ¿No se acuerda de mí?
Sí señor, ¡Cómo olvidarme! Qué suerte que regresó. No encuentro el corcho.
¿Se lo llevó?".
Cuando el maestro no tiene vocación o alma de maestro, nunca encuentra el corcho!!! (¿Tienes idea de cuántos docentes de éstos tenemos en las escuelas?) ....

Y TU... TIENES EL CORCHO? O TAMBIEN SE TE PERDIÓ?

Con mucho cariño y respeto lo comparto con todo aquel dedicado a la bella profesión de la docencia, un abrazo para todos

El maestro y el 5%


Teníamos una clase de Fisiología en la Facultad después de la semana santa. Como la mayoría de los alumnos había viajado, todos estaban ansiosos por contar las novedades a los compañeros y la excitación era general.
Un viejo profesor entró en el salón e inmediatamente percibió que tendría dificultad para conseguir silencio. Con gran dosis de paciencia intentó comenzar la clase; ¿tu crees que nos callamos?
Nada!
Con cierto respeto, el profesor volvió a pedir silencio educadamente. No resultó, ignoramos la solicitud y continuamos firmes con la conversación. Ahí fue cuando el viejo profesor perdió la paciencia y nos retó, como nunca ví antes. Mira lo que dijo:
“Presten atención porque voy a decir esto una sola vez”, dijo, levantando la voz.
Un silencio de culpa se instaló en todo el salón. El profesor continuó:
“Desde que comencé a enseñar, hace ya muchos años, descubrí que nosotros los profesores trabajamos con el 5% de los alumnos de una clase. En todos estos años observé que de cada cien alumnos, apenas cinco son realmente aquellos que hacen alguna diferencia en el futuro, apenas cinco se vuelven profesionales brillantes y contribuyen de forma significativa a mejorar la calidad de vida de las personas.”
“EL otro 95% sirve solo para hacer volumen. Son mediocres y pasan por la vida sin dejar nada útil.”
“Lo interesante es que este porcentaje vale para todo el mundo. Si ustedes prestan atención notarán que de cien profesores, apenas cinco son aquellos que hacen la diferencia; de cien médicos, apenas cinco son excelentes; de cien abogados, apenas cinco son verdaderos profesionales; y podría generalizar más: de cien personas, apenas cinco son verdaderamente especiales.”
“Es una pena muy grande no tener como separar este 5% del resto, pues si eso fuera posible, dejaría apenas los alumnos especiales en este salón y mandaría a los demás afuera; entonces tendría el silencio necesario para dar una buena clase y dormiría tranquilo sabiendo que he invertido en los mejores.”
“Pero desgraciadamente no hay cómo saber cuáles de ustedes son esos alumnos. Solo el tiempo es capaz de mostrar eso. Por lo tanto, tendré que conformarme e intentar dar una buena clase para los alumnos especiales, a pesar del desorden hecho por el resto.”
“Claro que cada uno de ustedes siempre puede elegir a cuál grupo quiere pertenecer. Gracias por la atención y vamos a la clase de hoy.”
No sería preciso decir el silencio que hubo en la clase y el nivel de atención que el profesor consiguió después de aquel discurso. El reto nos tocó a todos, pues el curso tuvo un comportamiento ejemplar en todas las clases de Fisiología durante todo el semestre. A fin de cuentas, ¿a quién le gustaría ser clasificado como “parte del montón”?
Hoy no recuerdo muchas cosas de las clases de Fisiología, pero del reto del profesor nunca más me olvidé. Para mí aquel profesor fue uno del 5% que hicieron la diferencia en mi vida. De hecho, percibí que el tenía razón y, desde entonces, he hecho todo para estar en el grupo del 5%, pero, como dijo él, no hay cómo saber si vamos por buen camino o no, solo el tiempo dirá a qué grupo pertenecemos.
Sin embargo, una cosa es cierta: si no intentamos ser especiales en todo lo que hacemos, si no intentamos hacer todo lo mejor posible, seguramente seremos uno más del montón.

Bienaventuranzas del Profesor


Bienaventurado el profesor que, aún a riesgo de no ser entendido, insiste en su tarea: el tiempo dará su fruto.
Bienaventurado el profesor que, aún sabiendo, pone su sabiduría en las manos de Dios: llegará al fondo de muchas cuestiones.
Bienaventurado el profesor que entiende su trabajo como una vocación: será una fuente inagotable.
Bienaventurado el profesor que, además de promover la cultura, llena de valores las mentes de sus alumnos: será forjador de la futura sociedad.
Bienaventurado el profesor que, en sus ratos libres, acude a la contemplación y a la oración: se llenará de paz y de serenidad.
Bienaventurado el profesor que confía en las posibilidades de sus alumnos: se realizará vaciándose en ellos.
Bienaventurado el profesor que se actualiza y no se queda desfasado: comprobará que las materias son las mismas pero, las formas, es bueno ajustarlas.
Bienaventurado el profesor que comparte lo bueno y lo malo con sus compañeros: no se sentirá sólo en la difícil tarea de educar.
Bienaventurado el profesor que, más allá de sus calificaciones, mira a sus alumnos con una sonrisa y comprensión: la empatía será una consecuencia.
Bienaventurado el profesor que disfruta dando lo que tiene: será rico por lo que supo dar y cómo lo dió.
Bienaventurado el profesor que vive y disfruta sembrando: otros recogerán lo que él sembró.
Bienaventurado el profesor que se vacía de sí mismo para llenar el alma, la mente y el corazón de sus alumnos: su esencia permanecerá en las futuras generaciones.