24 de marzo de 2025

EL SABER CUESTA


En la fábrica de Ford, un gigantesco generador dejó de funcionar. Los ingenieros intentaron repararlo, pero después de horas de pruebas, nadie lograba encontrar el problema. Desesperado, Henry Ford llamó a un hombre que, aunque pequeño de estatura, era un gigante de la ingeniería: Charles Proteus Steinmetz.

Cuando Steinmetz llegó a la planta, pidió una libreta, un bolígrafo y una cuna para descansar cerca de la máquina. Pasó dos días enteros observando y escuchando el generador, haciendo cálculos y anotaciones. De repente, pidió una escalera y un pedazo de tiza. Subió con dificultad, marcó un punto en la superficie de la máquina y bajó con tranquilidad.

—Quítenle la tapa y remuevan 16 vueltas de cable, justo desde donde hice la marca —indicó a los ingenieros.

Escépticos pero sin alternativas, los trabajadores hicieron exactamente lo que dijo. En cuanto terminaron… el generador volvió a la vida como si nunca hubiera fallado.

Días después, Henry Ford recibió la factura de Steinmetz: $10,000 dólares. Sorprendido, el magnate le pidió que detallara los costos.

El ingeniero le envió una nueva factura con dos simples líneas:

Hacer una marca con tiza en el generador: $1

Saber dónde marcar: $9,999

Ford la pagó sin protestar.

Esta historia es un recordatorio de que el conocimiento y la experiencia no se miden en el tiempo que toma hacer algo, sino en los años de aprendizaje que permiten hacerlo en minutos.

23 de marzo de 2025

CUANTA VERDAD EN ESTE ESCRITO


Cuando era Niño, las clases comenzaban en marzo, descansábamos en Semana Santa y el año Escolar terminaba en Diciembre.

Había algo raro también, los maestros no se enfermaban, no recuerdo que los maestros faltaran dos días seguidos.

Si el maestro te regañaba, no te convenía decir nada en tu casa, porque seguro te volvían a regañar y de paso un castigo.

Ni la lluvia impedía faltar a la escuela, porque era como tu segunda casa, daban ganas de ir. (Y regresar a casa empapado de agua de lluvia era un gran placer).

Al maestro se le respetaba, era como si te regañaran tus propios padres.

Los recreos eran divertidos, nadie andaba pensando en hacer cosas indebidas.

Los maestros tomaban café en la cafetería o en la dirección y nos cuidaban en el patio.

Era un honor llevar y traer los libros del profesor, buscar el mapamundi en la dirección o biblioteca, pedir tizas o tocar el timbre.

Cuando nos daban la carpeta de asistencia de maestros para llevarlo a los salones, era un verdadero honor.

Si pedíamos permiso una vez para ir al baño, teníamos que volver a la mayor rapidez posible. Nos turnábamos para borrar el pizarrón y sacudir los borradores y también era un honor llegar temprano.

Que orgullo tan grande cuando estabas en formación en los honores a la Bandera y que mencionaran tu nombre para salir al frente y que te colocaran la banderita. Qué alegría enorme era contarle a Mamá "izamos bandera " y llegar con la bandera colgada con un ganchito, puesto en la camisa.

Que divertido era Jugar pelota, saltar la cuerda, el quemado, al trompo, canicas y tomar distancia en la fila.

Nos enseñaban que Colón descubrió América y que Simón Bolívar fue el Libertador... era un reto aprender sobre la historia de nuestro país y el mundo... Hoy muchos jóvenes no saben ni el significado de la palabra "bicentenario"...

No sé cuándo aprender historia, pasó a un segundo plano, no sé cuándo los maestros comenzaron a enfermar, para necesitar un remplazo y el remplazo otro suplente... Desde cuándo los padres golpean a los maestros o desde cuándo los mismos alumnos, sacan su furia contra ellos.

Cuándo fue que revisar las cabezas, el corte de cabello, uñas, ausencia de maquillaje en las niñas, el largo de la falda y el estado del uniforme en general, pasó de ser un acto de salubridad a una discriminación.

Cuándo un acto patrio, sólo fue un día feriado... No sé cuando se perdió la Escuela como institución, cuándo se perdieron los valores, el respeto a los maestros como ejecutores de enseñanza.

Si esto es el progreso... perdón señores, pero si esto es progreso, que atrasados andamos.

Yo también viví esa época.

¡QUE FELICES ÉRAMOS!! Tiempos qué solo quedarán en nuestros Recuerdos.

