Ese camino es Dios, ábrele tu corazón y dile todas tus penas y todo tus pesar, que el te escuchará y te comprenderá lo que tu alma y tu espíritu hoy siente.
Dios es mayor que nuestro corazón y conoce todas las cosas, sabe tus circunstancias y tus preocupaciones.
Cuando crees que solo estás, no sabes que El contigo está,
Nuestro amoroso Padre Celestial, no solo ve nuestro pecados y errores, sabe que hay circunstancias atenuantes, está enterado de nuestro curso de vida y nuestros motivos e intenciones.
También sabe que hemos heredado el pecado, la enfermedad, y la muerte y por eso tenemos grandes limitaciones.
Dios se conduele de todo los que nos pasa, de nuestras situaciones deplorables y en despliegue de compasión toma en cuenta que somos débiles.
Dios es misericordioso y benévolo, tan lejos como está el naciente del poniente, así de lejos ha puesto de nosotros nuestras transgresiones.
Pues El conoce bien la forma de nuestro espíritu y de nuestra alma y se acuerda que somos polvo.
Verdaderamente nuestro Dios es un Dios misericordioso y nos extiende una invitación, de arrojar nuestras cargas y nuestros pesares sobre El.
Sin duda El puede revivificar el corazón de los que sufren, por eso debemos pedirle a Dios en forma de oración.
Por medio de la oración, le podemos pedir por nuestras penas y pesares, darle todas nuestras inquietudes, por que El se interesa por nosotros como sus hijos.
Si, mediante la oración las personas pueden acercarse a Dios y disfrutar de la paz que solo El sabe dar, y que supera todos los pensamientos y sentimientos.
No obstante el deprimido puede hallar consuelo y esperanza en la lectura de la palabra de Dios, que nos dará esperanza segura de que se eliminará permanentemente todas las enfermedades humanas del alma y del corazón.
Dios nos promete limpiar todas las lágrimas de nuestros ojos, solo hay que abrirle nuestro corazón y dejarlo entrar, para así encontrar su amor y su paz.
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