19 de mayo de 2023

Cuando yo era niño...


Cuando yo era niño, las clases comenzaban en Septiembre descansábamos en Semana Santa, Navidad y año Nuevo y el año Escolar terminaba en Junio. Había algo raro también, los maestros no se enfermaban no recuerdo que los maestros faltaran dos días seguidos.

Si el maestro te regañaba, no te convenía decir nada en tu casa porque seguro te volvían a regañar y de paso un castigo.

Ni la lluvia impedía faltar al colegio, porque era como tu segunda casa, daban ganas de ir. (Y regresar a casa empapado de agua de lluvia era un gran placer)

El maestro se le respetaba, era como si te regañaran tus propios padres.

Los recreos eran divertidos, nadie andaba pensando en hacer cosas indebidas. Los maestros tomaban café en la cafetería y nos cuidaban en el patio.

Era un honor llevar y traer los libros del profesor, buscar el mapamundi en la dirección o biblioteca, pedir tizas o tocar el timbre. Cuando nos daban la carpeta de asistencia de maestros para llevarlo a los salones era un verdadero honor. Si pedíamos permiso una vez para ir al baño teníamos que volver a la mayor rapidez posible. Nos turnabamos para borrar el pizarrón y sacudir los borradores y también era un honor llegar temprano.

Que honor tan grande cuando estabas en formación en los honores a la Bandera y que mencionaran tu nombre para salir al frente y que te colocaran la banderita. Qué alegría enorme era contarle a Mamá "izamos bandera " y llegar con la bandera colgada con un ganchito puesta en la camisa.

Jugar pelota , saltar la cuerda , el quemado, al trompo, canicas, tomar distancia en la fila...

Nos enseñaban que Colón descubrió América y que Miguel Hidalgo fué el Libertador... era un reto aprender sobre la historia de Méxicoy el mundo... Hoy muchos jóvenes no saben ni el significado de la palabra "bicentenario"....

No sé cuándo aprender historia, pasó a un segundo plano, no sé cuándo los maestros comenzaron a enfermar para necesitar un remplazo y el remplazo otro suplente...

Desde cuándo los padres golpean a los maestros o desde cuándo los mismos alumnos sacan su furia contra ellos.

Cuándo fue que revisar las cabezas, el corte de cabello, uñas, ausencia de maquillaje en las niñas, el largo de la falda y el estado del uniforme en general, pasó de ser un acto de salubridad a una discriminaciónla.

Cuándo un acto patrio sólo fue un feriado... No sé cuando se perdió la escuela como institución, cuándo se perdieron los valores, el respeto a los maestros como ejecutores de enseñanza.

Si esto es el progreso... perdón señores, pero si esto es progreso, que atrasados andamos.

Tomado de una publicación en Facebook, autor desconocido

13 de mayo de 2023

"LETICIA, PIOJOS Y CUENTOS"


"LETICIA, PIOJOS Y CUENTOS"
 
Leticia fue mi alumna en la escuela "Justo Sierra", en plena sierra. Tenía once años de edad.

Once años conociendo las carencias y la mugre de la vida.

Siempre con la misma ropa, heredada por una tradicional necesidad familiar.

Once años batallando con los bichos de día y de noche.

Con una nariz que como vela escurría todo el tiempo.

Con el pelo largo y descolorido sirviendo de tobogán a los piojos.

Aun así, era de las primeras en llegar a la escuela.

Tal vez iba por los momentos necesarios para soñar que era lo que no; aunque enfrentara el rechazo y el asco de los demás.

A la hora del trabajo en equipo nadie la quería.

No dieron la oportunidad para demostrar qué tan inteligente era: el repudio fue lo que Leticia conoció.

Me desconcertaba el hecho de ver que algunos varones con características semejantes a las de Leticia eran aceptados por el resto de las niñas y los niños, pero no ocurría lo mismo con Leticia y las niñas.

A mí solo se me ocurría hacer recomendaciones que nunca fueron atendidas.

En ese tiempo me preguntaba:

¿De qué sirve leer cuentos a esos niños que no han comido?;

¿serviría de algo alimentarlos con fantasías?

Yo creía que sí, pero no sabía hasta dónde.

Constantemente les brindaba relatos, sobre todo en la mágica hora de lecturas, dos veces por semana.

Un día conté "La Cenicienta" y cuando llegué a la parte en que el hada madrina transformó a la jovencita andrajosa en una bella señorita de vestido vaporoso y zapatillas de cristal, Leticia aplaudió frenéticamente el milagro realizado.

Había una súplica en su rostro que provocó la burla de los que no tenían la misma capacidad ni la misma necesidad de soñar.

Esta vez hubo recomendaciones y regaños.

En otra ocasión, pregunté a mis alumnas y alumnos: ¿Qué quieren ser cuando sean grandes?

Y el cofre de sus deseos se abrió ante mí: alguien quería ser astronauta, aunque al pueblo ni el autobús llegaba; otros querían ser maestros, artistas o soldados.

Cuando le tocó el turno a Leticia, se levantó y con voz firme dijo:

“¡Yo quiero ser doctora!"

y una carcajada insolente se escuchó en el salón.

Apenada, se deslizó en su banca invocando al hada madrina que no llegó.

Mi labor en esa escuela terminó junto con el año escolar.

La vida siguió su curso.

Después de quince años, regresé por esos rumbos, ya con mi nombramiento de base.

Hasta entonces encontré algunas respuestas y otras preguntas.

Las buenas noticias me abordaron en autobús, antes de llegar al crucero donde trasbordan los pasajeros que van al otro poblado.

Llegaron en la presencia de una señorita vestida de blanco.

-¡Usted es el maestro Víctor Manuel!... , ¡usted fue mi maestro! _me dijo_ sorprendida y sonriente.

El que podía encantar serpientes con las historias que contaba.

Halagado, contesté:

_Ese mero soy yo.

_¿No me recuerda, maestro? _Preguntó, y continuó diciendo con la misma voz firme de otro tiempo- yo soy Leticia ... y soy doctora ...

Mis recuerdos se atropellaban para reconstruir la imagen de aquella chiquilla que en otro tiempo nadie quería tener cerca.

Se bajó en el crucero dejando, como La Cenicienta, la huella de sus zapatillas en el estribo del autobús...

Y a mi con mil preguntas.

Todavía alcanzó a decirme: - Trabajo en Parral... búsqueme en la clínica tal... y se fue…

Un día fui a la clínica que me dijo y no la encontré.

No la conocían ni la enfermera ni el conserje.

¡Era demasiada belleza para ser verdad!

"Los cuentos son bellos pero no dejan de ser cuentos", me lamentaba.

Arrepentido de haber ido, y casi derrotado, encontré a la directora de la clínica y hablé con ella.

Lo que me dijo, revivió mi fe en la gente y en la literatura:

_La doctora Leticia trabajaba aquí _me contó_.

Es muy humana y tiene mucho amor por los pacientes, sobre todo con los más necesitados.

_Esa es la persona que yo busco _asi grité.

_Pero ya no está con nosotros _dijo la directora.

_¿Se murió? _Pregunté ansioso.

_NO, COMO CREE, La doctora Leticia solicitó una beca para especializarse y la ganó... ahora está en Italia.

Leticia sigue aprendiendo más y enseñando sus secretos para luchar.

Yo sigo queriendo saber hasta dónde llega el poder de las palabras; ¿Cuál es el sortilegio para encantar a las serpientes que jalan a los descobijados?; como profesor, ¿qué puedo hacer para equilibrar la balanza de la justicia social ante casos parecidos?; ¿Cuándo empezó el despegue de los sueños de Leticia en cuanto al resto de sus compañeras y compañeros?; ¿Dónde radica la fortaleza de las mujeres que superan cualquier expectativa?

Ya no quiero ser el maestro de Leticia: Ahora quiero aprender.

Quiero que me enseñe cómo evoluciona una oruga hasta convertirse en ángel y, sobre todo, quiero descubrir, ¿Cuál fue la varita mágica que la convirtió en la princesa del cuento?

El maravilloso poder de las palabras.

Tomado de Leyendas & Mitos

6 de marzo de 2021

¡¡¡ UN PAPÁ!!!


El padre casi siempre es invisible, casi, por que siempre como un súper héroe aparece cuando más lo necesitas, cuando sientes que ya no puedes, cuando lloras, cuando sientes que el mundo se te viene abajo, llega ese viejo gruñón con mil defectos y te dice con una sonrisa y una palmada en tu hombro tranquilo todo saldrá bien, un padre no es perfecto, por que es humano, que se cansa, se equivoca, se le olvidan las cosas, las fechas de nacimiento, pero un padre siempre preferirá que coman todos en su casa antes que él, tal vez se enoje contigo pero espera con ansias que amanezca y recibir un hola papá, cómo estas? ya comiste?

En las peores circunstancias siempre tu padre estará allí para dar su vida por todos sus hijos.
(Publicado por Marcelo Gómez).

CUANDO LOS PADRES ENVEJECEN

 

Déjalos envejecer con el mismo amor que ellos te dejaron crecer ... déjalos hablar y contar repetidas veces historias con la misma paciencia e interés que ellos escucharon las tuyas cuando eras niño ... déjalos vencer, como tantas veces ellos te dejaron ganar .... déjalos disfrutar de sus amigos, de las charlas con sus nietos ... déjalos gozar viviendo entre los objetos que lo han acompañado por mucho tiempo, pues sufren sintiendo que le arrancas pedazos de su vida ... déjalos equivocarse, como tantas veces te has equivocado tu ... DEJALOS VIVIR y procura hacerlos felices el último tramo del camino que les falta por recorrer, del mismo modo que ellos te dieron su mano cuando iniciabas el tuyo !!