Cuánta verdad hay en estas letras

Hermosos recuerdos de Mi infancia.

13 de marzo de 2025

¿ PONIÉNDOME VIEJO ?

 


Lee esta belleza de Víctor Hugo que enaltece tu condición humana

¿ PONIÉNDOME VIEJO ?

- _Te estás volviendo viejo me dijeron has dejado de ser tú, te estás volviendo amargado y solitario

No, respondí; no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo sabio

He dejado de ser lo que a otros agrada para convertirme en lo que a mí me agrada ser, he dejado de buscar la aceptación de los demás para aceptarme a mí mismo, he dejado tras de mí los espejos mentirosos que engañan sin piedad .

No, no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo asertivo, selectivo de lugares, personas, costumbres e ideologías

He dejado ir apegos, dolores innecesarios, personas, almas y corazones, no es por amargura es simplemente por salud

Dejé las noches de fiesta por insomnios de aprendizaje, dejé de vivir historias y comencé a escribirlas, hice a un lado los estereotipos impuestos, dejé de usar maquillaje para ocultar mis heridas, ahora llevo un libro que embellece mi mente

Cambié las copas de vino por tazas de café, me olvidé de idealizar la vida y comencé a vivirla

No, no me estoy poniendo viejo

Llevo en el alma lozanía y en el corazón la inocencia de quien a diario se descubre

Llevo en las manos la ternura de un capullo que al abrirse expandirá sus alas a otros sitios inalcanzables para aquellos que sólo buscan la frivolidad de lo material

Llevo en mi rostro la sonrisa que se escapa traviesa al observar la simplicidad de la naturaleza, llevo en mis oídos el trinar de las aves alegrando mi andar

No, no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo selectivo, apostando mi tiempo a lo intangible, reescribiendo el cuento que alguna vez me contaron, redescubriendo mundos, rescatando aquellos viejos libros que a medias páginas había olvidado

Me estoy volviendo más prudente, he dejado los arrebatos que nada enseñan, estoy aprendiendo a hablar de cosas trascendentes, estoy aprendiendo a cultivar conocimientos, estoy sembrando ideales y forjando mi destino

No, no es que me esté volviendo viejo por dormir temprano los sábados, es que también los domingos hay que despertar temprano, disfrutar el café sin prisa y leer con calma un poemario.

No es por vejez por lo que se camina lento, es para observar la torpeza de los que a prisa andan y tropiezan con el descontento.

No es por vejez por lo que a veces se guarda silencio, es simplemente porque no a toda palabra hay que hacerle eco.

No, no me estoy poniendo viejo, estoy comenzando a vivir lo que realmente me interesa

Víctor Hugo.

8 de marzo de 2025

El niño que pudo hacerlo


Dos niños llevaban toda la mañana patinando sobre un lago helado cuando, de pronto, el hielo se rompió y uno de ellos cayó al agua. La corriente interna lo desplazó unos metros por debajo de la parte helada, por lo que para salvarlo la única opción que había era romper la capa que lo cubría.

Su amigo comenzó a gritar pidiendo ayuda, pero al ver que nadie acudía buscó rápidamente una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas.

Golpeó, golpeó y golpeó hasta que consiguió abrir una grieta por la que metió el brazo para agarrar a su compañero y salvarlo.

A los pocos minutos, avisados por los vecinos que habían oído los gritos de socorro, llegaron los bomberos.

Cuando les contaron lo ocurrido, no paraban de preguntarse cómo aquel niño tan pequeño había sido capaz de romper una capa de hielo tan gruesa.

-Es imposible que con esas manos lo haya logrado, es imposible, no tiene la fuerza suficiente ¿cómo ha podido conseguirlo? -comentaban entre ellos.

-Un anciano que estaba por los alrededores, al escuchar la conversación, se acercó a los bomberos.

-Yo sí sé cómo lo hizo -dijo.

--¿Cómo? -respondieron sorprendidos.

El anciano respondió:

-"No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo". 

- Eloy Moreno

Cuando se cierra la casa de los abuelos


Uno de los momentos más tristes de nuestras vidas llega cuando se cierra para siempre la puerta de la casa de los abuelos. Al cerrarse esa puerta, damos por finalizados los encuentros con todos los miembros de la familia, que en ocasiones especiales cuando se juntan, enaltecen los apellidos, como si de una familia real se tratase, y llevados siempre por el amor a los abuelos, cual bandera.

