I.- Corregir a nuestros hijos no es insultados ni humillados.
II.- Regañarlos no es gritarles ni proyectar sobre ellos sentimientos ds temor y culpa exagerados o injustificados.
III.- Ordenar no es suplicar con tono lastimero, ni sugerir; a veces hay que sugerir . respetándo la autonomía. otras hay que oidenar. pero con claridad y- sin confusión entre una y otra.
IV.- Mandar no significa atropellar; debe considerarse la capacidad del hijo -sus propias limitaciones y las ocasiones en que, a pesar de haber puesto todo su esfuerzo, el resultado no se obtuvo por causas ajenas.
VI.- Rectificar no es claudicar; si reconocemos corno padres que nos equivocamos, saber rectificar e incluso ofrecer una disculpa, no significa un a abdicación del deber de ejercer la autoridad.
VII- Mantener clara, en la práctica, la distinción entre un error y una falla , un error no ha de ser nunca censurado ni castigado: sólo analizado para obtener el beneficio de la experiencia; una falta ha de ser, en cambio,.reprendida como una debilidad que deberá ser superada.
VIII.-Premiar y reprender con serenidad, nunca con alteración ni con exceso.
IX.- Premiar y reprender con serenidad, nunca con alteración ni con exceso.
X.-Premiar siempre con medida y no necesariamente con beneficios o ventajas materiales sino con el merecido reconocimiento; reprender siempre con serenidad, justicia y brevedad, sin alargar inecesariamente las escenas desagradables que convierten la corrección en ineficaz recriminación.
1 comentario:
Hola Raúl:
Te agradezco este viaje tan gráfico y visual...
Con la imaginación me he sentido más cerca de ahí.
Hasta luego
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