22 de febrero de 2021

CUANDO SE CIERRA LA CASA DE LOS ABUELOS


Uno de los momentos más tristes de nuestras vidas llega cuando se cierra para siempre la puerta de la casa de los abuelos , y es que, al cerrarse esa puerta, damos por finalizados los encuentros con todos los miembros de la familia, que en ocasiones especiales cuando se juntan, enaltecen los apellidos, como si de una familia real se tratase, y llevados siempre por el amor a los abuelos, cual bandera.

Ni siquiera hace falta salir a la calle, estar en la casa de los abuelos es lo que toda la familia necesitaba para ser feliz.

Los reencuentros en navidad, regados con el olor a pintura fresca cual incienso, comida y música de charros al fondo, las tertulias a la sombra de la bugambilia, que cada año que llegan piensas si será la última vez... Cuesta aceptar que esto tenga fecha límite, que algún día todo estará cubierto de polvo o derrumbado y las risas serán un recuerdo ido de tal vez tiempos mejores.

El año pasa mientras esperas estos momentos, y sin darnos cuenta, pasamos de ser niños abriendo regalos, a sentarnos junto a los adultos en la misma mesa, jugando desde el postre del almuerzo, hasta el cafecito de la cena, porque cuando se está en familia, el tiempo no pasa y ese café es sagrado.

Las casas de los abuelos siempre están llenas de sillas, nunca se sabe si un primo traerá a la novia, o a un amigo o al vecino, porque aquí todo el mundo es bienvenido. Siempre habrá una ollita con café, o alguien dispuesto a hacerlo.

Saludas a la gente que pasa por la puerta, aunque sean desconocidos, porque la gente de la calle de tus abuelos es tu gente, es tu pueblo.

Cerrar la casa de los abuelos , es decir adiós a las canciones y dichos de la abuela y a los consejos del abuelo, al dinero que te dan a escondidas de tus padres como si de una ilegalidad se tratase, a llorar de risa por cualquier tontería, o a llorar por la pena de los que se fueron demasiado pronto. Es despedirse de la emoción de llegar a la cocina y destapar las ollas, y disfrutar el plato de ese día.

Así que, si algún día tienes la oportunidad de llamar a la puerta de esa casa y que alguien te abra desde dentro, debes aprovecharla cada vez que puedas, porque entrar ahí es imaginar ver a tus abuelos, a tus tíos, o a tus viejos, sentados esperando para darte un abrazo y consentirte, es sentir la sensación más maravillosa que puedas tener en la vida.

Si resulta que ahora nos toca ser abuelos, y ya nuestros padres no están, nunca perdamos la oportunidad de abrir las puertas a nuestros hijos y nuestros nietos y celebrar con ellos el don de la familia, porque solo en la familia es donde los hijos y los nietos encontrarán el espacio oportuno para vivir el misterio del amor a los más cercanos y a los que les rodean.

Disfruten y aprovechen la casa de los abuelos mientras puedan, pues llegará un momento en que, en la soledad de sus paredes y rincones si cierras los ojos y te concentras, podrás escuchar tal vez el eco de las risas, el griterío de los chicos jugando en el patio, o un llanto atrapado en el tiempo, y al abrirlos de nuevo, la nostalgia te atrapará, y te preguntarás, ¿porqué se fue todo tan deprisa? Y será doloroso descubrir que no todo eso se fue, sólo que lo dejamos ir...

29 de septiembre de 2018

La anciana de las semillas



Un hombre cogía cada día el autobús para ir al trabajo. Una parada después, una anciana subía al autobús y se sentaba al lado de la ventana. La anciana abría una bolsa y durante todo el trayecto, iba tirando algo por la ventana. Siempre hacía lo mismo y un día, intrigado, el hombre le preguntó qué era lo que tiraba por la ventana.

- ¡Son semillas! - le dijo la anciana.

- ¿Semillas? ¿Semillas de qué?

- De flores, es que miro afuera y está todo vacío... Me gustaría poder viajar viendo flores durante todo el camino. ¿Verdad que sería bonito?.

- Pero las semillas caen encima del asfalto, las aplastan los coches, se las comen los pájaros... ¿Cree que sus semillas germinarán al lado del camino?

- Seguro que sí. Aunque algunas se pierdan, algunas acabarán en la cuneta y, con el tiempo, brotarán.

- Pero... Tardarán en crecer, necesitan agua...

- Yo hago lo que puedo hacer. ¡Ya vendrán los días de lluvia!

La anciana siguió con su trabajo...

Y el hombre bajó del autobús para ir a trabajar, pensando que la anciana había perdido un poco la cabeza.

Unos meses después... yendo al trabajo, el hombre, al mirar por la ventana, vio todo el camino lleno de flores... ¡Todo lo que veía era un colorido y florido paisaje! Se acordó de la anciana, pero hacía días que no la había visto. Preguntó al conductor:

- ¿Qué hay de la anciana de las semillas?

- Pues, ya hace un mes que murió.

El hombre volvió a su asiento y siguió mirando el paisaje.

- Las flores han brotado, se dijo, pero ¿de qué le ha servido su trabajo?. No ha podido ver su obra.

De repente, oyó la risa de una niña pequeña que señalaba entusiasmada las flores...

- ¡Mira papá! ¡Mira cuantas flores!

La anciana de nuestra historia había hecho su trabajo y dejó su herencia a todos los que la pudieran recibir, a todos los que pudieran contemplarla y ser más felices.

Dicen que aquel hombre, desde aquel día, hace el viaje de casa al trabajo con una bolsa de semillas.

Está reflexión, está dedicada a todos aquellos maestros, educadores, profesionales de la enseñanza, que, hoy, más que nunca, no pueden ver cómo crecen las semillas plantadas, las esperanzas sembradas en el corazón, sobretodo, de los adolescentes que llenan sus clases.

Y como los padres son, o deberían ser, los grandes educadores, también está dedicada a ellos.

Porque... Educar es enseñar caminos.

5 de julio de 2016

LA PREOCUPACIÓN





La marcha iba llegando a Bellas Artes cuando un contingente de policías la “encapsuló”. De inmediato los granaderos levantaron los escudos y cerraron las filas. Los maestros se detuvieron y empezaron a corear consignas.

Aprovechando que la marcha se detenía una reportera se acercó a un maestro asoleado que tomaba un poco de agua de una botella.

—¿Le puedo hacer una pregunta? —le dijo.

—Claro que sí —respondió el maestro quitándose el sombrero y secándose el sudor de la frente con un paliacate rojo.

— ¿Acaso no le preocupa que los niños se queden sin clases? Ellos no tienen la culpa de nada.

El maestro tomó otro traguito de agua de la botella y le respondió.

—Sí, señorita. Me preocupa mucho que se queden sin clases.

—Pero es que con tantas marchas y paros los niños se quedan sin clases.

—Claro que me preocupa que se queden sin clases. Pero también me preocupa que se queden sin escuelas, sin educación, sin cupo en las universidades, sin empleo y sin futuro.

Me preocupa ver a mis alumnos, jóvenes y fuertes, vendiendo discos piratas en las calles sin que nadie les pregunte si ya comieron. Me preocupa verlos en el desempleo como millones de mexicanos, me preocupo mucho cuando atraviesan el desierto de Arizona a 50 grados con una triste botellita de agua para buscar el trabajo que aquí se les niega. Me preocupa que mis alumnas se embaracen a los 16 años porque no tienen más perspectivas en la vida que emplearse de cajeras en el Wallmart por el salario mínimo.

Me preocupa mucho ver a mis alumnos asaltando los micros o poniendo una narcotiendita o en las garras de los vicios porque el gobierno invierte más en operativos contra los maestros que en educación. Me preocupa ver a mis alumnas vendiendo sopes y productos de belleza mientras el presidente vive en una casa de 7 millones de dólares y viaja en un avión de 7200 millones de pesos.

Me preocupa que cuando mis alumnos se enferman tienen que formarse para sacar ficha en la madrugada, que no hay medicinas, que les dan cita tres meses después, que seis meses después pueden ver a un especialista y que les cambian cinco veces la fecha de la operación, hasta que se mueren porque solo tienen para una consulta con el doctor Simi. Me preocupa que cuando quieren formar pareja vivan de arrimados con sus padres, y que solo puedan aspirar a tener un pantalón pirata, un vestido pirata, una vida pirata.

Me preocupa y mucho, que López Dóriga, Adela Micha, Ciro Gómez Leyva les digan a quien deben odiar y a quien deben querer y que, en lugar de leer “Cien años de Soledad” crean a pie juntillas lo que dice la Rosa de Guadalupe o lo que Callamos las mujeres. Me preocupa que en tiempos de elecciones vendan su voto por una miserable despensa o por unos pesos que les quitan el hambre un día pero que los condenan a ser pobres toda la vida. Me preocupa que cuando lleguen a funcionarios o diputados, en lugar de defender a su pueblo, vendan su conciencia y voten a favor de entregar las riquezas nacionales a los extranjeros o que voten la Reforma Educativa o la reforma laboral que acabó con la jornada de 8 horas, el aguinaldo, el reparto de utilidades y convirtió en esclavos de los patrones a los trabajadores.