Cuando cerramos la casa de los abuelos, damos por terminadas las tardes de alegría con tíos, primos, nietos, sobrinos, padres, hermanos, e incluso, novi@s pasajeros que se enamoran del ambiente que allí se respira. Ni siquiera hace falta salir a la calle, estar en la casa de los abuelos es lo que toda la familia necesitaba para ser feliz.

Los reencuentros en Navidad, regados con el olor a pintura fresca cual incienso, con gaitas y música de Billo’s al fondo, las tertulias de enramada, que cada año que llegan piensas si será la última vez... Cuesta aceptar que esto tenga fecha límite, que algún día todo estará cubierto de polvo y las risas serán un recuerdo ido de tal vez tiempos mejores.

El año pasa mientras esperas estos momentos, y sin darnos cuenta, pasamos de ser niños abriendo regalos, a sentarnos junto a los adultos en la misma mesa, jugando desde el postre del almuerzo, hasta el cafecito de la cena, porque cuando se está en familia, el tiempo no pasa y ese café es sagrado.

Las casas de los abuelos siempre están llenas de sillas, nunca se sabe si un primo traerá a la novia, o a un amigo o al vecino, porque aquí todo el mundo es bienvenido. Siempre habrá una ollita con café, o alguien dispuesto a hacerlo. Saludas a la gente que pasa por la puerta, aunque sean desconocidos, porque la gente de la calle de tus abuelos es tu gente, es tu pueblo.

Cerrar la casa de los abuelos es decir adiós a las canciones con la abuela y a los consejos del abuelo, al dinero que te dan a escondidas de tus padres como si de una ilegalidad se tratase, a llorar de risa por cualquier tontería, o a llorar por la pena de los que se fueron demasiado pronto. Es despedirse de la emoción de llegar a la cocina y destapar las ollas, y disfrutar el plato de ese día.

Así que, si algún día tienes la oportunidad de llamar a la puerta de esa casa y que alguien te abra desde dentro, debes aprovecharla cada vez que puedas, porque entrar ahí es imaginar ver a tus abuelos o a tus viejos, sentados esperando para darte un beso, es sentir la sensación más maravillosa que puedas tener en la vida.

Si resulta que ahora nos toca ser abuelos, y ya nuestros padres no están, nunca perdamos la oportunidad de abrir las puertas a nuestros hijos y nuestros nietos y celebrar con ellos el don de la familia, porque solo en la familia es donde los hijos y los nietos encontrarán el espacio oportuno para vivir el misterio del amor a los más cercanos y a los que les rodean.

Disfruten y aprovechen la casa de los abuelos mientras puedan, pues llegará un momento en que, en la soledad de sus paredes y rincones si cierras los ojos y te concentras, podrás escuchar tal vez el eco de una sonrisa o un llanto atrapado en el tiempo, y al abrirlos de nuevo, la nostalgia te atrapará, y te preguntarás, ¿por qué se fue todo tan deprisa? Y será doloroso descubrir que no todo eso se fue, sólo que lo dejamos ir...

Créditos al autor original

16 de febrero de 2025

Mi alma tiene prisa (Poema golosinas)

He contado mis años y descubrí que tengo menos tiempo que vivir de aquí en adelante, del que ya vivíhsta ahora.

Me siento como un niño que recibió un paquete de dulces: disfrutó ligeramente los primeros, pero cuando se dio cuenta de que quedaban pocos comenzó a saborearlos con mayor intensidad.

Ya no tengo tiempo para reuniones interminables donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada. 

Ya no tengo tiempo que perder con gente absurda, con aquellos que, a pesar de su edad, no han madurado.

Mi tiempo es demasiado escaso y valioso para desperdiciar energía en discusiones inútiles, orgullo estéril y superficialidad. 

Quiero la esencia, mi alma tiene prisa… Sin muchos dulces en el paquete…

Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana, autentica, que saben reírse de sus propios errores,

que no están envejecidos ni hinchados de orgullo por los éxitos, que no huyen de sus responsabilidades.

Quiero caminar con quienes defienden la dignidad humana, que cree en la verdad y la honestidad.

Lo esencial: esto es lo que da sentido a la vida,

lo que lo hace hermoso y precioso.

Quiero rodearme de personas que sean capaces de tocar mi corazón y el de los demás,

de aquellos que, a través de las pruebas de la vida, han ablandado el alma en lugar de endurecerla.

