18 de enero de 2015

Carta de George Carlin


La paradoja de nuestro tiempo en la historia es que hemos construido edificios más altos pero temperamentos más cortos, autopistas más anchas, pero puntos de vista más estrechos. Gastamos más pero tenemos menos, compramos más, pero disfrutamos menos. Tenemos casas más grandes y hogares más pequeños, más comodidades, pero menos tiempo. Tenemos más grados pero menos sentido, más conocimiento, pero menos juicio, más expertos, sin embargo más problemas, más medicina, pero menos bienestar.

Bebemos demasiado, fumamos demasiado, gastamos muy imprudentemente, reímos muy poco, manejamos demasiado rápido, nos ponemos demasiado irritados, nos estamos hasta muy tarde en la noche, nos levantamos demasiado cansados, leemos muy poco, miramos demasiada TV, y rezamos muy rara vez. Hemos multiplicado nuestras posesiones, pero reducido nuestros valores. Hablamos demasiado, amamos muy rara vez, y odiamos muy a menudo. 

Hemos aprendido cómo ganarnos la vida, pero no a vivirla. Hemos adicionado años a la vida pero no vida a los años. Hemos ido todo el camino a la luna y de regreso, pero tenemos problema para cruzar la calle para conocer a un nuevo vecino. Hemos conquistado el espacio exterior pero no nuestro espacio interior. Hemos hecho grandes cosas, pero no mejores cosas. 

Hemos limpiado el aire, pero hemos contaminado nuestras alma. Hemos conquistado el átomo, pero no nuestros prejuicios. Escribimos más, pero aprendemos menos. Planeamos más, pero logramos menos. Hemos aprendido a ir de prisa, pero no a esperar. Hemos construido más computadores para tener información, para producir más copias que siempre, pero comunicamos menos y menos. 

Hay los tiempos de comidas rápidas y de baja digestión, de hombres y mujeres muy grandes pero de carácter pequeño, de ganancias empinadas y relaciones superficiales. Éstos son los días de los doble ingresos pero más divorcios, casas más extravagantes, pero hogares rotos. Éstos son los días de viajes rápidos, pañales desechables, moralidad desechable, encuentros amorosos de una sola noche, cuerpos con sobrepeso, y de las pastillas que hacen de todo, desde animar, calmar hasta matar. Es un tiempo cuando hay mucho en la vidriera del mostrador y poco en las bodegas y almacenes. Un tiempo cuando la tecnología puede traer esta carta a ustedes, y un tiempo cuando usted puede escoger ya sea compartir este entendimiento, o sólo pulsar borrar de suprimir.

Recuerden, gasten algún tiempo con sus seres queridos, porque ellos no van a estar ahí por siempre. 

Recuerden decir una palabra amable a quienes los admira, porque esa personita crecerá y dejará su lado. 

Recuerden dar un caluroso abrazo a alguien cercano a ustedes porque es ése el único tesoro que pueden dar con el corazón y eso no cuesta un centavo. 

Recuerden decir “te amo” a su pareja y a sus seres queridos, pero principalmente, háganlo con intención. Un beso y un abrazo repararán heridas y curar cualquier dolor cuando viene de muy adentro de ustedes. 

Recuerden cogerse de las manos y compartan el momento porque algún día esa persona no estará allí de nuevo. 

¡Dense tiempo para amar, dense tiempo para hablar! Y dense tiempo para compartir los preciosos pensamientos de su mente. 

Y SIEMPRE RECUERDEN: “La vida no es medida por el número de respiros que tomamos, sino por los momentos que nos quitan el aliento.

George Carlin

17 de enero de 2015

Cuando yo ya no pueda



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El día que esté viejo y ya no sea el mismo, ten paciencia y compréndeme. Cuando derrame comida sobre mi camisa y olvide como atarme los zapatos, recuerda las horas que pasé enseñándote a hacer las mismas cosas.

Si cuando converses conmigo repito y repito la misma historia que tú conoces de sobra, no me interrumpas y escúchame. Cuando eras pequeño, para que te durmieras tuve que contarte miles de veces el mismo cuento hasta que cerraras tus ojitos.

Cuando haga mis necesidades frente a otros no me avergüences no tengo culpa de ello, no puedo controlarlo. Piensa cuantas veces te ayude de niño pacientemente.
No me reproches porque no quiera bañarme; ni me regañes por ello. Recuerda cuando te perseguía y los mil pretextos que inventaba para hacerte más agradable tu aseo.

Acéptame y perdóname ya que el niño ahora soy yo…

Cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas que tú sabes y que ya no podre entender, te suplico que me des todo el tiempo que sea necesario para no lastimarme con una sonrisa burlona o tu indiferencia.
Siempre participe en la educación que hoy tienes para enfrentar la vida tan bien como lo haces, y si fallan las piernas por estar cansadas, dame una mano tierna para apoyarme como lo hice yo cuando empezaste a caminar con tus débiles piernitas, no te sientas triste o impotente por cómo me ves dame tu corazón, compréndeme.