Me preocupa que me quieran evaluar con un examen de opción múltiple vigilado por el ejército y no sepan que trabajo en una escuela sin agua en los baños, sin pupitres, con alumnos que van sin desayunar o con las mochilas atiborradas de productos chatarra. Me preocupa que nunca uno de mis alumnos haya llegado a secretario de educación porque ese puesto está reservado para los amigos del presidente y para tecnócratas que en su vida han pisado la escuela Nicolás Bravo del Valle de Toluca donde las calles son de tierra y cuando llueve son de lodo. Me preocupa que con las modificaciones a la ley que aprobaron priístas, panrredistas, verdes, ecologistas cuando tengan 70 años solo puedan aspirar a una pensión de 1500 pesos mensuales. Me preocupa que lloren cuando la selección de futbol pierde 7-0 pero que les valga madre cuando el gobierno asesina a los estudiantes, a los maestros, a los luchadores sociales. Me preocupa cuando los veo dormidos en los camiones o en el metro porque tardan dos horas en llegar al trabajo o a su casa. Me preocupa que día a día coman peor porque día a día la comida sube de precio y el kilo de tortillas cueste 12 pesos y los políticos, que gana cien mil pesos mensuales, digan que el país crece y que tenemos la mejor infraestructura y que los inversionistas extranjeros están contentísimos.

Y tanto me preocupa que no tengan clases mis alumnos que lucho porque tengan otra clase de vida, otra clase de servicio médico, otra clase de justicia, otra clase de política, otra clase de salario, otra clase de país… Y otra clase de futuro…

Como verá, señorita. Me preocupan mucho, muchísimo mis alumnos. Por eso lucho.

15 de junio de 2016

ESCRIBIÓ CARLOS FUENTES


“Hay una ruptura en la historia de la familia, donde las edades se acumulan y se superponen y el orden natural no tiene sentido: es cuando el hijo se convierte en el padre de su padre”. Es cuando el padre se hace mayor y comienza a trotar como si estuviera dentro de la niebla. Lento, lento, impreciso. Es cuando uno de los padres que te tomó con fuerza de la mano cuando eras pequeño ya no quiere estar solo. Es cuando el padre, una vez firme e insuperable, se debilita y toma aliento dos veces antes de levantarse de su lugar. Es cuando el padre, que en otro tiempo había mandado y ordenado, hoy solo suspira, solo gime, y busca dónde está la puerta y la ventana - todo corredor ahora está lejos. Es cuando uno de los padres antes dispuesto y trabajador fracasa en ponerse su propia ropa y no recuerda tomar sus medicamentos. Y nosotros, como hijos, no haremos otra cosa sino aceptar que somos responsables de esa vida. Aquella vida que nos engendró depende de nuestra vida para morir en paz. Todo hijo es el padre de la muerte de su padre. Tal vez la vejez del padre y de la madre es curiosamente el último embarazo. Nuestra última enseñanza. Una oportunidad para devolver los cuidados y el amor que nos han dado por décadas. Y así como adaptamos nuestra casa para cuidar de nuestros bebés, bloqueando tomas de luz y poniendo corralitos, ahora vamos a cambiar la distribución de los muebles para nuestros padres. La primera transformación ocurre en el cuarto de baño. Seremos los padres de nuestros padres los que ahora pondremos una barra en la regadera. La barra es emblemática. La barra es simbólica. La barra es inaugurar el “destemplamiento de las aguas”. Porque la ducha, simple y refrescante, ahora es una tempestad para los viejos pies de nuestros protectores. No podemos dejarlos ningún momento. La casa de quien cuida de sus padres tendrá abrazaderas por las paredes. Y nuestros brazos se extenderán en forma de barandillas. Envejecer es caminar sosteniéndose de los objetos, envejecer es incluso subir escaleras sin escalones. Seremos extraños en nuestra propia casa. Observaremos cada detalle con miedo y desconocimiento, con duda y preocupación. Seremos arquitectos, diseñadores, ingenieros frustrados. ¿Cómo no previmos que nuestros padres se enfermarían y necesitarían de nosotros? Nos lamentaremos de los sofás, las estatuas y la escalera de caracol. Lamentaremos todos los obstáculos y la alfombra. Feliz el hijo que es el padre de su padre antes de su muerte, y pobre del hijo que aparece sólo en el funeral y no se despide un poco cada día. Mi amigo Joseph Klein acompañó a su padre hasta sus últimos minutos. En el hospital, la enfermera hacía la maniobra para moverlo de la cama a la camilla, tratando de cambiar las sábanas cuando Joe gritó desde su asiento: Deja que te ayude. Reunió fuerzas y tomó por primera vez a su padre en su regazo. Colocó la cara de su padre contra su pecho. Acomodó en sus hombros a su padre consumido por el cáncer: pequeño, arrugado, frágil, tembloroso. Se quedó abrazándolo por un buen tiempo, el tiempo equivalente a su infancia, el tiempo equivalente a su adolescencia, un buen tiempo, un tiempo interminable. Meciendo a su padre de un lado al otro. Acariciando a su padre. Calmando él a su padre. Y decía en voz baja:

- ¡Estoy aquí, estoy aquí, papá! “Lo que un padre quiere oír al final de su vida es que su hijo está ahí”.

Largo... hondo... reflexivo.

Ojala puedan compartirlo a sus familias. Una necesaria reflexión.!

26 de marzo de 2016

Carta a un zapatero que compuso mal unos zapatos



Estimable señor:

Como he pagado a usted tranquilamente el dinero que me cobró por reparar mis zapatos, le va a extrañar sin duda la carta que me veo precisado a dirigirle.

En un principio no me di cuenta del desastre ocurrido. Recibí mis zapatos muy contento, augurándoles una larga vida, satisfecho por la economía que acababa de realizar: por unos cuantos pesos, un nuevo par de calzado. (Éstas fueron precisamente sus palabras y puedo repetirlas.)

Pero mi entusiasmo se acabó muy pronto. Llegado a casa examiné detenidamente mis zapatos. Los encontré un poco deformes, un tanto duros y resecos. No quise conceder mayor importancia a esta metamorfosis. Soy razonable. Unos zapatos remontados tienen algo de extraño, ofrecen una nueva fisonomía, casi siempre deprimente.

Aquí es preciso recordar que mis zapatos no se hallaban completamente arruinados. Usted mismo les dedicó frases elogiosas por la calidad de sus materiales y por su perfecta hechura. Hasta puso muy alto su marca de fábrica. Me prometió, en suma, un calzado flamante.

Pues bien: no pude esperar hasta el día siguiente y me descalcé para comprobar sus promesas. Y aquí estoy, con los pies doloridos, dirigiendo a usted una carta, en lugar de transferirle las palabras violentas que suscitaron mis esfuerzos infructuosos.

Mis pies no pudieron entrar en los zapatos. Como los de todas las personas, mis pies están hechos de una materia blanda y sensible. Me encontré ante unos zapatos de hierro. No sé cómo ni con qué artes se las arregló usted para dejar mis zapatos inservibles. Allí están, en un rincón, guiñándome burlonamente con sus puntas torcidas.

Cuando todos mis esfuerzos fallaron, me puse a considerar cuidadosamente el trabajo que usted había realizado. Debo advertir a usted que carezco de toda instrucción en materia de calzado. Lo único que sé es que hay zapatos que me han hecho sufrir, y otros, en cambio, que recuerdo con ternura: así de suaves y flexibles eran.

Los que le di a componer eran unos zapatos admirables que me habían servido fielmente durante muchos meses. Mis pies se hallaban en ellos como pez en el agua. Más que zapatos, parecían ser parte de mi propio cuerpo, una especie de envoltura protectora que daba a mi paso firmeza y seguridad. Su piel era en realidad una piel mía, saludable y resistente. Sólo que daban ya muestras de fatiga. Las suelas sobre todo: unos amplios y profundos adelgazamientos me hicieron ver que los zapatos se iban haciendo extraños a mi persona, que se acababan. Cuando se los llevé a usted, iban ya a dejar ver los calcetines.

También habría que decir algo acerca de los tacones: piso defectuosamente, y los tacones mostraban huellas demasiado claras de este antiguo vicio que no he podido corregir.

Quise, con espíritu ambicioso, prolongar la vida de mis zapatos. Esta ambición no me parece censurable: al contrario, es señal de modestia y entraña una cierta humildad. En vez de tirar mis zapatos, estuve dispuesto a usarlos durante una segunda época, menos brillante y lujosa que la primera. Además, esta costumbre que tenemos las personas modestas de renovar el calzado es, si no me equivoco, el modus vivendi de las personas como usted.

Debo decir que del examen que practiqué a su trabajo de reparación he sacado muy feas conclusiones. Por ejemplo, la de que usted no ama su oficio. Si usted, dejando aparte todo resentimiento, viene a mi casa y se pone a contemplar mis zapatos, ha de darme toda la razón. Mire usted qué costuras: ni un ciego podía haberlas hecho tan mal. La piel está cortada con inexplicable descuido: los bordes de las suelas son irregulares y ofrecen peligrosas aristas. Con toda seguridad, usted carece de hormas en su taller, pues mis zapatos ofrecen un aspecto indefinible. Recuerde usted, gastados y todo, conservaban ciertas líneas estéticas. Y ahora...

Pero introduzca usted su mano dentro de ellos. Palpará usted una caverna siniestra. El pie tendrá que transformarse en reptil para entrar. Y de pronto un tope; algo así como un quicio de cemento poco antes de llegar a la punta. ¿Es posible? Mis pies, señor zapatero, tienen forma de pies, son como los suyos, si es que acaso usted tiene extremidades humanas.

Pero basta ya. Le decía que usted no le tiene amor a su oficio y es cierto. Es también muy triste para usted y peligroso para sus clientes, que por cierto no tienen dinero para derrochar.