Sí, tengo prisa.

Tengo prisa por vivir con esa intensidad que sólo la madurez puede dar.

No quiero desperdiciar ni uno solo de los dulces que me quedan.

Sé que quedarán aún más deliciosos que los que ya he probado.

Mi objetivo es llegar satisfecho y en paz hasta el final, con un corazón tranquilo, rodeada de las personas que amo y en armonía con mi conciencia.

Dicen que tenemos dos vidas, y que la segunda comienza cuando nos damos cuenta de que sólo tenemos uno.

Estoy en mi segunda vida y ya no tengo tiempo para nada más que la felicidad.

Mario de Andrade

Brasil, 1893-1945.

6 de febrero de 2025

No es fácil envejecer

 


No es fácil envejecer,
te tienes que acostumbrar
a caminar más despacio,
a despedirte de quien eras
y saludar a quien te has convertido.

Es difícil esto de cumplir años,
hay que saber aceptar tu nuevo rostro
y pasear con orgullo tu nuevo cuerpo,
desprenderse de vergüenzas,
de prejuicios y del miedo que dan los años,
y dejar que pase lo que tenga que pasar,
dejar que se vaya quien se tenga que ir,
y dejar que se quede el que se quiera quedar.

No, no es fácil esto de hacerse viejo,
hay que aprender a no esperar nada de nadie,
a caminar solo, a despertar solo
y a que no te atrape cada mañana
el tipo que ves frente al espejo,
aceptar que todo se acaba
y la vida también,
saber despedirse de los que se van
y recordar a los que ya se fueron,
llorar hasta vaciarse
hasta secarse por dentro,
para que crezcan nuevas sonrisas,
otras ilusiones y nuevos anhelos.

Alejandro Jodorowsky

3 de febrero de 2025

La gallina endiablada


La serpiente mordió a la gallina, y con el veneno ardiendo en su cuerpo, buscó refugio en su gallinero. 

Pero las demás gallinas prefirieron expulsarla para que el veneno no se propagara.

La gallina salió cojeando, llorando de dolor. No por la mordida, sino por el abandono y el desprecio de su propia familia en el momento en que más los necesitaba.

Así se fue... ardiendo de fiebre, arrastrando una de sus patas, vulnerable a las noches frías. 

Con cada paso, una lágrima caía.

Las gallinas en el gallinero la vieron alejarse, observando cómo desaparecía en el horizonte. Algunas decían entre sí:

— Que se vaya... Morirá lejos de nosotras.

Y cuando la gallina finalmente se desvaneció en la inmensidad del horizonte, todas estaban seguras de que había fallecido. 

Algunas incluso miraban al cielo, esperando ver buitres volando.

Pasó el tiempo.

Mucho después, un colibrí llegó al gallinero y anunció:

— ¡Su hermana está viva! Vive en una cueva muy lejos de aquí. 

Se recuperó, pero perdió una pata por la mordida de la serpiente.

 Le cuesta encontrar comida y necesita su ayuda.

Hubo un silencio. Luego comenzaron las excusas:

— No puedo ir, estoy poniendo huevos...

— No puedo ir, estoy buscando maíz...

— No puedo ir, tengo que cuidar a mis pollitos...

Así, una por una, todas rechazaron la petición. El colibrí regresó a la cueva sin ayuda.

Pasó el tiempo nuevamente.

Mucho después, el colibrí volvió, pero esta vez con una noticia dolorosa:

— Su hermana ha fallecido... Murió sola en la cueva... No hay quien la entierre ni quien la llore.

En ese instante, un peso cayó sobre todas. Un profundo lamento llenó el gallinero.

Quienes ponían huevos, pararon.

Quienes buscaban maíz, dejaron las semillas.

Quienes cuidaban polluelos, los olvidaron por un momento.

El arrepentimiento dolía más que cualquier veneno. ¿Por qué no fuimos antes?, se preguntaban.

Y sin medir la distancia ni el esfuerzo, todas partieron hacia la cueva, llorando y lamentándose. Ahora sí tenían un motivo para verla, pero ya era tarde.

Al llegar a la cueva, no encontraron a la gallina... Solo hallaron una carta que decía:

"En la vida, muchas veces las personas no cruzan la calle para ayudarte cuando estás vivo, pero cruzan el mundo para enterrarte cuando mueres. 

Y la mayoría de las lágrimas en los funerales no son de dolor, sino de remordimiento y arrepentimiento".