De la misma manera como te he acompañado en tu sendero, acompáñame a terminar el mío, dame amor y paciencia que yo te volveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti; piensa que con el paso que me adelanto a dar estaré construyendo para ti otra ruta de amor en otro tiempo.

LA ÚLTIMA GOTA



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Aquella mañana parecía ser como cualquier otra, la ciudad despertaba lentamente, las luces de neón desaparecían y las marquesinas se iban apagando como velas que se consumen, los trasnochadores huían de los primeros rayos del sol y el sonido de la gran ciudad iba creciendo a cada momento como un palpitante corazón que activa su ritmo ante el esfuerzo físico.

Sin embargo no sería como cualquier otra, cerca de las once de la mañana las amas de casa que lavaban trastos y ropa notaron que el chorro de agua que fluía incesante por el grifo decrecía y se apagaba; algunas maldijeron, otras se lamentaron gimoteando, no falto la que golpeara los tubos y las llaves y las mas, se encogieron de hombros… ya volverá.

La comida estuvo tarde, los trastos no pudieron lavarse, en la calle no se vendió comida y los puestos de aguas frescas agotaron sus existencias, los sanitarios se empezaron a convertir en un problema pero a pesar de todo aquello existía la esperanza, volverá, pensaban.

El tercer día todos asistieron al trabajo sin bañarse, los transportes y las oficinas olían mal y muchos restaurantes tuvieron que cerrar y los enfriadores así como los equipos de aire acondicionado no trabajaron.

En los supermercados las latas de jugo, de conservas y los refrescos se agotaron en las primeras horas de la mañana, por supuesto escaseo la leche hasta desaparecer; en las calles empezaron a quedarse detenidos algunos automóviles por falta de líquido, el tránsito para las primeras horas de la tarde se detuvo por completo, el agua no volvia, la gente pensó en todo para conseguir el vital líquido, secaron los tinacos con esponja, sacaron el agua de los radiadores de los vehículos, rompieron tuberías para chupar hasta las últimas gotas y por ultimo recurrieron a las alcantarillas y las coladeras a los charcos y a las zanjas.

Al quinto día la asistencia a los trabajos fue nula, aquello se había convertido en un problema tan grande que nadie se podía dar el lujo de pensar en otra cosa que no fuese el agua; la ciudad apestaba, el olor que despedían las casas y las calles era nauseabundo por todas partes se encontraban desperdicios, excremento, basura.

Muchas personas empezaron a emigrar a otras partes en busca del agua, siempre en busca del agua, la ciudad empezaba a morir rápidamente, se encontraba totalmente paralizada los caminos obstruidos por cientos de vehículos inservibles.

Para el séptimo día la ciudad era solo podredumbre y devastación, el éxodo comenzó a generalizarse, y por las carreteras se veían miles de personas emigrando a otras ciudades con la esperanza de encontrar agua, no había luz ni servicio en los teléfonos; las comunicaciones estaban interrumpidas por el personal que abandonaba sus puestos, no había vida posible.

En el noveno día no quedaba habitante alguno en la ciudad, todos la habían abandonado, la peste lo inundaba todo, el aire era irrespirable, la era del agua había terminado por fin, ya no habría personas que lavaran día tras día sin necesidad ni quien se exprimiera los barros frente al espejo mientras el agua se consumía en el lavabo, ya no más duchas tranquilas de veinte y treinta minutos con agua caliente mientras casi se dormían en la regadera o en la tina, ya no más lavadas de trastos con grandes cantidades de agua, ya no más mangueras abiertas serpenteando sobre la acera olvidadas mientras el líquido corre, ya no más fugas de agua de las que nadie hace caso, ya no más.

Pasados doce días un hombre sudoroso y con la ropa hecha girones se acercó a la ciudad, tras él una mujer con un niño en brazo trastabillaban, llevaban los labios partidos por la sed sus ojos se hundían los huesos de sus caras sobresalían desmesuradamente, el hombre primero en llegar se cubrió la nariz con una mano, el olor daba nauseas, cayó de rodillas a mitad de la calle, la mujer llego hasta el sollozando desesperada -No es posible- grito ella aferrándose a los hombros de su esposo –Si- contesto el resignado el agua se ha terminado en todo el mundo para siempre alcanzo a decir al tiempo que veían a su pequeño hijo morir deshidratado en sus brazos.

En nuestras manos está el destino del mundo…

10 de enero de 2015

Gracias a dios por lo que tengo.


Aunque me tapo los oídos con la almohada
y grito de rabia cuando suena el despertador...
Gracias a Dios que puedo oír.
Hay muchos que son sordos.

Aunque cierro los ojos cuando,
al despertar, el sol se mete en mi habitación...
Gracias a Dios que puedo ver.
Hay muchos ciegos.

Aunque me pesa levantarme y salir de la cama...
Gracias a Dios que tengo fuerzas para hacerlo.
Hay muchos postrados que no pueden.

Aunque me enojo cuando no encuentro mis cosas en su lugar
porque los niños hicieron un desorden...
Gracias a Dios que tengo familia.
Hay muchos solitarios.