A propósito: no hablo movido por el interés. Soy pobre pero no soy mezquino. Esta carta no intenta abonarse la cantidad que yo le pagué por su obra de destrucción. Nada de eso. Le escribo sencillamente para exhortarle a amar su propio trabajo. Le cuento la tragedia de mis zapatos para infundirle respeto por ese oficio que la vida ha puesto en sus manos; por ese oficio que usted aprendió con alegría en un día de juventud... Perdón; usted es todavía joven. Cuando menos, tiene tiempo para volver a comenzar, si es que ya olvidó cómo se repara un par de calzado.

Nos hacen falta buenos artesanos, que vuelvan a ser los de antes, que no trabajen solamente para obtener el dinero de los clientes, sino para poner en práctica las sagradas leyes del trabajo. Esas leyes que han quedado irremisiblemente burladas en mis zapatos.

Quisiera hablarle del artesano de mi pueblo, que remendó con dedicación y esmero mis zapatos infantiles. Pero esta carta no debe catequizar a usted con ejemplos.

Sólo quiero decirle una cosa: si usted, en vez de irritarse, siente que algo nace en su corazón y llega como un reproche hasta sus manos, venga a mi casa y recoja mis zapatos, intente en ellos una segunda operación, y todas las cosas quedarán en su sitio.

Yo le prometo que si mis pies logran entrar en los zapatos, le escribiré una hermosa carta de gratitud, presentándolo en ella como hombre cumplido y modelo de artesanos.

Soy sinceramente su servidor.


[Cuento. Texto completo.]

Juan José Arreola

8 de febrero de 2016

Ahora que ya morí.



Que sucede? no entiendo, solo sentí un dolor fuerte en la cabeza, mareos y ahora estoy tan confundido. Que pasa? por que mi esposa corre y llora.

Dicen que morí, pero no, estoy aquí pero ellos no me ven y no puedo abrazarlos. Oh ya veo, están trasladando a alguien en una carroza fúnebre, soy yo mismo, que extraño.

Veo a mi familia con gran dolor, todos lloran, pero yo solo veo, ya no siento dolor ni tristeza, es como ser un espectador. Pasan los días, mi familia regresa a casa sin mí, les dejo un gran vacío.

Ya alguien ocupa mi puesto de trabajo, todo vuelve a ser como antes, corren, atienden llamadas, hacen pagos, envían documentos, firman planillas, en fin es como si nunca hubiese faltado yo, que bien, algunos compañeros se acuerdan de mi a ratos y lamentan que ya no este.

Sin embargo en mi familia, el vacío persiste, mi esposa llora, esta confundida, no sabe como hacer sin mi, mi hijo pequeño pregunta: - Donde esta papá? y mi esposa le dice que en el Cielo, mi hija mayor acaba de comprender dolorosamente lo que es la muerte, no deja de llorar, no quiere ir a clases, no se puede concentrar, tampoco come. Mi perro se paro en la puerta y de ahí no hay quien lo saque, come, bebe agua y regresa a su puesto de espera.

Pasa el tiempo, mi hijo cumple cuatro años y yo no estoy, el se aferra a su mamá, se ha vuelto tímido y retraído, no hay una figura paterna para él, ya papá no esta...

Mi hija ya de 11 años casi no habla, a veces su mama la encuentra llorando, bajo mucho las notas y no muestra interés por nada.

Mi querida esposa, con toda la carga sobre sus hombros, la responsabilidad de dos hijos pequeños, tiene que sonreír a los niños para darles fortaleza.

Ya pasaron siete años y todo sigue igual, en casa el vacío, la tristeza, en la empresa donde trabajaba ya nadie me nombra y todo sigue igual sobre la marcha.

Sabes que dijo el forense? Que morí por stress, en mi cerebro se reventó una vena por una subida de tensión que me dio, cuando me llamaron de mi trabajo y me dijeron que de los 10 camiones que solicite solo llegaron 7. Y todo acabo...

Ahora me doy cuenta que para la empresa que trabajaba siempre era uno mas, completamente reemplazable en cualquier momento, pero que para mi familia era único e irreemplazable.

Por favor dedícate a lo que verdad es importante, todos necesitamos un trabajo que nos permita cubrir nuestras necesidades básicas, pero no te entregues a una empresa, entrégate a tus seres queridos... abraza a tus hijos, besa a tu esposa, llama a tus amigos, es a estos seres a quienes de verdad les harás falta cuando ya no estés y demuéstrales tu amor no con dinero sino con detalles de amor.

RECUERDA QUE ERES MUY IMPORTANTE....CUIDA A TUS HIJOS SI LOS TIENES Y RECUERDA EN CASA SIEMPRE HAY ALGUIEN ESPERÁNDOTE.

4 de febrero de 2016

Gandhi y su sabiduría


Cuando Mahama Gandhi estudiaba Derecho en Londres, un profesor de apellido Peters le tenía mala voluntad....pero, el alumno Gandhi nunca le bajó la cabeza y eran muy comunes sus encuentros:

Un día Peters estaba almorzando en el comedor de la Universidad y el venia con su bandeja y se sentó a su lado...El profesor muy altanero, le dice: "Estudiante Gandhi, Ud. no entiende!!!!!! Un puerco y un pájaro, no se sientan a comer juntos".... Y Gandhi le contesta : Esté Ud. tranquilo profesor, yo me voy volando" y, se cambió de mesa...

El profesor Peters verde de rabia, porque entendió q el estudiante le había llamado Puerco, decidió vengarse con el próximo examen...

Pero el alumno respondió con brillantez a todas las preguntas del examen ...Entonces el profesor le hace la siguiente interpelación:

"Gandhi, si Ud. va caminando por la calle y se encuentra con una bolsa y dentro de ella está la sabiduría y mucho dinero, ¿cuál de los dos se lleva? "...

Gandhi responde sin titubear: "¡Claro que el dinero, profesor!" El profesor sonriendo le dice " Yo, en su lugar, hubiera agarrado la sabiduría, ¿no le parece?"...

Gandhi responde: " Cada uno toma lo que no tiene profesor"...

El profesor Peters, histérico ya, escribe en la hoja del examen: "IDIOTA" y se la devuelve al joven Gandhi... Gandhi toma la hoja y se sienta... Al cabo de unos minutos se dirige al profesor y le dice: "

Profesor Peters, Ud. me ha firmado la hoja, pero no me puso la nota......

A veces la gente intenta dañarnos con ofensas que ni siquiera nos hemos ganado ... Pero solo nos daña el que puede y no el que quiere..

Si permites que una ofensa te dañe... Te dañara ... Pero si no lo permites , la ofensa volverá al lugar de donde salió... Seamos fuertes y astutos.

5 cátedras de Gestión Estratégica.


No sé si ya las conocen, pero me parecieron interesantes...

1 ª cátedra
Un cuervo está sentado en un árbol el día entero sin hacer nada. Un pequeño conejo ve el cuervo y pregunta:

- ¿Puedo sentarme como tu y no hacer nada todo el día?

El cuervo responde:

- Claro, ¿por qué no?

El conejo se sienta en el suelo debajo del árbol y se relaja. De repente una zorra aparece y come al conejo.

Conclusión: para estar sentado sin hacer nada, Usted debe estar en la cima.
2 ª cátedra
En África todas las mañanas el venado despierta sabiendo que debe llegar a correr más rápido que el león si quiere seguir vivo.

Todas las mañanas el león despierta sabiendo que debe correr más que el venado si no quiere morir de hambre.

Conclusión: no hace diferencia si Usted es venado o león; cuando el sol salga usted tiene que empezar a correr para sobrevivir.
3 ª cátedra
Dos funcionarios y el gerente de una empresa salen a almorzar y, en la calle, encuentran una antigua lámpara mágica.

Ellos frotan la lámpara y dentro de ella sale un genio.

El genio le dice:

- Yo sólo puedo conceder tres deseos, así que daré uno a cada uno de ustedes..

- Yo primero, yo primero, grita uno de los funcionarios! Yo quiero estar en las Bahamas dirigiendo un barco, sin tener ninguna preocupación en la vida... Puff y se fue...

El otro funcionario se apresura a hacer su solicitud:

- ¡Yo quiero estar en Hawai, con el amor de mi vida y tomar interminables piñas coladas! Puff, y él se fue...

Ahora Usted, dice el genio al gerente.

- Yo quiero a esos dos tontos de vuelta a la oficina después del almuerzo para una reunión.

Conclusión: Deja siempre que su jefe hable primero.
4 ª cátedra
Un cura va conduciendo por una carretera cuando ve a una monja en pie en el arcén. Él para y ofrece un aventón que la monja acepta. Ella entra en el coche, cruza las piernas mostrando su belleza... El sacerdote se

descontrola y casi choca con el auto. Después de lograr controlar el coche y evitar un accidente, no se resiste y pone la mano en la pierna de la monja. La monja lo mira y dice:

- Padre, recuerde el salmo 129..

El Padre muy apenado dice:

- Disculpe, hermana, la carne es débil... y saca la mano de la pierna de la monja.

Llegando a su destino la monja agradece y, con una sonrisa enigmática baja del auto y entra en el convento. Así que llega a la iglesia el padre y corre hacia las Escrituras para leer el Salmo 129, que dice:

"adelante, persista, más arriba encontrará la gloria del paraíso".

Conclusión: si Usted no está bien informado sobre su trabajo, puede perder excelentes oportunidades.
5 ª cátedra
Un granjero resuelve juntar algunas frutas en su propiedad. Toma una cubeta vacía y sigue rumbo a los árboles frutales. En el camino, al pasar por

una laguna, escucha voces femeninas y cree que probablemente algunas mujeres invadieron sus tierras. Al acercarse lentamente, encuentra bellas chicas desnudas bañándose en la laguna. Cuando se dan cuenta de su presencia, nadan hasta la parte más profunda de la laguna y gritan:

- ¡Nosotras no vamos a salir de aquí mientras Usted no deja de espiarnos y se vaya!.

