Lorenzo se graduó como ingeniero, pero lo que más llamó la atención no fue su título… sino lo que llevó en los hombros.
Mientras sus compañeros llegaban con flores y banderas, él apareció cargando un cilindro de gas. No era una broma ni una ocurrencia: era su manera de homenajear a su padre, quien trabajó durante años repartiendo gas para poder pagarle la universidad.
Cuando le preguntaron por qué lo hizo, respondió tranquilo:
“Este cilindro fue el peso que mi padre cargó para que yo tuviera este diploma.”
Contó que lo había acompañado muchas veces al trabajo, que lo vio salir desde antes del amanecer y regresar agotado, pero siempre con buena cara.
Su gesto no tardó en hacerse viral. Muchos destacaron la sencillez del homenaje y la fuerza del mensaje.
Hoy Lorenzo trabaja como ingeniero y su padre sigue atendiendo su ruta, orgulloso de aquel hijo que nunca olvidó de dónde viene.