Aunque la comida no estuvo buena y el desayuno fue peor...
Gracias a Dios que tengo alimentos.
Hay muchos con hambre.

Aunque mi trabajo en ocasiones sea monótono rutinario...
Gracias a Dios que tengo ocupación.
Hay muchos desempleados.

Aunque no estoy conforme con la vida,
peleo conmigo mismo y tengo muchos motivos para quejarme...
Gracias a Dios por la vida.

Aunque el dinero no me alcance para zapatos nuevos...
Gracias padre celestial, pues tengo pies...
Hay quienes no los tienen.

Cuando veo mis manos maltratadas,
por el trabajo, y mi bajo salario…
Gracias Señor, pues tengo manos...
Algunos no tienen manos.

Cuando me quejo del pago de servicios
y veo que no me alcanza...
Gracias padre de los cielos,
hay muchos que carecen de todo.

Gracias padre celestial por el aire que respiro...
Porque sigo respirando...
cuando muchos han dejado de hacerlo hoy.

Son tantas las cosas que tengo que agradecerte...
Por cada día que me permites despertar a la vida...
Gracias Dios mío.

Consuelos para los deprimidos


Hay consuelo para aquellos que están deprimidos, hay esperanza y un mejor camino.

Ese camino es Dios, ábrele tu corazón y dile todas tus penas y todo tus pesar, que el te escuchará y te comprenderá lo que tu alma y tu espíritu hoy siente.

Dios es mayor que nuestro corazón y conoce todas las cosas, sabe tus circunstancias y tus preocupaciones.

Cuando crees que solo estás, no sabes que El contigo está,

Nuestro amoroso Padre Celestial, no solo ve nuestro pecados y errores, sabe que hay circunstancias atenuantes, está enterado de nuestro curso de vida y nuestros motivos e intenciones.

También sabe que hemos heredado el pecado, la enfermedad, y la muerte y por eso tenemos grandes limitaciones.

Dios se conduele de todo los que nos pasa, de nuestras situaciones deplorables y en despliegue de compasión toma en cuenta que somos débiles.

Dios es misericordioso y benévolo, tan lejos como está el naciente del poniente, así de lejos ha puesto de nosotros nuestras transgresiones.

Pues El conoce bien la forma de nuestro espíritu y de nuestra alma y se acuerda que somos polvo.

Verdaderamente nuestro Dios es un Dios misericordioso y nos extiende una invitación, de arrojar nuestras cargas y nuestros pesares sobre El.

Sin duda El puede revivificar el corazón de los que sufren, por eso debemos pedirle a Dios en forma de oración.

Por medio de la oración, le podemos pedir por nuestras penas y pesares, darle todas nuestras inquietudes, por que El se interesa por nosotros como sus hijos.

Si, mediante la oración las personas pueden acercarse a Dios y disfrutar de la paz que solo El sabe dar, y que supera todos los pensamientos y sentimientos.

No obstante el deprimido puede hallar consuelo y esperanza en la lectura de la palabra de Dios, que nos dará esperanza segura de que se eliminará permanentemente todas las enfermedades humanas del alma y del corazón.

Dios nos promete limpiar todas las lágrimas de nuestros ojos, solo hay que abrirle nuestro corazón y dejarlo entrar, para así encontrar su amor y su paz.

Como echar a perder a un hijo.


Comience por dar a su hijo durante la infancia todo lo que él quiera; así crecerá con la falsa idea de que todo mundo tiene que servirle.

Cuando aprenda malas palabras, celébrele "el chiste"; así creerá que es "muy gracioso" y lo estimulará a aprender otras GROSERIAS que le sacarán a usted de quicio en unos años más.

Nunca le dé educación espiritual; espere a que su "niño" cumpla 21 años para que "decida por sí mismo".

Evite usted el uso de la palabra "malo" o "pecado"; podría crearle un complejo de "culpabilidad".

Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, para que "aprenda bien" a dejar toda responsabilidad a los demás.

Déjele leer historietas, noveluchas, pornografía y cuanta cosa caiga en sus manos; así su cerebro, lleno de inmundicia, se desarrollará sin "prejuicios".

Tenga demasiadas "juntas" por las noches y riña con su cónyuge en presencia de sus hijos; así éstos no sentirán el "terrible choque" cuando sobrevenga el divorcio o separación.

Déle todo el dinero que le pida y cúmplale sus caprichos; al negárselos podría crearle un complejo de "frustración".

Póngase siempre de su parte contra los vecinos, profesores y cuando venga el caso, contra la policía; todas estas personas le tienen "mala idea" a su hijo.

Nunca se preocupe por darle buen ejemplo y cuando alguien le busque a usted y no quiera ser interrumpido, ordénele que diga que "no está" para que desde pequeño aprenda a "salir de apuros".

Luego de seguir estas instrucciones, prepárese para una vida "de tranquilidad". Usted se la merece. Y cuando "su niño" sea un delincuente, apresúrese a exclamar: "¿Qué pecado habré cometido, Dios mío, para merecer esto?".