El granjero responde:

- Yo no vine aquí para espiarlas a ustedes. Yo sólo vine a alimentar a los cocodrilos!

Conclusión: la creatividad es lo que hace la diferencia en la hora de alcanzar nuestros objetivos más rápidamente.
Por lo tanto,

Antes de hablar, escucha...

Antes de escribir, piensa...

Antes de gastar, gana...

Antes de juzgar, espera...

Antes de renunciar, intenta...

"En el mundo siempre habrá personas que te van a amar por lo que eres, y otras, que te van a odiar por la misma razón."

6 de septiembre de 2015


Un hombre soberbio visitó a un maestro y le pidió que le enseñara lo que sabía. Le dijo que aunque ya había aprendido todo lo necesario de diversos maestros, igual quería escucharlo.

El maestro le ofreció una taza de té. Al servirlo, no reparó que había llegado al borde de la taza y el té se derramó sobre la ropa de su visitante .
 
El hombre molesto, le dijo : ¿Qué puedes enseñarme tú, si ni siquiera sabes servir el té?

El maestro respondió:”Como esta taza, tu mente está llena de ideas. Si te doy más conocimientos, se derramará como el té. Regresa cuando la taza de tu mente esté vacía y quieras verdaderamente escuchar”.

20 de agosto de 2015

El chisme


En la antigua Grecia Sócrates tenía una gran reputación de sabiduría. Un día vino alguien a encontrar el gran filósofo, y le dijo:
- ¿sabes lo que acabo de oír sobre tu amigo?
- un momento-respondió Sócrates. - antes de que me lo cuente, me gustaría hacerte un test, de los tres tamices.
- ¿los tres tamices?
- sí,-continuó Sócrates. - antes de contar cualquier cosa sobre los otros, es bueno tomar el tiempo de filtrar lo que se quiere decir. Lo llamo el test de los tres tamices.
1. El primer tamiz es la Verdad. ¿Has comprobado si lo que me dices es verdad?
- No. Solo he oído.
- Muy bien. Así que no sabes si es la Verdad.
2. El segundo tamiz, el de la Bondad. Lo que quieres decirme sobre mi amigo, ¿es algo bueno?
- ¡Ah no! Por el contrario.
- Entonces,-continuó Sócrates,-quieres contarme cosas malas acerca de él y no estás seguro que son verdaderas.
3. Tal vez aún puedes pasar la prueba, sigue el tercer tamiz, el de la Utilidad. ¿Es útil que yo sepa qué me habría hecho este amigo?
- No, en serio.
- Entonces,-conclusión de Sócrates,-lo que querías contarme no es ni Cierto, ni Bueno, ni Útil; ¿porque querías decírmelo?

19 de agosto de 2015

Carta de Abraham Lincoln hacia el profesor de su hijo.


Querido Profesor, mi hijo tiene que aprender que no todos los hombres son justos ni todos son veraces, enséñele que por cada villano hay un héroe, y que por cada político egoísta hay un líder dedicado.

También enséñele que por cada enemigo hay un amigo y que más vale moneda ganada que moneda encontrada.

Quiero que aprenda a perder y también a gozar correctamente de las victorias. Aléjelo de la envidia y que conozca la alegría profunda del contentamiento.

Haga que aprecie la lectura de buenos libros, sin que deje de entretenerse con los pájaros, las flores del campo y las maravillosas vistas de lagos y montañas.

Que aprenda a jugar sin violencia con sus amigos. Explíquele que vale más una derrota honrosa que una victoria vergonzosa. Que crea en sí mismo y sus capacidades aunque quede solito, y tenga que lidiar contra todos.

Enséñele a ser bueno y gentil con los buenos y duro con los perversos. Instrúyalo a que no haga las cosas porque simplemente otros lo hacen, que sea amante de los valores.

Que aprenda a oír a todos, pero que a la hora de la verdad, decida por sí mismo. Enséñele a sonreír y mantener el humor cuando esté triste y explíquele que a veces los hombres también lloran.

Enséñele a ignorar los gritos de las multitudes que solo reclaman derechos sin pagar el costo de sus obligaciones.

Trátelo bien pero no lo mime ni lo adule, déjelo que se haga fuerte solito. Incúlquele valor y coraje pero también paciencia, constancia y sobriedad.

Transmítale una fe firme y sólida en el Creador. Teniendo fe en Dios también la tendrá en los hombres. Entiendo que le estoy pidiendo mucho pero haga todo aquello que pueda.

ABRAHAM LINCOLN, 1830

2 de marzo de 2015

Pensamiento del hijo de una docente



"Hoy estuve pensando en esto de ser hijo de docente, en realidad nunca le había prestado atención, bueno, a mí me encanta, me parece asombroso. Presta atención a lo que te voy a contar y te darás cuenta por qué te lo digo....

Empecemos, Los hijos de docentes sabemos mucho del léxico docente, sabemos de «adaptación curricular» así se denomina a la media hora en la cual tu mamá no te habla, luego de haber llegado del colegio, no intentes hablarle una palabra… porque la contestación termina en: ¡déjame concentrarme! Es como un «estado de crisis»...

Los hijos de docentes, sabemos lo que es ir a guardería desde los 45 días de vida, o que nos cuide algún familiar cercano. Las maestras son nuestras primeras y segundas madres, el 90% sabemos cocinar con: «lo que hay en la heladera» y lo aprendimos a la fuerza, si no te haces algo estás frito y muerto de hambre, ya que por lo general no la ves a mamá antes de ir al colegio (a tu colegio); los hijos de docentes sabemos hacer la tarea sin la ayuda de mamá, sabemos plancharnos la ropa, cosernos las medias y, sobre todo, movernos solos. Para nosotros la palabra «aguinaldo» significa: «zapatillas nuevas» y una esperanza a cualquier otro tipo de gasto «cuando cobre el aguinaldo, vemos»...

En los actos escolares, reconoces un hijo de docente porque la mama nunca puede ir, y el día de la madre menos pues está cumpliendo con las mamas de otros niños, pero de esa manera aprendimos a tener madres sustitutas y pedirle a la mamá de tu amigo que te acompañe, obviamente que en la primera fila, papá (si es que no trabaja).

La mamá docente, no sólo da clases a la mañana sino que por lo general a la tarde corrige, planifica... señoras y señores, el ser docente no es un trabajo de medio día, es un trabajo de vida completa. Si trabaja medio día, en la tarde planifica y hace trabajos en cartulina...

Releo lo que escribo y pienso que esto puede sonar como una queja, lejos de eso está; las docentes son las mejores madres del mundo, nos enseñan la palabra «independencia», nos hablan de arreglárnosla solos, pero cuando las necesitamos, aparte de docentes son mamás, y las mejores que conocí, ¿cómo no van a ser las mejores? si tenemos mínimo 30 hermanos por año.

Mi mamá docente me enseñó a vivir, y cuando me preguntan ¿a qué se dedica tu mamá?
Digo: es docente, es psicóloga, es maga, es psicopedagoga, es esposa, es mi mamá (y la de un montón más)...

18 de enero de 2015

Carta de George Carlin


La paradoja de nuestro tiempo en la historia es que hemos construido edificios más altos pero temperamentos más cortos, autopistas más anchas, pero puntos de vista más estrechos. Gastamos más pero tenemos menos, compramos más, pero disfrutamos menos. Tenemos casas más grandes y hogares más pequeños, más comodidades, pero menos tiempo. Tenemos más grados pero menos sentido, más conocimiento, pero menos juicio, más expertos, sin embargo más problemas, más medicina, pero menos bienestar.

Bebemos demasiado, fumamos demasiado, gastamos muy imprudentemente, reímos muy poco, manejamos demasiado rápido, nos ponemos demasiado irritados, nos estamos hasta muy tarde en la noche, nos levantamos demasiado cansados, leemos muy poco, miramos demasiada TV, y rezamos muy rara vez. Hemos multiplicado nuestras posesiones, pero reducido nuestros valores. Hablamos demasiado, amamos muy rara vez, y odiamos muy a menudo. 

Hemos aprendido cómo ganarnos la vida, pero no a vivirla. Hemos adicionado años a la vida pero no vida a los años. Hemos ido todo el camino a la luna y de regreso, pero tenemos problema para cruzar la calle para conocer a un nuevo vecino. Hemos conquistado el espacio exterior pero no nuestro espacio interior. Hemos hecho grandes cosas, pero no mejores cosas. 

Hemos limpiado el aire, pero hemos contaminado nuestras alma. Hemos conquistado el átomo, pero no nuestros prejuicios. Escribimos más, pero aprendemos menos. Planeamos más, pero logramos menos. Hemos aprendido a ir de prisa, pero no a esperar. Hemos construido más computadores para tener información, para producir más copias que siempre, pero comunicamos menos y menos. 

Hay los tiempos de comidas rápidas y de baja digestión, de hombres y mujeres muy grandes pero de carácter pequeño, de ganancias empinadas y relaciones superficiales. Éstos son los días de los doble ingresos pero más divorcios, casas más extravagantes, pero hogares rotos. Éstos son los días de viajes rápidos, pañales desechables, moralidad desechable, encuentros amorosos de una sola noche, cuerpos con sobrepeso, y de las pastillas que hacen de todo, desde animar, calmar hasta matar. Es un tiempo cuando hay mucho en la vidriera del mostrador y poco en las bodegas y almacenes. Un tiempo cuando la tecnología puede traer esta carta a ustedes, y un tiempo cuando usted puede escoger ya sea compartir este entendimiento, o sólo pulsar borrar de suprimir.

