Si cuando converses conmigo repito y repito la misma historia que tú conoces de sobra, no me interrumpas y escúchame. Cuando eras pequeño, para que te durmieras tuve que contarte miles de veces el mismo cuento hasta que cerraras tus ojitos.
Cuando haga mis necesidades frente a otros no me avergüences no tengo culpa de ello, no puedo controlarlo. Piensa cuantas veces te ayude de niño pacientemente.
No me reproches porque no quiera bañarme; ni me regañes por ello. Recuerda cuando te perseguía y los mil pretextos que inventaba para hacerte más agradable tu aseo.
Acéptame y perdóname ya que el niño ahora soy yo…
Cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas que tú sabes y que ya no podre entender, te suplico que me des todo el tiempo que sea necesario para no lastimarme con una sonrisa burlona o tu indiferencia.
Siempre participe en la educación que hoy tienes para enfrentar la vida tan bien como lo haces, y si fallan las piernas por estar cansadas, dame una mano tierna para apoyarme como lo hice yo cuando empezaste a caminar con tus débiles piernitas, no te sientas triste o impotente por cómo me ves dame tu corazón, compréndeme.
De la misma manera como te he acompañado en tu sendero, acompáñame a terminar el mío, dame amor y paciencia que yo te volveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti; piensa que con el paso que me adelanto a dar estaré construyendo para ti otra ruta de amor en otro tiempo.
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