Recuerden, gasten algún tiempo con sus seres queridos, porque ellos no van a estar ahí por siempre. 

Recuerden decir una palabra amable a quienes los admira, porque esa personita crecerá y dejará su lado. 

Recuerden dar un caluroso abrazo a alguien cercano a ustedes porque es ése el único tesoro que pueden dar con el corazón y eso no cuesta un centavo. 

Recuerden decir “te amo” a su pareja y a sus seres queridos, pero principalmente, háganlo con intención. Un beso y un abrazo repararán heridas y curar cualquier dolor cuando viene de muy adentro de ustedes. 

Recuerden cogerse de las manos y compartan el momento porque algún día esa persona no estará allí de nuevo. 

¡Dense tiempo para amar, dense tiempo para hablar! Y dense tiempo para compartir los preciosos pensamientos de su mente. 

Y SIEMPRE RECUERDEN: “La vida no es medida por el número de respiros que tomamos, sino por los momentos que nos quitan el aliento.

George Carlin

17 de enero de 2015

Cuando yo ya no pueda



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El día que esté viejo y ya no sea el mismo, ten paciencia y compréndeme. Cuando derrame comida sobre mi camisa y olvide como atarme los zapatos, recuerda las horas que pasé enseñándote a hacer las mismas cosas.

Si cuando converses conmigo repito y repito la misma historia que tú conoces de sobra, no me interrumpas y escúchame. Cuando eras pequeño, para que te durmieras tuve que contarte miles de veces el mismo cuento hasta que cerraras tus ojitos.

Cuando haga mis necesidades frente a otros no me avergüences no tengo culpa de ello, no puedo controlarlo. Piensa cuantas veces te ayude de niño pacientemente.
No me reproches porque no quiera bañarme; ni me regañes por ello. Recuerda cuando te perseguía y los mil pretextos que inventaba para hacerte más agradable tu aseo.

Acéptame y perdóname ya que el niño ahora soy yo…

Cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas que tú sabes y que ya no podre entender, te suplico que me des todo el tiempo que sea necesario para no lastimarme con una sonrisa burlona o tu indiferencia.
Siempre participe en la educación que hoy tienes para enfrentar la vida tan bien como lo haces, y si fallan las piernas por estar cansadas, dame una mano tierna para apoyarme como lo hice yo cuando empezaste a caminar con tus débiles piernitas, no te sientas triste o impotente por cómo me ves dame tu corazón, compréndeme.

De la misma manera como te he acompañado en tu sendero, acompáñame a terminar el mío, dame amor y paciencia que yo te volveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti; piensa que con el paso que me adelanto a dar estaré construyendo para ti otra ruta de amor en otro tiempo.

LA ÚLTIMA GOTA



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Aquella mañana parecía ser como cualquier otra, la ciudad despertaba lentamente, las luces de neón desaparecían y las marquesinas se iban apagando como velas que se consumen, los trasnochadores huían de los primeros rayos del sol y el sonido de la gran ciudad iba creciendo a cada momento como un palpitante corazón que activa su ritmo ante el esfuerzo físico.

Sin embargo no sería como cualquier otra, cerca de las once de la mañana las amas de casa que lavaban trastos y ropa notaron que el chorro de agua que fluía incesante por el grifo decrecía y se apagaba; algunas maldijeron, otras se lamentaron gimoteando, no falto la que golpeara los tubos y las llaves y las mas, se encogieron de hombros… ya volverá.

La comida estuvo tarde, los trastos no pudieron lavarse, en la calle no se vendió comida y los puestos de aguas frescas agotaron sus existencias, los sanitarios se empezaron a convertir en un problema pero a pesar de todo aquello existía la esperanza, volverá, pensaban.

El tercer día todos asistieron al trabajo sin bañarse, los transportes y las oficinas olían mal y muchos restaurantes tuvieron que cerrar y los enfriadores así como los equipos de aire acondicionado no trabajaron.

En los supermercados las latas de jugo, de conservas y los refrescos se agotaron en las primeras horas de la mañana, por supuesto escaseo la leche hasta desaparecer; en las calles empezaron a quedarse detenidos algunos automóviles por falta de líquido, el tránsito para las primeras horas de la tarde se detuvo por completo, el agua no volvia, la gente pensó en todo para conseguir el vital líquido, secaron los tinacos con esponja, sacaron el agua de los radiadores de los vehículos, rompieron tuberías para chupar hasta las últimas gotas y por ultimo recurrieron a las alcantarillas y las coladeras a los charcos y a las zanjas.

Al quinto día la asistencia a los trabajos fue nula, aquello se había convertido en un problema tan grande que nadie se podía dar el lujo de pensar en otra cosa que no fuese el agua; la ciudad apestaba, el olor que despedían las casas y las calles era nauseabundo por todas partes se encontraban desperdicios, excremento, basura.

Muchas personas empezaron a emigrar a otras partes en busca del agua, siempre en busca del agua, la ciudad empezaba a morir rápidamente, se encontraba totalmente paralizada los caminos obstruidos por cientos de vehículos inservibles.

Para el séptimo día la ciudad era solo podredumbre y devastación, el éxodo comenzó a generalizarse, y por las carreteras se veían miles de personas emigrando a otras ciudades con la esperanza de encontrar agua, no había luz ni servicio en los teléfonos; las comunicaciones estaban interrumpidas por el personal que abandonaba sus puestos, no había vida posible.

En el noveno día no quedaba habitante alguno en la ciudad, todos la habían abandonado, la peste lo inundaba todo, el aire era irrespirable, la era del agua había terminado por fin, ya no habría personas que lavaran día tras día sin necesidad ni quien se exprimiera los barros frente al espejo mientras el agua se consumía en el lavabo, ya no más duchas tranquilas de veinte y treinta minutos con agua caliente mientras casi se dormían en la regadera o en la tina, ya no más lavadas de trastos con grandes cantidades de agua, ya no más mangueras abiertas serpenteando sobre la acera olvidadas mientras el líquido corre, ya no más fugas de agua de las que nadie hace caso, ya no más.

Pasados doce días un hombre sudoroso y con la ropa hecha girones se acercó a la ciudad, tras él una mujer con un niño en brazo trastabillaban, llevaban los labios partidos por la sed sus ojos se hundían los huesos de sus caras sobresalían desmesuradamente, el hombre primero en llegar se cubrió la nariz con una mano, el olor daba nauseas, cayó de rodillas a mitad de la calle, la mujer llego hasta el sollozando desesperada -No es posible- grito ella aferrándose a los hombros de su esposo –Si- contesto el resignado el agua se ha terminado en todo el mundo para siempre alcanzo a decir al tiempo que veían a su pequeño hijo morir deshidratado en sus brazos.

En nuestras manos está el destino del mundo…

10 de enero de 2015

Gracias a dios por lo que tengo.


Aunque me tapo los oídos con la almohada
y grito de rabia cuando suena el despertador...
Gracias a Dios que puedo oír.
Hay muchos que son sordos.

Aunque cierro los ojos cuando,
al despertar, el sol se mete en mi habitación...
Gracias a Dios que puedo ver.
Hay muchos ciegos.

Aunque me pesa levantarme y salir de la cama...
Gracias a Dios que tengo fuerzas para hacerlo.
Hay muchos postrados que no pueden.

Aunque me enojo cuando no encuentro mis cosas en su lugar
porque los niños hicieron un desorden...
Gracias a Dios que tengo familia.
Hay muchos solitarios.

Aunque la comida no estuvo buena y el desayuno fue peor...
Gracias a Dios que tengo alimentos.
Hay muchos con hambre.

Aunque mi trabajo en ocasiones sea monótono rutinario...
Gracias a Dios que tengo ocupación.
Hay muchos desempleados.

Aunque no estoy conforme con la vida,
peleo conmigo mismo y tengo muchos motivos para quejarme...
Gracias a Dios por la vida.

Aunque el dinero no me alcance para zapatos nuevos...
Gracias padre celestial, pues tengo pies...
Hay quienes no los tienen.

Cuando veo mis manos maltratadas,
por el trabajo, y mi bajo salario…
Gracias Señor, pues tengo manos...
Algunos no tienen manos.

Cuando me quejo del pago de servicios
y veo que no me alcanza...
Gracias padre de los cielos,
hay muchos que carecen de todo.

Gracias padre celestial por el aire que respiro...
Porque sigo respirando...
cuando muchos han dejado de hacerlo hoy.

Son tantas las cosas que tengo que agradecerte...
Por cada día que me permites despertar a la vida...
Gracias Dios mío.

Consuelos para los deprimidos


Hay consuelo para aquellos que están deprimidos, hay esperanza y un mejor camino.

Ese camino es Dios, ábrele tu corazón y dile todas tus penas y todo tus pesar, que el te escuchará y te comprenderá lo que tu alma y tu espíritu hoy siente.

Dios es mayor que nuestro corazón y conoce todas las cosas, sabe tus circunstancias y tus preocupaciones.

Cuando crees que solo estás, no sabes que El contigo está,

Nuestro amoroso Padre Celestial, no solo ve nuestro pecados y errores, sabe que hay circunstancias atenuantes, está enterado de nuestro curso de vida y nuestros motivos e intenciones.

También sabe que hemos heredado el pecado, la enfermedad, y la muerte y por eso tenemos grandes limitaciones.

Dios se conduele de todo los que nos pasa, de nuestras situaciones deplorables y en despliegue de compasión toma en cuenta que somos débiles.

Dios es misericordioso y benévolo, tan lejos como está el naciente del poniente, así de lejos ha puesto de nosotros nuestras transgresiones.

Pues El conoce bien la forma de nuestro espíritu y de nuestra alma y se acuerda que somos polvo.

Verdaderamente nuestro Dios es un Dios misericordioso y nos extiende una invitación, de arrojar nuestras cargas y nuestros pesares sobre El.

Sin duda El puede revivificar el corazón de los que sufren, por eso debemos pedirle a Dios en forma de oración.

Por medio de la oración, le podemos pedir por nuestras penas y pesares, darle todas nuestras inquietudes, por que El se interesa por nosotros como sus hijos.

Si, mediante la oración las personas pueden acercarse a Dios y disfrutar de la paz que solo El sabe dar, y que supera todos los pensamientos y sentimientos.

No obstante el deprimido puede hallar consuelo y esperanza en la lectura de la palabra de Dios, que nos dará esperanza segura de que se eliminará permanentemente todas las enfermedades humanas del alma y del corazón.

Dios nos promete limpiar todas las lágrimas de nuestros ojos, solo hay que abrirle nuestro corazón y dejarlo entrar, para así encontrar su amor y su paz.

Como echar a perder a un hijo.


Comience por dar a su hijo durante la infancia todo lo que él quiera; así crecerá con la falsa idea de que todo mundo tiene que servirle.

Cuando aprenda malas palabras, celébrele "el chiste"; así creerá que es "muy gracioso" y lo estimulará a aprender otras GROSERIAS que le sacarán a usted de quicio en unos años más.

Nunca le dé educación espiritual; espere a que su "niño" cumpla 21 años para que "decida por sí mismo".

Evite usted el uso de la palabra "malo" o "pecado"; podría crearle un complejo de "culpabilidad".

Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, para que "aprenda bien" a dejar toda responsabilidad a los demás.

Déjele leer historietas, noveluchas, pornografía y cuanta cosa caiga en sus manos; así su cerebro, lleno de inmundicia, se desarrollará sin "prejuicios".

Tenga demasiadas "juntas" por las noches y riña con su cónyuge en presencia de sus hijos; así éstos no sentirán el "terrible choque" cuando sobrevenga el divorcio o separación.

Déle todo el dinero que le pida y cúmplale sus caprichos; al negárselos podría crearle un complejo de "frustración".

Póngase siempre de su parte contra los vecinos, profesores y cuando venga el caso, contra la policía; todas estas personas le tienen "mala idea" a su hijo.

Nunca se preocupe por darle buen ejemplo y cuando alguien le busque a usted y no quiera ser interrumpido, ordénele que diga que "no está" para que desde pequeño aprenda a "salir de apuros".

Luego de seguir estas instrucciones, prepárese para una vida "de tranquilidad". Usted se la merece. Y cuando "su niño" sea un delincuente, apresúrese a exclamar: "¿Qué pecado habré cometido, Dios mío, para merecer esto?".

24 de diciembre de 2014

¡Bienvenido enero y año nuevo!



El tiempo pasa volando casi sin darnos cuenta.

Hace nada era otro año, y aunque todo parece ser prácticamente igual, ahora estamos viviendo un nuevo año.

¿Y qué tiene de diferente este año?
Nada, la verdad es que todo sigue igual: el mismo sol, los días iguales, el mismo aire, el mismo ambiente, la misma semana… sólo el número del año es diferente.
Pero....
Tú puedes hacer que este año sea diferente.

En tus manos está la capacidad de lograr que todo sea diferente este año: lograr cambios en tu vida, en tu familia, en tus amistades, comunidad, pueblo, país y mundo. Por insignificante que te sientas, si tú personalmente aportas tu propio granito de arena, lograrás realizar valiosos cambios.

Lo importante de llegar a enero comenzando un nuevo año no es que ayer fuese un año y hoy otro… lo importante es llegar al día de hoy haciendo una diferencia.

¿Cómo?
Buscando la paz, amor, teniendo fe, esperanzas, modificando actitudes, ayudando y sirviendo a los demás, acercándonos a Dios y caminando de su mano…

Si tú pones de tu parte en hacer que las cosas sean mejores, no tengo duda de que lo lograrás.

Navidad sin ti


En Navidad es cuando más recordamos a los fallecidos

En Navidad recordamos mucho a los seres queridos con quien en el pasado compartimos días alegres y festivos.
Les extrañaremos siempre, que en paz descansen.

¿Cómo no recordarles y añorarles en Navidad?¿Cómo no extrañarles cuando vemos su asiento vacío?Nos han dejado un vacío que nunca podremos llenar.
Nunca llega el olvido de un ser amado que ha fallecido, pues siempre estarán en nuestros corazones, en cada cosa que hacemos o dejamos de hacer…
Tratamos de superar el dolor de su pérdida, pero la muerte no se supera nunca, sólo se puede aprender a vivir sin ellos a nuestro lado.

En Navidad recordamos más a quien el día de ayer estuvo a nuestro lado y que ya nunca más podrá estar, ni tan siquiera para darnos un abrazo o una sonrisa. Nos resignamos, recordando los momentos vividos con ellos, las Navidades pasadas a su lado… unas Navidades que nunca más serán lo mismo, porque nunca más estarán.

Cerramos los ojos y por un sólo instante quisiéramos volver hablar, o tocar sus manos o abrazarlos…
pero ya no están.

Y alzamos la mirada al cielo, con la esperanza de que quizás nos estén mirando desde lo alto, escuchando nuestro corazón… y al hacerlo, lágrimas se forman en nuestros ojos.

Ojalá hubiese una escalera hasta el cielo para poder abrazarlos y decirles que les extrañamos, que nada ha sido igual desde su último aliento.

Mas la vida continúa, no queda más que confiar que Dios nos dé un bálsamo para aliviar el dolor. Así es la vida, nacemos y morimos: los que se van primero lo hacen dejando un largo camino de tristeza para los que quedamos atrás.

Sí, ojalá hubiese una escalera hasta el cielo para abrazarlos por Navidad y decir “te quiero tanto que hasta duele respirar”…

Un padre muerto, una madre fallecida, un hijo fallecido, un hermano que se ha ido, un papá que murió, una mamá que nunca volverá pues pasó a mejor vida... un amigo, amiga, familiar, abuelo, abuela... qué triste es cuando han muerto, fallecido, te extraño, te echo de menos, quisiera que aun vivieses.

La docencia es como un viaje en tren



La docencia es como un viaje en tren

La docencia es como un viaje en tren…
Observen que en la escuela o Universidad, las aulas son como sus vagones…
Y a nosotros se nos hace responsables de uno de ellos
Todos los años suben al tren nuestros alumnos
Y empiezan o continúan un viaje fascinante…

A nuestro vagón sube ese alumno rebelde, el estudioso, el cariñoso y el creativo…
Y con TODOS ellos, comenzamos a recorrer el Camino…
¿Nuestra responsabilidad?
¡GUIARLOS A BUEN DESTINO!…

En otros vagones, están nuestros compañeros, docentes que eligieron este mismo tren
Con los que compartimos momentos inolvidables
Y que no debemos dejar de ver para alimentar nuestra amistad
Porque si no los vemos, es posible que el día que lo intentemos…

Ya no estén…
Y pensaremos que no hemos sido buenos compañeros de viaje…
¿SABEN CUÁL ES EL MAYOR INTERROGANTE?
SI NUESTROS ALUMNOS VAN A VALORAR LO QUE ELEGIMOS HACER
SI LOGRAMOS DEJAR HUELLA EN ELLOS, O NO…

La verdad es que no siempre lo sabemos…
Algunos terminan su viaje con nosotros, Y JAMÁS volvemos a verlos…
Pero otros…
Y ESO ES LO MÁS GRATIFICANTE DE NUESTRA PROFESIÓN…

VISITAN EL TREN PARA MOSTRARNOS QUIENES LLEGARON A SER
CUANTO HEMOS AYUDADO A QUE LO SEAN
Y CUANTO VALORAN HABER VIAJADO CON NOSOTROS…

ES CUANDO SENTIMOS QUE EL TREN VA MÁS RÁPIDO
Es cuando confirmamos que este
ES UN HERMOSO VIAJE
Pero como todo viaje, también tendrá una estación final para nosotros…

Y en ese momento nos preguntamos: si ayudamos a construír la vida de todos aquellos que viajaron con nosotras en nuestro vagón…

Pero sobre todo…
Si fuimos felices por haber elegido el mejor trabajo del mundo…
El de ayudar a los padres a modelar hombres y mujeres de bien…
El de transmitir valores y principios legados por nuestros abuelos, y…

¿Saben qué?…

Cuando me toque a mí responderme este interrogante, me animaré a recordarme que no desaproveché esta hermosa oportunidad…

Les deseo que tengan un
FELÍZ VIAJE!

28 de agosto de 2014

Carta de una madre


Querido(a) hijo(a), el día que me veas viejita, te pido por favor que me tengas paciencia. Entiende que la vida es un ciclo y todos volvemos a ser niños.
Sí cuando hablo contigo, repito lo mismo mil veces, no me interrumpas para decirme: ¡eso ya me lo contaste!, sólo escúchame por favor…

Cuando quiera comer algo que no deba por mi salud, no me grites, explícame con cariño así como yo te explicaba muchas veces el daño que te hacían los dulces.
Cuando veas mi ignorancia ante la nueva tecnología, dame el tiempo necesario para aprender, y por favor no hagas esos gestos mal humorados, reflejados en tu mirada, que me hacen sentir mal.

Recuerda que yo te enseñe a hacer muchas cosas como: comer, vestirte, peinarte y cómo afrontar la vida…

El día que notes que me estoy volviendo vieja, ten paciencia conmigo y sobre todo trata de entenderme…

Sí ocasionalmente pierdo la memoria o el hilo de la conversación, dame el tiempo necesario para recordad y si no puedo, no te pongas nervioso(a) o arrogante. Ten presente en tu corazón que lo más importante para mí es estar contigo, que me pidas consejos y me tomes en cuenta.

Y cuando mis cansadas y viejas piernas, no me dejen caminar como antes, dame tu mano, de la misma manera que yo te la ofrecí cuando diste tus primeros pasos.
Cuando estos días vengan, no te sientas triste ni me hagas sentir incompetente ayúdame mientras llega al final de mi vida, pero con amor y cariño.

Regálame flores “ahora” que puedo oler su aroma, dime que me amas “ahora” que aun puedo escucharte, demuéstrame tu amor “ahora” que puedo verte. Aunque no tenga el suficiente dinero para premiarte con un regalo, yo te lo agradeceré con una gran sonrisa, TE AMO

Atte. tu viejita

.... Y... ¿A poco no es así?

A los 3 años: ¡Mamita te amo!
A los 10 años: ¡Mamá te quiero!
A los 15 años: ¡Ah, sí mamá!
A los 18 años: ¡Como fastidias mamá!
A los 20 años: ¡Quiero irme de la casa!
A los 35 años: ¡Quiero vivir con mi madre!
A los 50 años: ¡No te vayas mi viejita linda!
A los 70 años: ¡Cuánto daría por estar cinco minutos con mi mamá!

Y después de todo, comienzas a valorar que tu hermosa madre:
- Cambio su figura por una barriga.
- Que cambio un delineador de ojos por ojeras.
- Que cambio las noches de rumba por constantes trasnoches.
- Que cambio su bolso de mano por una pañalera

Y sólo para recibir amor a cambio.

Así que apapacha a tu madre no sólo una ves al año, sino cada segundo que puedas...

23 de agosto de 2014

50 Preguntas para docentes. ¿Cuál es tu preferida?


  1. ¿Por qué ejerzo de docente?
  2. ¿Me veo ejerciendo de docente durante toda mi vida laboral?
  3. ¿De qué ejercería si no lo hiciera como docente?
  4. ¿Qué siento minutos antes de entrar en un aula?
  5. ¿Cómo quiero que me recuerden mis alumnos el día de mañana?
  6. ¿Me siento libre cuando enseño?
  7. ¿Me siento feliz cuando enseño?
  8. ¿Qué porcentaje del libro de texto no utilizo durante el curso?
  9. ¿Cuántas fotocopias de material extra doy a mis alumnos teniendo un libro de texto?
  10. ¿Existe mucha distancia entre el registro que uso en clase y el de mis alumnos?
  11. ¿Tengo clara la diferencia entre disciplina y castigo?
  12. ¿Sería capaz de entender lo que voy a explicar hoy si tuviera la edad de mis alumnos?
  13. ¿Cúantos minutos han hablado mis alumnos hoy en clase?
  14. ¿Cuántos alumnos creo que serán capaces de entender lo que hoy les voy a explicar?
  15. ¿Por qué llevan mis alumnos varios minutos sin escucharme?
  16. ¿Qué aplicación tiene para la vida real lo que estoy enseñando a mis alumnos?
  17. ¿Por qué hoy la clase pasa tan lenta?
  18. ¿Qué beneficios me aporta llegar puntual a clase?
  19. ¿Cuántos cursos llevo explicando lo mismo de la misma forma?
  20. ¿Cómo enseño aquello que no me gusta enseñar de mi asignatura?
  21. ¿Qué grado de pasión  y entusiasmo soy capaz de transmitir mientras enseño?
  22. ¿Qué he aprendido hoy de mis alumnos?
  23. ¿Qué posición ocupo en el aula para captar la atención de mis alumnos?
  24. ¿Cuánto tiempo hablo de forma ininterrumpida?
  25. ¿Cuánto tiempo tardo en aprenderme el nombre de mis alumnos?
  26. ¿Cómo gestiono el error que cometen mis alumnos?
  27. ¿Cuándo ha sido la última vez que me he reído con mis alumnos en clase?
  28. ¿Soy la misma persona fuera que dentro del aula?
  29. ¿Miro constantemente el reloj durante una sesión lectiva?
  30. ¿Suelo mirar a los ojos y atender exclusivamente a mis alumnos cuando estos se dirigen a mí?
  31. ¿Me considero un docente empático?
  32. ¿Qué persigo en mis clases, la perfección o la excelencia?
  33. ¿Qué tipo de preguntas predominan en mis clases, las cerradas o las abiertas?
  34. ¿Por qué enseño aquello que mis alumnos podrían aprender por sí solos?
  35. ¿Cuánto tiempo dedico a pensar cómo será una sesión lectiva?
  36. ¿Me he aburrido hoy en clase?
  37. ¿Qué suelo valorar más de mis clases, el proceso o el resultado?
  38. ¿Enseño de la misma manera en todos los grupos?
  39. ¿Paso más tiempo explicando que enseñando?
  40. ¿Soy mejor docente gracias a las Nuevas Tecnologías?
  41. ¿Fomento la imaginación y la creatividad en el aula?
  42. ¿Cómo me imagino dentro de cinco o diez años?
  43. ¿Qué entiendo por ser productivo en mi trabajo?
  44. ¿Qué entiendo por tener autoridad?
  45. ¿Qué grado de elección tienen mis alumnos sobre aquello que enseño?
  46. ¿Qué enseño cuando no estoy enseñando?
  47. ¿Suelo dejar para el próximo curso académico aquello que podría realizar en este?
  48. ¿Cuán importante es para mí la educación inclusiva dentro del aula?
  49. ¿Cumplo las promesas que les hago a mis alumnos?
  50. ¿Amo ser docente?


22 de agosto de 2014

El docente ladrón de sueños.


Cuentan que, ante un grupo de niños, un hombre contaba la siguiente historia…

Había una vez un muchacho hijo de un humilde entrenador de caballos. El padre del muchacho era pobre y, aunque con algunos sacrificios, consiguió que su hijo pudiera ir a la escuela. Una mañana, mientras estaban en clase, el profesor pidió a los alumnos que pusieron por escrito las metas que pretendían alcanzar cuando fueran mayores.

El joven, ilusionado por el proyecto, pasó gran parte de la noche escribiendo varios folios en los que explicaba con detalle sus sueños y anhelos. Incluso, hizo varios dibujos para completar su descripción. El chico se imaginó aquella noche dueño de su propio rancho, cuidando de su propia ganadería y con un extenso terreno en cuyo centro se levantaba su casa. Visiblemente emocionado, a la mañana siguiente, el muchacho entregó su trabajo al profesor.

Sin embargo, dos días más tarde, el joven recibió la puntuación de su trabajo, un suspenso, junto con una nota que le decía que se quedara a hablar con el profesor al terminar las clases. El chico acudió a ver a su profesor y lo primero que hizo fue preguntar por qué lo había suspendido. El profesor le explicó: “Este es un sueño poco realista para un chico como tú. Tú no tienes recursos, tu familia es humilde. Para conseguir todo lo que describes en tu trabajo hace falta mucho dinero y muchos contactos. Tienes que comprar el terreno, pagar por las crías originales y después tendrás muchos más gastos de mantenimiento. Tu proyecto no es realista, no podrías hacerlo de ninguna manera.”

A continuación, el profesor agregó:” A pesar de ello, y en consideración por todo el esfuerzo realizado, si vuelves a redactar tu proyecto de forma más apropiada, con objetivos más realistas, te prometo reconsiderar tu nota.”

El chico regresó a su casa y pensó mucho lo que su profesor le había explicado. También le preguntó a su padre que debía hacer, ante lo cual, este le contestó: “Mira hijo, creo que esa es una decisión importante, por lo que te recomiendo que te tomes tiempo para tomarla. Creo que es algo que debes decidir por ti mismo. Lo que tú decidas estará bien.”

Finalmente después de reflexionar durante un par de días, el chico volvió a presentarse ante su maestro entregándole el mismo trabajo, sin hacer cambio alguno. Ante la cara de asombro de su profesor, el chico le dijo: “Profesor, puede usted mantener mi mala nota, pero yo prefiero conservar mi sueño.”

Al concluir esto, el hombre que hablaba miró a los niños y les dijo: “Y esta es mi historia. Y aquí enfrente está la casa de mis sueños. En el centro del rancho que me propuse conseguir, porque esta es la meta de mi vida. Aún conservo aquel trabajo, con sus grandes números rojos en una esquina, enmarcado sobre la chimenea.”

Luego agregó: “Pero lo mejor de la historia es que, hace dos años, aquel mismo profesor, me visitó con un grupo de treinta chicos. Vinieron a visitar mi rancho. Y al irse me confesó: -Mira, ahora puedo decírtelo. Cuando era profesor, era una especie de ladrón de sueños. Durante aquellos años, les robé un montón de sueños a los niños. Pero por suerte, tú tuviste la fortaleza de no abandonar el tuyo. Y tu ilusión, y tu persistencia me hicieron ver lo equivocado que estaba, y lo cruel que fui con aquellos niños. Ahora, ya jubilado, intento reparar el daño causado contagiando la ilusión a cuantos quieren oírme.”

Ser maestro implica una gran responsabilidad (todo gran poder…). Manejamos ilusiones y sueños ajenos, y de nosotros depende regarlos y que puedan florecer o que se marchiten. ¡Nadie dijo que fuera fácil! Aunque por otra parte… ¿alguien conoce algo tan apasionante?
(Maestra Hazblog)